Como toda actividad, fertilizar tiene una justa medida. Para que su función sea efectiva hay que hacerlo en la cantidad indicada y en el momento correcto.
Cuando a una planta (en maceta o en tierra) le agregamos algún fertilizante, comienza a verse más saludable, da nuevas hojas, crece y comienza a producir brotes.
Como primer paso, tenemos que saber que hay una diferencia pequeña entre las plantas de interiores y las de exteriores. Las primeras suelen estar en maceta y eso hace que el sustrato se lave más rápido. Del mismo modo, en estos contenedores la tierra tiende a endurecerse más rápido, por eso hay que removerla periódicamente para que esté aireada.
En ambos escenarios lo mejor es utilizar fertilizantes orgánicos, como el humus de lombriz o el compost. Ayudan a que la tierra no se compacte y son asimilados mejor por la planta. Además, usando elementos naturales mejoramos también el suelo, que es la base de lo que deseamos cuidar.
También hay fertilizantes químicos, que son de liberación lenta. A su favor se cuenta que son prácticos, pero la contra es que si se usan en grandes cantidades provocan una acumulación de sales en el suelo que termina jugando en contra. Con los orgánicos este riesgo no existe. Para las plantas que necesitan suelos más ácidos (como las de interior o las azaleas y los helechos) también se puede aplicar resaca, que es natural.
Con los fertilizantes orgánicos hay que tener en cuenta que son de efecto a largo plazo, aunque la primera mejoría se nota casi de inmediato. Esto hace que el usuario se entusiasme y lo siga usando sin tener en cuenta que sigue funcionando todavía la primera aplicación. Así es como se perjudica al suelo y, por consiguiente, a las plantas.
La mejor época para fertilizar un jardín o un cantero es cuando se va terminando el invierno. No es bueno colocar estos aditivos cuando se dan temperaturas extremas. Si hace mucho calor, generamos que la planta comience a dar brotes, flores y hojas que necesitarán mucha más agua y si no la obtienen se secarán. Entonces, trabajó y gastó energía en algo que no prosperó. En la cara contraria, en el invierno, con el frío las plantas entran en un estado de reposo y por eso no conviene ponerlas a producir en un ritmo que no es el natural. Las temperaturas extremas significan cuidado y mantenimiento.
En las plantas que están en maceta rige esta misma regla, aunque éstas a veces dan señales de decaimiento (hojas amarillentas, por ejemplo), entonces es bueno prestar atención y fertilizarlas.