Personas solteras o parejas del mismo sexo recurren a alguien de su entorno cercano para tener un hijo,las cifras que nos toman el pulso
El deseo de ser madres se fue haciendo de a poco un lugar en la pareja, tomando forma. La idea de recurrir a un donante de semen quedó descartada, pues no querían que hubiera dinero de por medio ni que el niño o niña por venir desconociera quién era su padre. Los primeros casos públicos de personas que apelaban a un amigo para lograr la concepción aportaron ideas. "Después de pensarlo mucho, le pedimos a un amigo, Hernán, que fuera el papá -cuenta Valeria Gaete, de 39 años-. Él nos contestó que también tenía ese deseo, pero que hasta entonces no encontraba el formato." Gracias a Hernán, Valeria es mamá junto a su esposa, Susana Güichal, de 39, de Antonio, de 11 meses.
No son las únicas. Cada vez son más las parejas -e incluso las personas solteras- que para concretar su deseo de maternidad o paternidad recurren a un amigo o familiar para que aporte la contraparte necesaria para lograr un embarazo, evitando los bancos de semen o los vientres subrogados, y sobre todo, el vínculo monetario.
La copaternalidad, definida como el acuerdo entre personas que no son pareja para tener un hijo en común, cobró visibilidad en estos días al conocerse el nacimiento de Asia, la hija que el actor Guillermo Pfening tuvo junto con una amiga [ver aparte]. Así, la ausencia de un vínculo romántico entre las dos partes de esa pareja que se forma a partir del deseo de concebir un hijo no representa un impedimento en el camino a la paternidad o la maternidad para que cada vez más personas que quieren ser padres o madres y no se encuentran en pareja, o están en una relación con alguien del mismo sexo.
"En los últimos años, a partir del advenimiento del matrimonio igualitario, las consultas se quintuplicaron -afirma Alejandra Goldschmidt, psicóloga especialista en fertilidad, que coordina un grupo para personas gay que quieren ser padres en la Fundación Foro-. Siempre existió la copaternalidad: gays que elegían casarse y tener hijos. Pero ahora que existe el formato legal de matrimonio igualitario muchos empezaron a pensar más en la posibilidad de formar una familia."
El deseo de concebir un hijo esquivando el anonimato que implica la donación de semen u óvulos y el vínculo monetario del alquiler de vientre reorienta la búsqueda hacia alguien del entorno de la pareja. Y lo mismo ocurre con quienes están solteros, pero no quieren posponer el deseo de tener un hijo. "Hoy se ve mucha gente que ha postergado la paternidad o la maternidad por priorizar el desarrollo laboral, en especial mujeres, y que luego se encuentran con que su reloj biológico les indica que se les acaba el tiempo", agrega Goldschmidt, que señala que la opción de buscar caminos alternativos para concebir y no elegir la adopción no sólo está dado por las dificultades burocráticas que plantea esa posibilidad en la Argentina.
"Vivimos en una sociedad muy biologicista -explica-. La idea de mantener la familia tradicional, con la mamá, el papá y los hijitos, se está reproduciendo en estos formatos, detrás de la idea de que el hijo tenga una figura materna y una paterna. Además, la búsqueda de una persona con quien tener un hijo en común permite compartir la crianza y no tener el peso que ella implica estando solo."
"Siempre quise tener hijos, pero cuanto más lo pensaba, más surgía el deseo de que pudiera tener un padre tanto biológico como presente -cuenta Cecile Heitz, argentina de 33 años, que vive con su pareja Vanina de Lorenzo, de 38, en Lima-. Conocí a Alejandro hace 8 años, él es gay y también tenía el deseo de tener hijos con una mamá presente. Fuimos fomentando nuestra relación y en el camino cada uno de nosotros encontró el amor y fuimos involucrando a nuestras parejas en nuestro proyecto."
Hoy Cecile y Vanina son mamás de los mellizos Celeste y Gaspar, de 2 años. "Viven con nosotras, pero un finde cada dos van con Alejandro y su pareja, Denis, al igual que durante la mitad de las vacaciones", cuenta Cecile. "Yo tuve un hijo con mi mejor amigo, pero no vivimos juntos -cuenta por su parte una mujer que pidió mantener su identidad en el anonimato-. Nos amamos los tres y nuestra relación es de amor y respeto. Pero no somos pareja."
"La vida cotidiana de estas familias funciona prácticamente igual que la de un matrimonio heterosexual que se ha divorciado", dice Goldschmidt. En el caso de Valeria, Susana y Hernán, Antonio vive con sus mamás, en Mar del Plata, y recibe periódicamente la visita de su papá, que vive en Buenos Aires. "Hernán viene una vez por mes y se queda unos días a dormir en casa. A veces viene con su novio, también vino su familia", cuenta Valeria.
"En la dinámica familiar de estas parejas se pueden dar distintas situaciones", dice Adrián Helien, médico psiquiatra y sexólogo del hospital Durand, autor del libro Cuerpos equivocados. "En general, tiene que ver con la cercanía de la persona: si es un familiar, el desarrollo de la vida hará que haya una cercanía, pero también hay casos en los que las personas que se ponen de acuerdo para tener un hijo luego no tienen contacto."
La elección de la pareja con quien tener un hijo puede recaer en un amigo o, incluso, en un desconocido. En los Estados Unidos, por ejemplo, son varias las redes sociales que ponen en contacto a personas solteras que buscan una persona con otra con fines de copaternalidad. En la Argentina, en muchos casos las personas buscan dentro de su círculo cercano. "Me han contactado amigas, que son parejas lesbianas, para pedirme que participe de la fecundación", cuenta César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina. "Tenía una relación afectiva, pero dije que no, porque no podría sólo donar, sino que sentiría la necesidad de incluirme en ese proyecto."
"De lo que se trata es de que haya una situación de sinceridad respecto de la necesidad de incluir a otra persona para concebir", dice Helien. Goldschmidt concluye: "Lo que tienen en común estas historias es un enorme deseo de tener hijos, y eso es lo valioso, porque un niño necesita amor, validación y cuidado. La condición sexual de los padres o la forma en que llegó al mundo son secundarios."