La mandataria brasileña y aspirante a la reelección, Dilma Rousseff, favorita según las encuestas, y los candidatos opositores Marina Silva y Aécio Neves salieron ayer a las calles para captar el voto de los indecisos, dos días antes de las elecciones presidenciales.



Un día después del último debate televisivo y del cierre de la propaganda política en los medios, Rousseff recorrió el centro de San Pablo junto con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La caminata, en un ambiente festivo por parte de los militantes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), recorrió algunas de las calles del centro de la mayor ciudad brasileña.

A pesar del favoritismo de Rousseff para terminar primera en los comicios, las encuestas indican que deberá disputar una segunda vuelta el 26 de octubre ante el segundo más votado, posición a la que aspiran la ambientalista Silva y el socialdemócrata Neves, segunda y tercero en los sondeos.

Los candidatos ya no pueden hacer actos oficiales de campaña, aunque sí está permitido que recorran las calles y se encuentren con la militancia.

Tras la caminata, Dilma Rousseff hizo un pronunciamiento en un hotel ante los periodistas, en el que no admitió preguntas y abordó temas relacionados con la salud pública, que, según ella, “no fueron tratados en el último debate”, realizado el jueves en la red de televisión Globo.

Rousseff insistió en la necesidad de implementar el programa Más Especialidades, un complemento del Más Médicos que lanzó en 2013 y con el que se contrató a profesionales –la mayoría extranjeros– para atender a la población en regiones remotas del país.

Destacó también el Servicio de Atención Médica Urgente, el programa Farmacia Popular, el incremento de “equipamientos y transporte” en centros para personas con deficiencias y la expansión de asistencia odontológica a las clases populares.
 
En Río de Janeiro, en tanto, Silva atacó las promesas incumplidas de Rousseff y criticó la política económica y algunos apartados sociales de gobierno, en un recorrido por las calles de Tijuca, popular barrio de clase media.

“Dice que el país está creciendo y lo hace a un ritmo bajísimo. Dijo que se bajarían los intereses y ahora los trabajadores están amenazados”, aseveró Silva, que también criticó el aumento de la inflación.

Los economistas prevén que la economía de Brasil crecerá este año 0,29 por ciento y la inflación de los últimos 12 meses se encuentra próxima al 6,5 por ciento, techo máximo tolerado por el gobierno.

Neves, por su parte, visitó un complejo de favelas en Belo Horizonte, capital del sudoriental estado de Minas Gerais, su fortín político y del que fue gobernador. Allí pidió votos para su candidato al gobierno regional.



“Quiero decir a mi tierra y a mi gente que la elección de Pimentada Veiga es tan importante en Minas como mi propia elección”, declaró Neves, quien afirmó que si es elegido, sabe que encontrará un caos en la economía del país.

Hoy es el último día de campaña antes de las elecciones de mañana, en las cuales están llamados a votar 142 millones de brasileños.

Rousseff viajará hoy a su natal Belo Horizonte antes de ir a Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, donde hizo su carrera y votará mañana.

Por su parte, Silva convocó para hoy una caravana en San Miguel Paulista, un barrio pobre de San Pablo, y luego partirá a la amazónica ciudad de Río Branco, capital de su natal estado de Acre, donde votará.

En cambio, Neves permanecerá en Belo Horizonte hasta las votaciones.