Un equipo técnico está reforzando la icónica escultura ubicada a metros de la Facultad de Derecho, que no funciona desde hace seis años; un grupo de empresas financió su reparación.
"Frená ahí, que se van a tocar dos pétalos", le grita el ingeniero al técnico que controla el pistón subterráneo de la brillante Floralis genérica, ubicada en la Plaza de las Naciones Unidas, a metros de la Facultad de Derecho. Allí, un equipo está haciendo otra prueba de cierre de esta escultura metálica, que quedó paralizada por problemas técnicos hace seis años. En la Ciudad habían dicho que la flor recuperaría su movilidad este mes, pero la inauguración se pospuso hasta junio próximo. Y crece la expectativa en los vecinos.
Faltan, al menos, tres meses para que la Floralis se vuelva a abrir durante el día y a cerrarse por la noche o cuando haya mucho viento o lluvia, como lo hacía en 2002, cuando se inauguró. Pero hoy la escultura todavía tiene algunos pétalos abollados; el predio donde está ubicada permanece cercado y la fuente de agua en la que está situada está seca.
"El proceso hidráulico y el pistón están arreglados. También reparamos el pétalo número dos, que se había rajado tras una tormenta. Ahora falta equilibrarlos a todos; el cuarto está vencido y se toca con el tercero", dijeron fuentes de la Subsecretaría de Mantenimiento del Espacio Público porteño, a cargo de la reparación desde septiembre pasado. En esa fecha, la estructura fue vallada como medida de seguridad para evitar una posible tragedia que pudiera provocar la caída del pétalo número dos, que pesa 3500 kilos y que estaba a punto de quebrarse porque había sido castigado tras una tormenta.
Cuando la Floralis genérica fue instalada, en abril de 2002, rápidamente se convirtió en una escultura de vanguardia de la ciudad. Pero siempre tuvo problemas. Fue puesta en marcha cinco meses después de haber sido inaugurada debido a una falla técnica. Y funcionó bien sólo diez meses. El arquitecto argentino Eduardo Catalano que la ideó y donó a la ciudad había advertido nuevos desperfectos que complicaban su movilidad y que se incrementaron tras una sudestada, en 2003. La situación se agravó cuando la empresa de aeronaves Lockheed Martin Aircraft Argentina que había sido contratada para construirla y debía ofrecer una garantía por 25 años se fue del país.
En 2009, la flor sufrió otra falla técnica en su circuito hidráulico. Los engranajes dejaron de funcionar y quedó abierta e inmóvil, a merced de fuertes vientos y tormentas que la perjudicaron aún más. Catalano murió en 2010 y su reclamo a la empresa constructora nunca se resolvió.
Desde entonces, la reparación de la Floralis es una cuenta pendiente para el gobierno porteño. El obstáculo para saldarla siempre fue económico. Hasta que en septiembre pasado, con el padrinazgo de un grupo de empresas que asumió los gastos y brindó asesoramiento técnico, comenzaron a arreglarla. Oca invirtió cuatro millones de pesos, Philips aportó las luces LED y BGH, los sensores.
La fecha para la reinauguración iba a ser el 8 de marzo, en coincidencia con el Día Internacional de la Mujer. Pero, una vez más, la "obra ambiental", como la denominó Catalano, deberá seguir esperando. Recién retomaría su esplendor en junio, posiblemente para el Día Mundial del Medio Ambiente, según confirmaron en la Ciudad.
Las mismas fuentes explicaron que el arreglo les tomó más tiempo de la cuenta porque nunca tuvieron los planos de la estructura, tras la salida del país de Lockheed Martin Aircraft Argentina. "A medida que avanzamos en los arreglos encontramos problemas nuevos. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que dos pétalos se tocaban recién cuando llevamos el pistón a un 85% de su funcionamiento. Nuestro objetivo es que no se vuelva a romper", explicó el subsecretario de Mantenimiento del Espacio Público porteño, Rodrigo Silvosa.
Días atrás, en medio de una prueba de cierre, el ingeniero mecánico Salvador Sorbello, a cargo del equipo de reparación, aseguró que el tiempo que tarda la flor en cerrarse -unos 20 minutos, aproximadamente perjudica su funcionamiento: "Durante ese movimiento, el viento entra y produce deformaciones en los pétalos. Por eso, además de repararlos, estamos reforzando sus estructuras para que puedan soportar tormentas fuertes". Para lograrlo, retiraron las placas de aluminio más comprometidas de los pétalos y soldaron las estructuras principales.
Por estos días continuarán las rutinas prácticas para probar los sensores que permitirán cerrar la imponente estructura, de 18 toneladas.
Los vecinos consultados por LA NACION están expectantes por la inauguración. "Sé que antes se cerraba, pero no recuerdo cómo era. Me gustaría traer a mis hijos para que la vean", dijo Paola Sívori, que suele correr alrededor de la Plaza de las Naciones Unidas, donde está situada la estructura. En tanto, Rodrigo Brienzo, estudiante de la Facultad de Derecho, comentó: "Cada vez que salimos de cursar o rendir con mis compañeros, nos tiramos en el pasto alrededor de la flor. Estoy ansioso por verla moverse".
Si las demoras no se extienden más, en junio próximo la Floralis florecerá y volverá, seguramente, a convertirse en un ícono para los porteños, aun cuando nunca funcionó demasiado tiempo.
ESTRENO, ALTURA Y PESO DE LA OBRA
2002
año en que se inauguró
Fue el 13 de abril; es de acero inoxidable, con esqueleto de aluminio
22
metros de alto
Además, pesa 18 toneladas y alcanza los 32 metros de diámetro cuando está abierta.