No habrá respiro luego de tantos esfuerzos y logros. Porque las cartas se barajaron y dieron de nuevo durante la jornada de ayer para queTabaré Vázquez y Luis Lacalle Pou, los héroes del día, comiencen otra partida de acá al 30 de noviembre, el ballottage que definirá al sucesor de Mujica.

Después de marcados altibajos en la campaña, que pusieron en alerta máxima a la dirigencia del Frente Amplio, el ex presidente asoma con un claro margen de ventaja con respecto a su seguidor, que hizo una excelente campaña, pero deberá remontar una dura cuesta.

Lo que se viene es una nueva campaña ante el pueblo uruguayo, acompañada de un frenesí de negociaciones entre los partidos ganadores y los minoritarios para conformar alianzas en el Parlamento y unir fuerzas de cara al ballottage.

Si algo estaba claro desde el comienzo de esta campaña, si algo sabían incluso los militantes más optimistas de cualquiera de los bandos es que nadie podría cortarse solo si pretende alcanzar el 50% más uno de los votos necesarios para alzarse con la victoria final.

Más allá de las estadísticas que se manejaron para la primera vuelta, las encuestas que se animaron a sondear las preferencias para el ballottage tenían a los dos candidatos bastante parejos, pero con Tabaré ligeramente adelante.


Los analistas de opinión advirtieron, sin embargo, que esas encuestas para el ballottage podrían variar a lo grande cuando se definiera la primera vuelta: los votantes vuelven a pensar su decisión y todo puede pasar. Por eso Tabaré y Lacalle Pou cuentan las horas para ver los nuevos sondeos y conocer, como los amantes de la moda, las nuevas tendencias de la temporada en materia electoral.

Redefinir estrategias, recombinar alianzas, reunirse como grandes amigos con los duros rivales de apenas unas horas atrás o todo eso junto es lo que les espera a los dos candidatos en el próximo mes.

La primera combinación será desde luego la del Partido Blanco con los colorados, las formaciones de centroderecha que harán causa común para desafiar al oficialismo. Los militantes del Frente Amplio suelen llamar despectivamente a esta unión de voluntades el "voto rosado".

"Cuando se cierren las urnas [y se vea] cuáles son los resultados, naturalmente creo que se inicia un proceso de diálogo", dijo Lacalle Pou poco antes de votar. Quien tomó la posta fue Bordaberry, que luego de conocidos los resultados en boca de urna le dio su respaldo como la persona que puede llevar adelante los necesarios cambios en seguridad y educación que reclama la sociedad.

"Creo que quien propone esos cambios en materia de seguridad ciudadana y en materia de educación es el doctor Lacalle Pou. Por ello trabajaré cada hora en los próximos 34 días para que el doctor Lacalle Pou gane el ballottage", dijo anoche Bordaberry en su sede partidaria.

Pero el Frente Amplio, a su vez, buscará tejer acuerdos con otras agrupaciones que refuercen su poderío: el Partido Independiente puede transformarse en un decisivo aliado que quizás, con los votos de algunos indecisos, lo llevaría al borde de las mayorías parlamentarias.

Se viene así un juego bien criollo, un truco donde Lacalle Pou y Bordaberry desafiarían a Tabaré Vázquez en posible pareja con Mieres u otros partidos. El gran problema para la pareja de centroderecha, sin embargo, es que según los resultados en boca de urna de ayer los colorados sumaron muchos menos votos de lo esperado y su ayuda no alcanzaría.

Las cartas con las que deberán jugar todos los participantes serán las de ofrecer soluciones concretas a las principales demandas. Además de la seguridad y la educación, de lejos lo más cuestionado, figuraron también el alivio impositivo a la clase media y la mejora del sistema de salud. Otra crucial, aunque para muchos ya es un caso perdido, es la reforma del Estado. Es decir, menos burocracia y más eficiencia en las instituciones públicas.

Además del contenido de los mensajes, los uruguayos estarán pendientes del tono de la campaña. Todo hace pensar que se mantendrá el talante civilizado que dominó en los últimos meses y que tanto contrastó con la despiadada campaña que se veía en Brasil, donde los trapos sucios volaban a discreción.(LANACION)