De todos los pacientes diabéticos se calcula que aproximadamente un tercio desarrollará retinopatía y alrededor del 7,4% avanzará al edema macular, el rostro más grave de esta condición, que puede conducir a la ceguera.
Sin embargo, una encuesta realizada en 41 países, entre los que se encuentra la Argentina, mostró que sólo uno de cada cinco pacientes enrolados en un programa de consejería para controlar la diabetes recibió educación sobre los importantes daños que ésta puede causar a la visión y que la mitad de los diabéticos nunca recibió información sobre sus complicaciones oculares.
Dos tercios sólo acuden a la consulta con el oftalmólogo una vez que los problemas visuales ya están instalados y el 6%, cuando ya es tarde para iniciar un tratamiento efectivo.
"Los datos son extraordinarios. Esto es una instantánea del impacto de la pérdida de visión en la vida de los pacientes y de las barreras para prevenirlo", dijo durante la presentación Jane Barratt, de la Federación Internacional del Envejecimiento y miembro del comité que dirigió el trabajo financiado por Bayer. Los primeros resultados se presentaron ayer en el marco del Congreso Europeo de Retina, que acaba de comenzar en esta ciudad de la Costa Azul. En el estudio participaron más de 3500 pacientes y 1500 oftalmólogos.
La Fundación Internacional para la Diabetes estima que 382 millones de personas padecen esta enfermedad en el mundo. Con los años y en ausencia de tratamiento, los niveles altos de glucosa en la sangre conducen a una serie de complicaciones, entre las cuales la más temible es la retinopatía diabética, un desorden de la retina que se presenta cuando se dañan los pequeños vasos sanguíneos que la irrigan. En la Argentina, alrededor de cuatro millones de personas padecen diabetes y unas 200.000 sufren edema macular.
"La diabetes tiene sus más devastadoras consecuencias en la parte trasera del ojo, donde se encuentra la retina, una alfombra de células nerviosas que permite que el cerebro interprete el mensaje de la luz -dijo William Li, presidente y director médico de la Fundación para la Angiogénesis-. Después de muchos años, la enfermedad hace que los vasos sangren en el interior del ojo y se producen la retinopatía diabética y el edema macular. La humedad, entonces, hace que el área sea difícil de navegar para la luz. Cuanto más altos los niveles de azúcar y peor el control de la glucemia, mayor es el riesgo de pérdida de la visión."
"Los síntomas se presentan de manera dramática para el paciente, porque le quitan la visión central -explicó el doctor Lucio Arias, director del Departamento de Retina del Instituto Zaldívar de Mendoza, que participa del congreso-. Quedan legalmente ciegos, porque no pueden firmar un documento, no pueden leer, tienen problemas para cocinar, dependen de la familia. Es como si les colocaran un vidrio esmerilado delante de los ojos."
La mala noticia es que, dada la creciente prevalencia de la diabetes en todo el mundo, se espera que estos números aumenten. Según el Barómetro de la Retinopatía Diabética, como se denomina este estudio todavía en desarrollo, menos del 30% de los pacientes son controlados a tiempo. La buena noticia es que hay formas de prevenir y tratar este cuadro que lesiona gravemente la calidad de vida física y mental. Lo primero, subrayaron los especialistas, es una consulta anual con el oftalmólogo para que detecte signos precoces de la enfermedad.
Se calcula que el 46% de los diabéticos no tienen diagnóstico y no saben que lo son hasta que se presenta una complicación. "Estamos bastante lejos del escenario perfecto. Estamos más bien cerca de la tormenta perfecta", planteó Peter Ackland, presidente ejecutivo de la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera. (La Nación)