Desde que fueron pacificadas por las fuerzas de seguridad, la oferta de negocios y productos se multiplicó; la actividad comercial en estos barrios representa 28.000 millones de dólares al año
Es un gran día para Lucía Aquino y lo va a festejar comprándose un par de sandalias en la zapatería Mixto de la favela Rocinha. La mujer, de 29 años, acaba de recibir su primer sueldo como empleada de una tienda de cristales en el elegante barrio de Leblon, y para pagar el calzado saca con orgullo su tarjeta de débito.
"En mi nuevo empleo, gano casi el doble de lo que ganaba como cajera de un supermercado. Ahora me sobra dinero para gastar en ropa, zapatos y perfumes", comenta a LA NACION al salir de la coqueta zapatería en lo alto de la Vía Apia, la agitada calle principal de Rocinha, la favela más grande de Río de Janeiro.
Desde que Rocinha fue pacificada por las fuerzas de seguridad a fines de 2011, la actividad comercial estalló en la comunidad, y hoy la oferta de productos y servicios es de lo más variada: hay bancos, boutiques, restaurantes, consultorios de dentistas, ópticas, relojerías, farmacias, perfumerías, casas de electrodomésticos, peluquerías, salones de tatuajes y piercings, tiendas nutricionales de suplementos vitamínicos.
Antes menospreciado, el consumo en las favelas de Brasil, impulsado por un mayor poder adquisitivo de las clases más bajas gracias al aumento de los salarios y a los planes sociales, representa hoy unos 28.000 millones de dólares, el equivalente al PBI de Afganistán, según una reciente investigación del instituto Data Popular en asociación con la ONG Central Única de Favelas (CUFA).
"Las favelas de Río de Janeiro, por ser donde hay más comunidades pacificadas, son las que más dinero mueven en todo el país. Ha habido mucha movilidad social en las favelas, pero todavía el mercado no explota adecuadamente las necesidades de consumo; aún hay prejuicios sobre los «favelados» y la violencia asociada a los grupos narcotraficantes que dominaban estas comunidades", explica Renato Meirelles, sociodirector de Data Popular.
Según su investigación, el consumo en las favelas se caracteriza por ser minorista y por el pago en efectivo. Recién en los últimos dos años, con el avance de la urbanización de estas comunidades, los pobladores, que ahora poseen direcciones físicas registradas, empezaron a tener acceso a tarjetas de débito -principalmente- y de crédito. Las agencias bancarias se están expandiendo rápidamente en las favelas, como en Rocinha, donde hay sucursales de Banco do Brasil, Bradesco, Itaú y de la Caixa Económica Federal.
Las filas son largas en los cajeros automáticos de la agencia Bradesco de Rocinha. Hay gente que viene a pagar servicios, hacer depósitos y retirar dinero.
"El banco ya tiene en la favela más de 15.000 cuentas y, además de otorgar miles de créditos, vende muchos seguros de vida, sobre todo por muerte accidental, ya que hay muchos obreros de la construcción que viven aquí", señala el gerente Lucas Cruz.
"Los bancos han servido mucho para el desarrollo económico de las favelas, porque prestan dinero para que los pobladores puedan empezar sus propios negocios en sus comunidades. Todavía hay muchas empresas que no se animan a meterse por prejuicios; ellos se pierden la oportunidad", apunta Anderson Quack, secretario general de la CUFA.
Tal es el caso de la agencia de viajes RC Viagens, que empezó con un crédito tres años atrás y hoy posee sucursales en Rocinha y en el complejo Alemão, que facturan un promedio de 20.000 dólares por mes cada una. Sus principales clientes son inmigrantes del Nordeste que compran pasajes en ómnibus o en avión para visitar a sus familias en sus lugares de origen. Pero cada vez más hay más demanda de viajes internacionales.
"Lo que más se busca son paquetes de aéreo y hotel para ir a pasar un fin de semana a Buenos Aires, por unos 400 dólares; o para una semana en Cancún, por unos 1100 dólares", explica el copropietario de la agencia, Antonio Costa, que, además del pago en efectivo o con tarjeta, acepta cuotas mensuales que son pagadas a través de carnets bancarios.
Con la vista puesta en este promisorio mercado, Elías Tergilene, un ex vendedor ambulante devenido empresario, está detrás del proyecto del primer Favela Shopping, que se levantará en la favela del complejo Alemão, "pacificada" a fines de 2010. Con otros socios, invertirá unos 12 millones de dólares para remodelar una fábrica abandonada e instalar allí un centro comercial con 500 pequeñas tiendas, un patio de comidas y cines a bajo precio.
"Quiero que el 70% de los negocios sean de emprendedores de la favela, y que el 100% de la mano de obra, estimada en unas 6000 personas, pertenezca a la comunidad. La idea es generar empleo y renta para la favela", cuenta Tergilene, entusiasmado con su apuesta.
RADIOGRAFÍA DE LAS FAVELAS
La calidad de vida mejoró en los barrios marginales
12
millones de personas
Son las que viven en favelas en Brasil, un país de 196 millones de habitantes
65%
de los habitantes
De las favelas pertenece hoy a la clase media emergente, que se benefició con los planes sociales de los últimos años; 20 millones de personas salieron de la pobreza durante los mandatos de Lula y Dilma
28.000
millones de dólares
Consumen por año los habitantes de las favelas (56.000 millones de reales)
89%
de los habitantes
De las favelas tienen celular y el 40% es dueño de una computadora. El 80% de las compras de conveniencia (como alimentos, recargas de celular, peluquería) se realiza dentro de la misma comunidad.