El gobierno busca superar los errores que se sucedieron tras las elecciones que el presidente ganó por estrecho margen; ayer hubo varios actos en recuerdo del líder bolivariano.
Han pasado dos meses que parecen dos años. Venezuela ya no es la misma que dejó Hugo Chávez el día de su muerte, aunque de las palabras de Nicolás Maduro, de las muchas que emitió ayer en el homenaje al "comandante perpetuo", se pudiera pensar que todo sigue igual. Nada más lejos de la realidad.
"Dos meses se cumplen hoy. Dos meses y cuántas cosas han sucedido. Cuántas cosas ha tenido que soportar nuestro pueblo, cuántos ataques internacionales", planteó el nuevo presidente en el Cuartel de la Montaña, plantado de pie frente al féretro donde descansan los restos de Chávez, 61 días después de su muerte. Y hablándole directamente, dejando de lado a sus invitados internacionales y a sus ministros.
El autodenominado "apóstol del chavismo" cerraba así, rodeado de mandatarios de la cumbre del grupo Petrocaribe, una semana aciaga en la misma cuesta abajo iniciada durante la campaña electoral. Error tras error, amparado en la teoría de la conspiración perpetua, el chavismo intentó concentrar sus fuerzas en torno del cadáver del líder de la revolución. Y, aprovechando el impulso, iniciar una gira urgente por tres países del Mercosur (Uruguay, la Argentina y Brasil) cuando su imagen internacional está más resquebrajada que nunca.
En su discurso ante mandatarios y políticos de 18 países, Maduro repitió el mismo recorrido dialéctico sobre la vida y obra del líder de la revolución, ya contado en anteriores ocasiones. También insistió en las mismas soflamas de las últimas semanas contra la oposición: "El fascismo ha rebrotado como corriente de los peores sentimientos de desprecio contra la humanidad y la vida de un líder tan profundamente humano como Hugo Chávez".
Con las sombras de la duda sobrevolando su presidencia y con las elecciones impugnadas por Henrique Capriles, Venezuela parece otra. Maduro encontró una resistencia política inesperada ante el habitual rodillo chavista. Y todo ello cuando el país ve agudizar sus problemas: ola de violencia que no cesa, inflación disparada, desabastecimiento y escasez de alimentos y productos básicos, y una crisis eléctrica que obligó a replantearse, de nuevo, la política energética.
En la nueva Venezuela, la fuerza electoral del chavismo también está en entredicho. Según una encuesta realizada por Datanálisis para el diario El Universal, el 70% de los encuestados desearía que se realizara la auditoría de las elecciones, tal como exige la oposición.
En paralelo, Capriles impugnó los comicios en su totalidad: antes, durante y después del 14 de abril. Según las cifras del Consejo Nacional Electoral (CNE), Maduro sólo obtuvo 1,4% más de votos que su rival.
El opositor Comando Simón Bolívar presentará en los próximos días ante el Tribunal Supremo detalles de las 22.500 denuncias recolectadas estos días. "El mundo sabe que el enchufado mayor [por Maduro] se robó las elecciones y, para donde se mueve, le sigue la sombra de la ilegitimidad. Despotrica de otros gobiernos porque sólo quiere que le aplaudan las barbaridades que hace y dice", atacó Capriles, en Twitter.
El líder opositor hizo referencia al altercado diplomático vivido con Perú, tras reclamar su canciller que se abriera la vía del diálogo con la oposición. La reacción desmedida de Maduro contra un aliado tradicional se sumó a las ya realizadas contra España y, en las últimas horas, contra Estados Unidos. "Ya saliendo de América Central, Obama dice una cantidad de impertinencias, insolencias? da una orden y su beneplácito para que la derecha fascista ataque a la democracia venezolana", acusó Maduro.
Los apoyos externos se convirtieron en una verdadera obsesión para Chávez y el chavismo. Pero Maduro no es Chávez: en sólo dos semanas tras las elecciones, el nuevo presidente contó con el respaldo de sus socios latinoamericanos, pero no de la misma forma incondicional de otros tiempos.
Emboscada
La emboscada chavista en el Parlamento provocó, además, una corriente de simpatía hacia los opositores, reforzada por la disputa con Perú y con el ataque contra el ex mandatario colombiano Álvaro Uribe. Incluso un líder de la izquierda colombiana, Antonio Navarro, exigió ayer al gobierno de Juan Manuel Santos una "indispensable protesta por las declaraciones contra Uribe". El ex presidente Andrés Pastrana se unió al reclamo.
El líder del chavismo sin Chávez acusó a Uribe, a sicarios, a paramilitares, incluso a la "derecha fascista", de estar detrás de la muerte del periodista deportivo Jhonny González. ¿El móvil? Según Maduro, se trataría de una conspiración para fastidiar su jornada de "gobierno en la calle" en un barrio cercano al asesinato. En Caracas muere un persona cada dos horas, víctima del hampa. Tras conocer las declaraciones de Maduro, Uribe decidió apelar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la que solicitó medidas cautelares.
Polémico plan por la violencia
El gobierno venezolano convocó ayer a las fuerzas armadas para combatir la delincuencia que azota a Venezuela, anunció el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez, lo que generó preocupaciones entre grupos activistas, que advirtieron que esa iniciativa podría llevar a violaciones de los derechos humanos.