Aunque el papa Francisco desde hace más de un año insiste en llamar a los sacerdotes a tener una vida simple y austera , el mensaje a veces no es comprendido en Roma.

El semanario L'Espresso reveló ayer que el 27 de abril pasado, el día de la doble canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, en su terraza con espectacular vista a la Plaza San Pedro, organizó un evento para unos 150 invitados especiales, que luego de la misa fueron agasajados con un elegante buffet.

Al ver las fotos del banquete, que publicó el sitio de chimentos Dagospia, el Papa se enfureció. Inmediatamente ordenó una investigación interna para saber quién o quiénes autorizaron semejante iniciativa, que costó 18.000 euros.



El evento, nada en sintonía con la prédica de austeridad del Papa, para peor se llevó a cabo después de que cientos de miles de personas habían pasado la noche a la intemperie, hacinadas en filas dantescas para no perderse la histórica doble canonización de los predecesores de Francisco.

En las fotos que pueden verse del evento en el Vaticano, al margen de los invitados especiales del mundo de la política, empresarial, del periodismo y el espectáculo, saltan a la vista algunos altos prelados de la Santa Sede.

Entre ellos, el monseñor español Lucio Ángel Vallejo Balda, del Opus Dei, "número dos" de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede y secretario de la comisión que creó el Papa para revisar la organización económico-administrativa de la Santa Sede, que casualmente ayer fue disuelta.

Además, como virtual anfitriona del evento se la ve a Francesca Chaouqui, lobbysta, también miembro de la misma comisión que ayer finalizó su trabajo y cercana al Opus Dei, cuya designación generó revuelo en su momento.

Según L'Espresso, el Papa le ordenó al sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciú, averiguar "quién autorizó la festichola, cómo fue pagado el buffet, quiénes fueron los sponsors y quién envió las invitaciones".

"Cuando salió a la luz que la invitación con el escudo vaticano no había sido enviada por el presidente del dicasterio y que el evento había costado unos 20.000 euros, estalló un gran revuelo", publicó la revista, que bautizó al escándalo -que seguramente hará rodar cabezas- "la guerra de la terraza".

En el banquillo se encuentra el cardenal italiano Giuseppe Versaldi, responsable de la Prefectura de los Asuntos Económicos y amigo del polémico ex secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone, que clamó su inocencia y negó estar involucrado en el costoso agasajo. Pero habrá que esperar.