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07/06/2014 12:36 hs

Parejas que comparten passwords, ¿un signo de confianza o de invasión?

Latinoamerica - 07/06/2014 12:36 hs
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Según estudios recientes, el 67% de los usuarios de Internet, casados o en una relación estable, conoce todas las contraseñas de su pareja.

 "Una pareja tiene que compartir todo sin ocultar nada, confiar plenamente, desde los ingresos monetarios hasta una sesión de Facebook. Parte de nuestro acuerdo es no darles lugar a las sorpresas", asegura Sergio Berton, un operador de sistemas de 35 años que desde hace 12 está casado con Estela y con quien comparte todo, incluso, las contraseñas de sus accesos online.
 
Según Facundo Malaureille, abogado especializado en protección de datos online, años atrás la confianza marital implicaba no abrir correspondencia que llegaba al hogar a nombre de otro ni revisar carteras, bolsillos o maletines. "Con la tecnología, todo se volvió más confuso", afirma. Es verdad: un reciente estudio de Pew Institute brinda un anclaje respecto del uso que las parejas dan a la tecnología. El 67% de los usuarios de Internet casados o en una relación estable, comparte la contraseña de sus cuentas online con su pareja, especialmente las que llevan más de diez años juntos.
 
Claudio Celano Gómez y Natalia Serantes, de 29 y 28 años, llevan juntos una década. Hoy, casados, comparten contraseñas de todo. "Lo considero casi tan importante como decidir qué se hará con el dinero que cada uno gana. Si hay confianza y respeto, no se me ocurre por qué no hacerlo", señala Claudio.
 
Según Luis Stiglizt, sociólogo, psicólogo y terapeuta, ellos "validan la pareja sobre la base de compartir y contarse todo; para ambos no hay privacidad ni secretos".
 
"Es mayor el trabajo de esconder que estar tranquilo con lo que uno hace o con la persona en quien confía. No es una exigencia, es algo mucho más grande, un proyecto juntos", subraya Sergio.
 
El sentido de la privacidad no ha existido siempre, fue creciendo desde la modernidad hasta hoy. "Esa perspectiva de lo que es propiamente mío, inaccesible, es relativamente reciente, e Internet pone a mano la posibilidad de desplegar esa esfera que nadie más conoce", explica Beatriz Vuelta, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad.
 
EL EJE ES LA CONFIANZA
 
Claro que detrás del acceso a las comunicaciones del otro está la confianza. "Necesito saber la contraseña para controlar y quedarme tranquilo. Conflictos de pareja derivados de tener o no estos accesos están a la orden del día", comenta Stiglizt. Eso sí, todas las parejas tienen acuerdos tácitos o explícitos frente al concepto de proximidad y distancia. "Algunos sostienen que se tienen que contar todo, otros entienden que cierto grado de distancia óptima es positivo y los lleva a una mejor comunicación y a respetar espacios", aclara el especialista.
 
Para María, en pareja con Alberto desde la secundaria, la confianza pasa por otro lado: "Saber una contraseña no garantiza nada; si uno no confía en la pareja, no hay contraseña que alcance", y cuenta que en su pareja sólo es necesario acceder a las contraseñas en un caso de urgencia y sin invadir la privacidad.
 
La cuestión que sobrevuela es la posibilidad de descubrir algo que decepcione o lleve a una ruptura, especialmente una infidelidad... "Tenemos que preguntarnos si un chat o flirteo virtual son tentativa de adulterio o infidelidad. Nadie responderá esto con sinceridad, pero si lo hiciéramos, miles de matrimonios dejarían de existir. ¿Uno es infiel o digno de poca confianza al no compartir la contraseña con la pareja? ¿La negativa a hacerlo es prueba de algo?", se pregunta Malaureille.
 
Claudio y Natalia explican que la iniciativa de compartir fue mutua. "Si no te pido la clave, no tenés por qué dármela, pero si te la pido y por algún motivo dudás en dármela, puedo empezar a pensar cosas raras", subrayan.
 
A muchas personas se les despierta la alerta al saber de casos donde mails o chats provocaron crisis. "Internet abre el límite; para muchos, acerca la posibilidad del engaño", sostiene Vuelta. Pero también hay otra mirada donde la indiferencia puede ser una negación. "Hay personas que saben que la relación no está bien y no quieren implementar una estrategia para encontrar lo que temen encontrar", completa la terapeuta.
 
Por otra parte, un rasgo de la Web es la posibilidad de hacerse transparente y anónimo al mismo tiempo, nada asegura que los que se intercambian contraseñas no puedan tener otras cuentas paralelas. Stiglizt coincide desde los casos que atiende en su consulta: "Comparten absolutamente todas las contraseñas y luego me entero de que hay una vida privada más allá".
 
ESPACIOS PROPIOS
 
Mientras tanto, la posibilidad de contar con un reducto íntimo e impenetrable es un derecho que muchas personas defienden con recelo, sin que ello implique no ser digno de confianza. "Siguen siendo dos personas. Cuando se pierden estos espacios, se deja de enriquecer la pareja", puntualiza Vuelta.
 
"No es necesario compartir contraseñas, son cuentas personales -cuentan Santiago y Mariel, de 29 y 31 años, tras cuatro años juntos y dos de convivencia-. Ninguno de los dos siente que el otro tenga nada que esconder."
 
Ese espacio privado, además, puede ser un reducto donde se digan cosas que en verdad no se piensan ni se sienten. "Ahí uno quizá juega a ser algo que no quiere ser en realidad, o dice algún comentario desafortunado que no implica que quiera o vaya a engañar a su pareja. Ese espacio virtual cumple la función de válvula de escape de la realidad, un espacio íntimo de escasa trascendencia temporal", rescata la terapeuta.
 
"Las comunicaciones electrónicas no tienen entonación y son muy difíciles de interpretar fuera de contexto -agrega Malaureille al respecto-. Un mail o un chat pueden significar muchas cosas, el otro puede no entender el tono y se genera una fricción innecesaria."
 
Según Malaureille, si bien muchos sostienen que la confianza de pareja implica que cada cónyuge conozca las contraseñas del otro, hay peligros latentes. "Hay ámbitos de la privacidad que son personales y ni siquiera la pareja debe conocer, aun a riesgo de poner en peligro esa relación. En algunos casos -médicos, abogados, contadores- es riesgoso que la pareja se entere de determinadas cuestiones que están amparadas por secreto profesional. Las consecuencias de revelar esa información pueden ser graves", agrega.
 
Para Stiglizt, respetar la privacidad parecería ser el escenario más adecuado. "Me parece mucho más sano que no haya una fundición absoluta con el otro, aunque depende de los acuerdos particulares."
 
¿No tener nada que ocultar también puede ser un problema? Según Vuelta, parecería que sí. "Creo que es imposible encontrar a alguien que no tenga nada que esconder y si así fuera, está negando una parte de su realidad", concluye..


Fuente: lanacion.com.ar

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