El Sumo Pontífice llegó a la Basílica de San Pedro para confesar, pero antes decidió confesarse él; afirmó que la misma "no es un tribunal de condena sino una experiencia de perdón y misericordia"
El papa Francisco acudió hoy a uno de los confesionarios de la Basílica de San Pedro del Vaticano para confesarse de rodillas durante el Rito de la Reconciliación que ofició en el templo, previo al cuarto domingo de Cuaresma.
El Papa descendió del altar de la Basílica, bajo el baldaquino barroco, y, tras quitarse la capa pluvial morada, símbolo de preparación cuaresmal, acudió a uno de los confesionarios de la nave central, ante el que se arrodilló.
El gesto del pontífice se produjo antes de proceder a escuchar a algunos fieles en confesión. Tras su confesión, el Papa afirmó que la Confesión "no es un tribunal de condena sino una experiencia de perdón y misericordia", en un discurso dirigido a los participantes del Curso Anual promovido por la Penitenciaría Apostólica que contribuye a la formación de buenos confesores.
De esta forma, Francisco invitó a los sacerdotes a alejarse del "rigorismo" y de la "laxitud" porque ninguno de estos dos extremos "se ocupan de la persona que se arrepiente".
Durante la audiencia celebrada en el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico del Vaticano, reflexionó sobre el sacramento del perdón y sobre el papel del sacerdote confesor.
Además, reconoció que las personas a veces sienten "fatiga" para llevar a cabo la confesión "sea por razones, prácticas, sea por la natural dificultad de confesarse ante otro hombre".
Por ello, enfatizó la importancia de "trabajar mucho sobre la humanidad" para "no ser nunca un obstáculo" y favorecer siempre el acercamiento a la misericordia y el perdón.