El hombre trasplantado en Córdoba habló por teléfono con el piloto Claudio Pistone, quien se arriesgó a un aterrizaje con pocas condiciones de visibilidad para posibilitar la operación
Cuando Osvaldo despertó, tenía un corazón que no era el suyo. Y se enteró de que late porque alguien venció a la niebla: el piloto Claudio Pistone. Hoy hablaron por primera vez, por teléfono.
-¡Hola Pistone! ¿Cómo le va? Quiero conocerlo ¡por Dios!
-Yo estoy muy contento de que usted esté bárbaro - le respondió el piloto durante el diálogo telefónico concretado por el aire de Mitre Córdoba, durante el programa Aquí Petete.
Osvaldo, de 52 años, se siente como "un chico con juguete nuevo", gracias al trasplante de corazón al que pudo ser sometido el martes 6 de mayo. Dos días después se enteró de cómo fue posible.
Ayer regresó a la zona rural de Monte Cristo, donde hasta hace cuatro años vivía con normalidad. Luego empezaron las complicaciones cardíacas que lo llevaron a la lista de emergencia nacional (Infografía del trasplante).
El día del trasplante, el Aeropuerto de Córdoba estaba cerrado por la niebla. El avión de una empresa privada, que realiza vuelos sanitarios, estaba a la espera en Mendoza, donde se había realizado la ablación del donante.
El corazón venció a la niebla, porque el piloto Claudio Pistone, ante la noticia de que en Córdoba, por instantes, se abría el cielo, decidió emprender el vuelo, con la cuenta regresiva para poder realizar el trasplante.
Finalmente, al llegar a Córdoba, la visibilidad, en un pequeño lapso de tiempo, fue la mínima necesaria (800 metros) y pudo aterrizar, contrarreloj. Segundos después, la visibilidad era de sólo unos 50 metros.
"Estoy contento que esté bárbaro. Lo único que hicimos fue tratar de hacer todo lo mejor posible", aseguró Pistone.
"Hay que tener cojones para hacer lo que hizo esta gente", dijo Osvaldo. "En la semana que viene lléguese por aquí (...) Cuando venga nos vamos a dar un abrazo muy fuerte", fue su deseo.