"No nos prestamos a una burla. El diálogo está en crisis: el gobierno dice que está a favor, pero actúa en contra." Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y uno de los principales impulsores del acercamiento al chavismo, constató ayer que las conversaciones naufragan, incluso que están "congeladas por el caso de los estudiantes".

La gigantesca operación policial contra los campamentos "de la libertad" (243 detenidos) de la semana pasada en Caracas, más la "operación morrocoy [tortuga] con boina roja", aplicada desde el Palacio de Miraflores a los temas en debate, provocaron la reacción de la MUD, que llevaba días rumiando dar este golpe sobre la mesa negociadora. "Vamos a conversar con los cancilleres [que tienen previsto regresar mañana a Caracas] y el nuncio apostólico para explicarles esta situación", adelantó Aveledo.

¿Y cuál es la situación? Los pocos avances realizados desde el 10 de abril fueron dinamitados desde los sectores radicales del chavismo con la aquiescencia de Nicolás Maduro , que también ha mezclado sus mensajes de paz con los habituales ataques apocalípticos contra la oposición. El último torpedo lo lanzó anteayer el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, que definió como "fantasías animadas de ayer y hoy" la posible liberación del comisario Iván Simonovis, el preso político más emblemático de la revolución.

La oposición acariciaba la esperanza de que un próximo viaje de monseñor Pietro Parolin, mano derecha del papa Francisco , coincidiera con su puesta en libertad.

Desde la Asamblea, capitaneada por Diosdado Cabello, también se colocaron nuevos obstáculos a los avances negociadores. El líder del ala militar bolivariana se situó a sí mismo al frente de una comisión de la verdad parlamentaria que en nada se parece a la discutida en las mesas del diálogo, con total control chavista. "No enviaremos a nuestros representantes -anunció Aveledo-. Cabello no puede ser presidente de una Comisión de la Verdad que lo va a investigar a él."

La Comisión de la Verdad se debería encargar de esclarecer los 43 homicidios ocurridos desde que el 4 de febrero los estudiantes de San Cristóbal tomaran la calle tras un intento de violación. También incluiría las denuncias de torturas y maltratos, confirmadas por Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Cabello niega estas denuncias y acusa a "fascistas" y falsos mercenarios de los homicidios.

Durante la sesión parlamentaria de ayer, la bancada gubernamental dejó clara cuál es su postura, oponiéndose a que se debatiera sobre los casos de abusos policiales. "No puede haber patria si se tortura a los hijos de la patria", acusó el diputado Abelardo Díaz. "Los violentos no somos nosotros, ustedes son los asesinos", cerró el debate el oficialista Elvis Amoroso con la habitual retórica revolucionaria.

MANO DURA

La "represión desmedida e injustificada" denunciada por la MUD se respalda además en cifras: casi 3000 detenidos en tres meses de protestas, 1708 personas bajo medidas cautelares y 161 privadas de libertad. Entre ellas, 11 dirigentes universitarios que pernoctaban en los campamentos. A todos ellos los acusan de portación ilegal de armas de fuego y tráfico de drogas. Incluida Sairam Rivas, presidenta del Centro de Estudiantes de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, siempre de mayoría chavista hasta su aparición.

Al margen de los torpedos revolucionarios, los dirigentes radicales opositores mostraron su escepticismo respecto del diálogo desde un primer momento. Mucho más allá van sus seguidores, quienes en las redes sociales embisten contra los dirigentes de la MUD, acusándolos de "colaboracionistas".

En el blanco está Aveledo, que, pese a tirios y troyanos, insistió ayer en el mismo discurso: "Ocho de cada diez venezolanos quieren diálogo porque saben que el país está en crisis. Y si el diálogo fracasa, no dañará ni a la MUD ni al gobierno, dañará a Venezuela".

De esta forma, la oposición se levanta temporalmente de la mesa de diálogo y se pone en manos, otra vez, de los testigos internacionales. Los cancilleres de la Unasur Ricardo Patiño (Ecuador), María Ángela Holguín (Colombia) y Luiz Alberto Figueiredo (Brasil), más el nuncio Aldo Giordano, tienen ante sí un nuevo reto. "No volveremos a reunirnos si el gobierno no demuestra interés, con demostraciones concretas. Tienen la palabra. Y si creen que ganan tiempo, están equivocados, pierden tiempo. La paciencia de Venezuela se agota", sentenció Aveledo.

Una paciencia que ayer sufrió un nuevo revés: la inflación de abril se disparó al 5,7%, según reveló el gobernador Henrique Capriles. El Banco Central de Venezuela optó por no hacer público este dato.

Fuente: lanación.com