En teoría, el Papa está en pausa de verano -se suspendieron durante julio y agosto las audiencias generales de los miércoles- y tampoco está celebrando misas ante grupos todas las mañanas en la capilla de Santa Marta, donde reside.

Pero Francisco no se detiene. Y, en su cruzada renovadora, siguen temblando muchos funcionarios de la curia, que aún esperan los grandes cambios (como la sustitución del secretario de Estado, Tarcisio Bertone) para después del verano, es decir, en septiembre.

Si el sábado pasado había dejado boquiabiertos a altos prelados del Vaticano que circulan con Mercedes-Benz negros o camionetas 4X4, cuando confesó que le "duele ver curas o monjas con autos de lujo", ayer directamente causó pánico. Trascendió, en efecto, que el ex arzobispo de Buenos Aires, que cuando vivía en su país usaba el subte y el ómnibus, anteayer fue a controlar el parque automotor del Vaticano. Y no fue la primera vez.

"Ya en días pasados Francisco, yendo a almorzar a lo de un amigo cardenal, visitó un espacio donde suelen estacionar algunos cardenales", reveló la edición web del Corriere della Sera, en un artículo en el que aseguró que "el Papa les declaró la guerra a los autos de lujo".

Ya desde el día de su elección, el 13 de marzo pasado, Jorge Bergoglio, de 76 años, le dijo "no" al lujo al rechazar desplazarse en la tradicional limusina negra pontificia desde el Palacio Apostólico hasta Santa Marta y al preferir, en su lugar, tomarse un ómnibus con los demás cardenales.

Más allá de que prefiere moverse a pie dentro del Vaticano, si tiene que desplazarse en auto, ahora lo hace con un simple Ford Focus azul metalizado.

Lo cierto es que el llamado a la sobriedad del Papa empezó a tener efecto en otros lares. Un sacerdote colombiano, Hernando Fajid Álvarez Yacub, vendió su lujoso Mercedes-Benz E 200, valuado en unos 63.000 dólares, después del famoso discurso del sábado pasado.

"Me duele ver curas o monjas en autos de lujo. ¡No se puede! Mejor ir en bicicleta o usar un auto más humilde. Piensen en los chicos que se mueren de hambre!", dijo Francisco ante 6000 seminaristas y novicios de 66 países.

"El carro es una herramienta de trabajo. No lo tengo por ostentación ni mucho menos por el estilo, porque yo así como vengo en ese Mercedes, utilizo un mototaxi, una buseta [combi] o me dan un chance. Regresaré el dinero a quienes me dieron el regalo. El asunto es que están pensando en el tema de la pobreza. La solución de la pobreza no es responsabilidad de la Iglesia, es del Estado. Que la Iglesia Católica en su misericordia quiera ayudar y contribuir es otra cosa", explicó el religioso.

Fajid, un sacerdote del cementerio San Miguel, en el estado colombiano de Santa Marta, explicó, además, que uno de los principales problemas que tiene al presidir las ceremonias religiosas es el uso de los teléfonos celulares, razón por la cual invirtió 760 dólares para comprar un dispositivo electrónico que al activarse quita la señal a 50 metros a la redonda.

En otro orden y confirmando, una vez más, su determinación a cambiar las cosas en el Vaticano, el diario L'Osservatore Romano informó que el Papa se reunió anteayer con la comisión para investigar el IOR, el banco del Vaticano, que él mismo creó, de cinco miembros, para "alentar" su trabajo.

A la reunión, que tuvo lugar en la Casa Santa Marta, participó el presidente del banco del Vaticano, el alemán Ernst von Freyberg, y monseñor Battista Rica, "prelado" de dicho instituto por voluntad de Francisco y su hombre de confianza.