Parecería que el valor de la hacienda estuviera superando a la desvalorización del peso y al mayor valor de los insumos, pero todavía hay que esperar para saber si hay alguna mejora de importancia en términos reales.
A primera vista, parecería que el valor de la hacienda estuviera superando a la desvalorización del peso y al mayor valor de los insumos, pero habrá que esperar para saber si hay alguna mejora de importancia en términos reales. De ser así, estaríamos entrando en un período de aceleramiento de la “nominalidad”, donde por pocas semanas puede producirse la “ilusión inflacionaria” de que estas importantes subas de los precios en términos nominales, también lo son en términos reales. Además, queda por averiguar qué porcentaje de todo este reciente aumento en el precio del ganado se trasladará al público, y cuánto será lo que el público estará dispuesto a reconocer en los precios al mostrador. Todavía no ha habido una convalidación de los consumidores a un producto cuyo precio al mostrador ha subido cerca de un 40 por ciento en menos de tres meses. Es decir, más allá de los apreciables aumentos que se han dado recientemente en los valores nominales del ganado, en un contexto de fuertes devaluaciones y de aceleración de la inflación, es difícil calcular con seguridad, por ahora, cuánto ha ganado el novillo en términos reales. Probablemente, la mejora se de, pero más modesta de lo esperado en términos reales, es decir, corregida por el aumento por la inflación y por la suba de los insumos, aumentos que tardarán varias semanas en ser plenamente registradas.
La exportación, beneficiada con una suba del 35 por ciento en el tipo de cambio desde fin de octubre de 2013, ya ha resignado toda esa mejora en el precio del novillo pesado, que hoy paga un 40 por ciento más que hace tres meses. Ahora que hay negocios con el exterior, que el tipo de cambio ha mejorado y que parece abrirse una nueva etapa para el sector, se comprueba que no existe el stock suficiente de novillos, especialmente de novillos pesados (en enero la faena de novillos cayó un 20 por ciento con respecto al año pasado). Y lo peor es que no se trata de un faltante coyuntural. Sí hay disponibilidad de vaca, a causa de la seca y de la incipiente liquidación.
La industria aguarda los resultados de las próximas paritarias con el gremio de la carne y los aumentos que descuenta se darán en las tarifas de electricidad para hacer un balance de la situación, la cual ha mejorado, pero no lo suficiente como para abrir expectativas de que en el corto plazo se registre un fuerte aumento en los embarques al exterior. Es más, desde hace 10 días los embarques estarían paralizados porque el Gobierno nacional, asustado por la suba del novillo, no estaría dando ROE.
Un factor que ha tenido un importante impacto en la rentabilidad de la industria frigorífica, tanto de la consumera como de la exportadora, es el fuerte aumento en el precio del cuero, que en el mercado internacional ha subido más de un 60 por ciento en los últimos catorce meses. Esta suba, combinada con el “deslizamiento” cambiario, ha determinado que el valor del cuero pagado a la industria frigorífica por parte de las curtiembres haya subido un 140 por ciento en pesos desde fines de septiembre último. Esta suba del cuero ha permitido un incremento también muy importante en el crédito bruto de matanza (“recupero bruto”), que ha pasado de 1,70 a 3 pesos por kilo en gancho en los últimos seis meses. Esto supone una inyección muy importante de liquidez a toda la industria –ahora está llegando también a los usuarios–, que permite enfrentar mejor la reciente suba de tasas de interés que afecta a la mayoría de los operadores de la cadena de ganados y carnes.
No sólo se ha subido fuertemente la tasa de interés, sino que también se han achicado los descubiertos y se han cancelado muchas líneas de crédito, lo que agregado al acortamiento de los plazos de pago del ganado y a las demoras en los pagos, ha llevado a una situación de tensión financiera en todo el negocio de la carne.