Le ganó 4-3 en la definición por penales. Habían igualado 1-1 en los 90 minutos, con goles de Robinho y Derlis González. El martes, el conjunto guaraní enfrentará a la Selección en semifinales.
Se estaban acomodando, no se habían sacado diferencias, apenas un par de aproximaciones por lado. Hasta que Brasil se pareció a Brasil. Por un puñado de segundos dejó de lado el costado amarrete que le viene haciendo sombra desde hace tiempo y, pese a no contar con la calidad de futbolístas que supo disfrutar, armó una jugada bárbara y puso el 1-0.
Toques en velocidad y con precisión. Como si fuera un ejercicio, con los paraguayos como invitados. De izquierda a derecha, para terminar en el corazón del área. Con el pase de Dani Alves a Robinho para coronar una serie de combinaciones perfectas. Golazo de Brasil.
A los 14 minutos, el equipo de Dunga lograba eso que, por ejemplo, no pudo la Argentina durante 90. Y con la ventaja, eligió retroceder. Refugiarse en su campo. Ceder terreno y pelota y apostar a la contra con Willian, Elías y el propio Robinho.
El problema es que Brasil ni siquiera tiene fortaleza defensiva. Se tiró atrás y sufrió. Lo acorraló Paraguay y se lo llevó puesto en el segundo tiempo, a fuerza de pelotas paradas y ataques por las bandas. Lo tuvo Paulo Da Silva, pero su buen cabezazo fue tapado por Jefferson. Trepó Edgar Benítez por izquierda y no pudo definir Santa Cruz. Hasta que Thiago Silva le solucionó las cosas y le regaló un penal increíble.
Centro desde la derecha, bombeado para Haedo Valdez y el defensor de Brasil, como si fuera un jugador de vóley, la sacó con la mano. Derlis González definió con autoridad y estampó el 1-1. Merecido por lo hecho por Paraguay y más merecido aún por lo hecho por Brasil.