A los productores estadounidenses los amenaza una caída de precios debido a una cosecha récord y una quita de apoyo a la producción de biocombustibles.
Una doble amenaza de caída de precios de los granos y un reflujo en la política de biocombustibles de Washington llevó a advertencias de que algunas operaciones agrícolas podrían tener que esforzarse para alcanzar un equilibrio en 2014, un cambio marcado respecto del récord nominal de u$s 131.000 millones que ganaron este año.
Una economía agrícola debilitada perjudicaría las ventas de los fabricantes de maquinarias, tales como John Deere y Agco, y podría frenar una espectacular subida de los precios de las tierras de cultivo.
La caída de los precios de los cultivos también podría obligar a Washington a pagar miles de millones de dólares en nuevos subsidios previstos en la ley agrícola en proceso de negociación en el Congreso, incluso mientras se recortan otras subvenciones.
Una primera fuente de preocupación es que los agricultores recolectarán un promedio de u$s 4,40 por bushel de maíz para la campaña que se inició el 1º de septiembre, 36% menos respecto del año anterior, según las estimaciones del Departamento de Agricultura (USDA). El maíz para entrega en marzo cotizaba a poco más de u$s 4,27 dólares a fines de la semana pasada en el mercado de Chicago (Chicago Board of Trade).
Ahora la preocupación es que los precios podrían caer considerablemente, sostuvo Mark Recker, que cultiva unas 500 hectáreas de maíz y soja en Iowa.
Los productores de Illinois, el corazón del cinturón de maíz, precisan u$s 4,31 por bushel de maíz el próximo año para obtener rentabilidad, según una estimación de la Universidad de Illinois.
Es muy probable que los precios sean inferiores a los precios de equilibrio en los próximos años, informó Gary Schnitney, profesor de la universidad.
Los productores agrícolas estadounidenses cultivaron un récord de 14.000 millones de bushels de maíz en 40 ha este año. El valor de la tierra en estados como Illinois e Iowa aumentó un 77% en los últimos cuatro años, pero los economistas sostienen que la caída del precio de los granos ralentizará o revertirá la tendencia.
A las preocupaciones de los productores se suma una propuesta de recorte de la regla de uso de etanol en EE.UU., que fue un pilar fundamental de la demanda de maíz en los últimos cinco años. Los grupos de agricultores están presionando a la Casa Blanca para que reconsidere la propuesta.
La Universidad del Estado de Iowa estima que el precio del maíz caería u$s 0,25 por bushel en el marco de la disposición de recorte. El gobernador del estado, Terry Branstad, viajó a Washington este mes para advertir de una crisis agrícola similar a la de 1980, cuando las quiebras y las ejecuciones hipotecarias de tierras acechaban el oeste medio del país, si los reguladores ultiman la propuesta.
Este no es el mejor momento para perder la demanda del mercado de maíz, sostuvo Matt Erickson, economista de la American Farm Bureau Federation. La industria del etanol consumirá el 35% de la cosecha nacional de este año, estimó el USDA. El precio promedio del maíz era de solo u$s 2 por bushel antes de la disposición de etanol.
Las perspectivas de caída de los precios de los granos se deben a que el Congreso está a punto de debatir a fondo los detalles finales del proyecto de ley agrícola. El proyecto de ley pondría fin a los pagos directos (subsidios en efectivo abonados a los agricultores, independientemente de que produzcan un cultivo o no).
Pero establecería otro beneficio denominado cobertura contra la caída de precios, donde los contribuyentes compensan a los agricultores cuando los precios caen por debajo de los umbrales previstos en la legislación. La cobertura comenzaría debajo de u$s 3,70 por bushel para el maíz y u$s 8,40 por bushel para la soja en virtud de una versión de un proyecto de ley propuesto por la Cámara de Representantes.
A medida que los precios del maíz y la soja bajan, más y más personas están empezando a cuestionar la sensatez de estos altos precios de apoyo porque parece que van a costar mucho dinero, sostuvo Bruce Babcock, profesor de economía de Iowa State University.
La cobertura contra la caída de precios podría ubicar la política agrícola de EE.UU. en la denominada caja ámbar, conforme a las normas de la Organización Mundial del Comercio, lo que implica que se consideraría una distorsión del comercio. Esto es recombinar subsidios agrícolas con decisiones reales de producción, sostuvo Craig Cox del Grupo de Trabajo Ambiental de la agencia AP, que se opone al programa.
Tras el ajuste por inflación, el ingreso neto agrícola de este año será el más alto desde 1973. De los u$s 131.000 millones, los pagos del gobierno comprenderán u$s 11.400 millones de los ingresos de los productores.