El ingreso a un nuevo establecimiento escolar tiene que ver con la adaptación a los cambios. La posibilidad de que el niño o adolescente logre hacerlo con éxito depende, en gran medida, de sus padres. Ellos deben ser el puerto seguro desde el cual pueden salir a explorar la realidad.
La vuelta al cole siempre conlleva cambios. Más aún, cuando el regreso a la rutina escolar será en una nueva institución o en el pasaje hacia una nueva etapa escolar.
Tenemos que tener en cuenta que no es sólo nuestro hijo quien crece, sino que los papás maduran al ritmo del crecimiento de sus hijos. No es lo mismo ser mamá de un niño del jardín que ser mamá de un adolescente que está por tomar el micro al viaje de egresados. La adquisición de una etapa jerárquicamente superior en el niño o adolescente también implica este proceso en sus padres. Cuando esto no se cumple, la familia no está preparada para los cambios que la vida trae y pueden llegar a aparecer diversos problemas.
Un repaso por cada etapa:
* Ingreso al jardín
Los más pequeños deben dejar por algunas horas su hogar, sus juguetes y sus rutinas conocidas para enfrentar una situación en la que todo es nuevo para ellos. El papel de los papás es fundamental para lograr una buena adaptación. Se debe tener en cuenta que cada niño tiene sus tiempos, que deben ser respetados. Por ello es recomendable llevarlo al principio sólo por pocas horas y aumentarlas a medida que se familiarice con todo lo nuevo que debe afrontar.
* Ingreso a la primaria
Esta etapa se caracteriza por la necesidad de adaptarse a una nueva vida escolar, es decir, a nuevas formas de aprendizaje que incluyen el juego en menor medida que en el jardín de infantes –que fue una preparación para esta etapa-. El niño no sólo cambia su vestimenta, sino su vínculo con la maestra y con los contenidos educativos. En muchas instituciones el pequeño jardín se transforma en una mayor estructura edilicia y hasta el patio de juegos debe ser compartido con niños mayores. Quienes ingresan a primer grado pasan por un proceso de adaptación a esta situación.
Es recomendable dialogar, dialogar y dialogar hasta el cansancio. Nárrenles sus experiencias, pónganse en sus zapatos, contándoles que alguna vez también fueron nuevos y pudieron sobrellevar la situación en forma airosa.
* Ingreso al secundario
Luego del viaje de egresados en séptimo grado (que permite sobrellevar el gran cambio que se viene) llega el inicio de clases de la secundaria. Ahora tienen que adecuarse a otro tipo de educación, caracterizada por mayor cantidad de docentes y de materias o, en la mayoría de los casos, el cambio de colegio. Todo esto, acompañado con grandes cambios en lo personal, tanto a nivel físico como emocional, característicos de la adolescencia. En esta etapa, los adolescentes deberán dejar de ser los niños que fueron para pasar a ser paulatinamente, los adultos que serán. El hecho que los hijos crezcan no implica que abruptamente nos desentendamos de ellos. Todo lo contrario: es el momento en que los padres debemos estar más atentos que nunca. La rebeldía propia de los adolescentes puede llevarlos a tomar decisiones equivocadas que sólo con el amor y presencia de los papás pueden ser evitados.
* El cambio de escuela
Los chicos que deben cambiar de escuela por alguna razón, deben adaptarse a las características de una institución, a maestros o profesores y, sobre todo, a nuevos amigos. Pero no debe ser un motivo de preocupación: los niños tienen tanta plasticidad psíquica que, a poco de comenzar las clases, sentirán que asistieron desde siempre a ese colegio.
En definitiva, ponerse en los zapatos de los hijos permitirá a los padres acompañarlos con compresión y diálogo para sobrellevar los cambios que la vida trae.
Por Deby Goldberg, licenciada en Psicología y Psicopedagogía.