La semana pasada, Claudia, hija del narcotraficante asesinado testimonió que Antonella Pedernera, niñera de su medio hermano menor, le había informado que horas antes del hecho había recibido una llamada de Mariano Rivarola para que saliera de la casa con el niño. Rivarola pidió declarar y lo negó. También lo hizo Pedernera.
En la audiencia de este jueves predominaron fricciones por la investigación iniciada por el subcomisario vinculado al mundo narco, Gustavo Oyarzábal, subjetividades de escuchas y defensores que intentaban desbaratar la vinculación de sus defendidos con la muerte del narcotraficante acribillado el 16 de enero de 2019 en barrio Fénix. Los representantes de la División de Investigación Operativa de la Policía Judicial admitieron que evaluaron y descartaron varias hipótesis, a la vez que tomaban con pinzas lo que surgía del trabajo inicial del entonces jefe de Investigaciones de la Departamental Río Cuarto de la Policía de la Provincia.
La luz amarilla se encendió cuando una llamada procedente de Rosario, impactó en el teléfono intervenido de Cristián Ortiz. Complementariamente, llamó la atención que el día del homicidio de Torres el dispositivo de la llamada perdió actividad. A partir de esa instancia, se profundizaron los análisis de sábanas y cruces de llamadas. La Policía Judicial de Córdoba también se valía de escuchas realizadas por la Justicia Federal en una causa paralela por narcolavado de activos.
Desde la mesa de los abogados, en la sala de juicio encabezado por la Cámara Primera del Crimen con jurados populares se desplegó una batería hostil de preguntas con argumentos para incomodar a los testigos y desbaratar los argumentos. Vale aclarar, que los declarantes también son abogados especializados para analizar las comunicaciones. Algunas grabaciones telefónicas se escucharon en la sala y tienen como característica principal sobreentendidos entre los interlocutores.
Avanzada la tarde ampliaron sus declaraciones los acusados Mariano Rivarola y Cristián Ortíz.
También están en el banquillo Jonathan Palacios y Néstor Robledo, el rosarino, sobre quien se fortalece la sospecha del vínculo de los protagonistas con la banda narcocriminal “Los Monos”.