Crecieron 11% en febrero, para buscar un mayor rendimiento frente a la inflación.
La combinación de un dólar estable y tasas de interés que se ajustaron al alza, por impulso de la receta ortodoxa con la que el Banco Central (BCRA) logró domar la corrida cambiaria contra el peso, desataron en el último mes y medio un verdadero boom de plazos fijos.
La necesidad de sacar algún rédito a los pesos para minimizar la pérdida provocada por la aceleración inflacionaria y la posibilidad de hacerlos rendir más en relación con el dólar impulsaron el regreso de esta "bicicleta financiera" destinada básicamente a ganar poder de compra en divisas, y dieron lugar a una relocalización inédita del dinero bancarizado: desde fines de febrero, y por primera vez desde que el corralito provocó entre muchos argentinos una fobia a los depósitos, los bancos tienen más dinero inmovilizado en plazo fijos que el disponible en cuentas a la vista (cajas de ahorro y cuentas corrientes). El traspaso fue liderado en partes iguales por empresas, inversores mayoristas y organismos públicos. Y más tarde se acoplaron los ahorristas comunes.
Esto sirve para entender que el salto en los plazos fijos derivó del cambio de estrategia monetaria del Gobierno (los esfuerzos que hizo para retirar pesos del mercado) y los incentivos que el BCRA dio a las cerealeras para que liquiden dólares tras la devaluación, al obligar a los bancos a desarmar redituables posiciones que habían tomado en futuros de dólar (y que les reportaron ganancias muy importantes entre diciembre y enero) para que pudieran tomar un virtual seguro de cambio a precio de remate.
A esta estrategia se sumaron de inmediato empresas y organismos públicos con excedentes de liquidez, y luego los ahorristas, como habían hecho en 2010 (período de dólar virtualmente congelado: el tipo de cambio subió apenas 4% cuando la inflación ya volaba cómoda sobre el 20%) para sacar rédito de las mejores tasas y luego, con lo obtenido, quedar en todo caso a la expectativa de comprar más moneda extranjera.
El resultado fue un salto de 11% en el total de plazos fijos bajo administración de los bancos locales durante febrero, al pasar el stock total de $ 295.800 millones a $ 336.200 millones, en un contexto en el que el total de los depósitos del sistema se contrajo casi 1% por el ajuste en los saldos de cuentas corrientes y cajas de ahorro que resulta de la restricción monetaria.
A su vez, en ese contexto, las colocaciones privadas mayoristas (para la estadística, las superiores a $ 1 millón) treparon 5,2% en el mes, y las minoristas, 3,4%. Pero las del sector público treparon 36%, al saltar de 70.400 millones de pesos a 96.230 millones. Es el resultado del surgimiento del período de "paz cambiaria", como lo llamó el economista Miguel Bein, al ser el primero en dictaminar el fin de la corrida contra el peso y ganar, de ese modo, una mención presidencial.
Pero así como ese vuelco en el mercado fue una realidad inexorable, no lo son menos las señales que lo marcan como un oasis temporal. Por caso, el grueso del dinero inmovilizado fue a colocaciones de corto plazo, como queda a la vista con el aumento cercano a 14% (duplicando el ritmo de aumento del resto de los plazos) que registraron las colocaciones a menos de 60 días, según los últimos datos disponibles. Éstas hoy representan el 64% del total de pesos inmovilizados, 4 puntos más que hace un par de meses.
Además, otros consultores no dejan de recordar que si el dólar se calmó "no fue por falta de demanda, sino porque hubo medidas. Como la descarga obligada de posiciones de los bancos, que ayudaron a incrementar la oferta", repite Maximiliano Castillo, de ACM, cada vez que analiza esta coyuntura. "El tipo de cambio real está retrasándose ágilmente por culpa de la aceleración de la inflación. Además, los bancos ya redujeron sustancialmente su exposición a activos dolarizados, por lo que su aporte a futuro a la oferta de divisas dejará de ser significativo", coincide su colega Federico Muñoz.(Fuente:lanación.com)