En menos de dos meses, desde que se antepuso un recurso de hábeas corpus para poner fin a su cautiverio, la primate Sandra, de 28 años, una especie híbrida, mezcla de orangután de Borneo y de Sumatra, pasó a engrosar la historia judicial argentina al convertirse en el primer animal al que un tribunal superior le reconoce la titularidad de derechos básicos: pasó de "cosa u objeto" a ser considerada persona jurídica como "sujeto no humano". De animal legal y legítimamente mantenido en cautiverio en el zoo porteño a homínido cuyos derechos pueden ser ahora tutelados.

Los activistas por los derechos de los animales lograron en poco tiempo aquí el reconocimiento por el que otras organizaciones como Nonhuman Rights Project o el Proyecto Gran Simio batallan desde hace años en otros países con similar argumentación: los grandes simios, por sus capacidades cognitivas y emocionales como sujetos sintientes, no pueden ser maltratados y confinados en recintos inadecuados como zoológicos.

"El cambio doctrinario es inédito, impactará en fallos futuros y motivará el cambio de leyes", dijo ayer a LA NACION Andrés Gil Domínguez, abogado patrocinante en esa causa, que el viernes obtuvo una resolución favorable de la Sala II de la Cámara de Casación Penal. "Vamos a pedir la habilitación de la feria judicial para que se la libere y se la traslade a un santuario. El fallo remitió a un juzgado inferior para que se expida sobre su liberación", aclaró.

El zoo mostró ayer a Sandra en el recinto que ocupa desde hace 20 años ante una nutrida platea de periodistas, que observó sus monerías detrás de un blindex. Comió un melón; se colocó la cáscara como si fuera un gorro; abrió paquetes, de los que extrajo comida, y se colgó de las sogas de su recinto, como si fueran lianas.

Con un sobrepeso de más de 10 kilos, por su personalidad sedentaria, según contaron sus cuidadores, Sandra lleva una dieta rigurosa: yogur, gelatina, frutas, verduras, semillas y forrajes, que le esconden en su recinto. Ella misma ha cubierto con hojas su nido en altura, donde reposa gran parte del día. "Lo único que la estresa a veces son los gritos dominantes de la chimpancé Sasha, del recinto contiguo, que a diferencia de Sandra convive en familia: Max, su compañero, y Cangu, su cría."

"No nos oponemos a que sea trasladada a un santuario si es que gozará de mayor espacio, tendrá algún tipo de contacto con sus congéneres y la misma o mejor atención integral de la que aquí goza", dijo el jefe de biología del zoo, Adrián Sestelo y añadió: "La colección de animales pertenece al gobierno de la ciudad, que debe decidir sobre la situación judicial".

Como informó LA NACION, el zoo se reorienta a mantener animales autóctonos; ya inició conversaciones con la ONG Proyecto Gran Simio para ver la viabilidad del traslado.(LANACION)