Las importaciones de carne de cerdo, principalmente de Brasil, se redujeron a su nivel más bajo en 20 años.
Luego de incrementar más de 20% su producción de cerdos en 2013, la Argentina quedó cerca de asegurarse el autoabastecimiento de carne porcina, uno de los pocos rubros alimenticios en los que el país todavía depende de sus compras en el extranjero.
Datos del Ministerio de Agricultura revelan el notable desempeño de ese sector productivo en los últimos años. Con 4,8 millones de cerdos que fueron a faena en 2013 (como comparación, el país sacrificó 12 millones de bovinos en el mismo periodo), se logró producir 416.000 toneladas de carne porcina. Respecto de 2012, el crecimiento de la oferta llegó a 21,46%. Pero el salto fue mucho mayor en perspectiva histórica: una década atrás se producían solamente 158.000 toneladas.
En el último año casi todos los indicadores sobre el sector se fueron para arriba y marcaron récord. El consumo doméstico llegó a 426.000 toneladas, lo que equivale a unos 10,40 kilos anuales por habitante, en promedio. Aquí se contabilizan tanto los cortes porcinos que se destinan a la industria de los chacinados como la carne fresca, que cada día ocupa mayor espacio en las parrillas y ya compite con el tradicional asado vacuno. Diez años atrás, cada argentino ingería de 5 a 6 kilos de cerdo, y la mayoría era carne procesada.
En este escenario de fuerte expansión -la consultora IES calculó que el sector creció a una tasa anual de 9,8% desde 2004-, se redujo a una mínima expresión el peso de las importaciones. Fueron de solo 16.794 toneladas en 2013, por 64,32 millones de dólares.
En las últimas dos décadas nunca se había comprado en el extranjero tan poca cantidad de carne porcina. Los usual es que esas importaciones se ubicaran entre 30 y 50 mil toneladas anuales, con un pico de 71.900 toneladas en 1998 Los cortes llegan básicamente de Brasil, pero también de Chile y hasta de algún país europeo. Entre los escasos alimentos que debe importar la Argentina, la carne porcina resultaba ser un rubro de importancia, pues se ubicaba detrás de la banana y el café, dos productos que aquí prácticamente no se producen.
Los analistas creen, en este contexto, que la Argentina quedó a un pequeño paso de lograr su autoabastecimiento de carne de cerdo. Sería lo razonable, porque el país cuenta con condiciones ideales para el desarrollo de esta actividad: buenas líneas genéticas y una gran disponibilidad de alimentos a muy bajo precio. Con tanto maíz y soja -y como en el caso de los pollos-, resulta un pecado que no se agregue valor y haya suficiente oferta de carne de cerdo e inclusive que no se exporte. Los envíos al exterior, por cierto, son por ahora marginales: de poco más de 6.500 toneladas el año pasado.