Se inauguran las fotografías, tomadas en el salón Gasparini del Palacio Real en una jornada histórica
Don Felipe se apoya en una de las mesas del salón Gasparini del Palacio Real. Lleva el uniforme de capitán general del Ejército de Tierra. Tras él, elementos clásicos del retrato real: la mesa, una puerta abierta con cortinajes detrás, una lámpara de araña y un reloj, que simboliza el paso del tiempo y que el Jefe del Estado es el mecanismo sobre el que funciona el país. Al lado, Doña Letizia, con joyas de pasar, vestido negro y capa fucsia mira a la cámara en la misma estancia, pero más iluminada.
Esa es la composición que la fotógrafa Annie Leibovitz ideó para inmortalizar a los Reyes en unas instantáneas que desde este martes pasan a formar parte de la galería oficial de retratos del Banco de España. Una institución que desde su fundación en 1782 como Banco de San Carlos ha inmortalizado a todos los Jefes de Estado y sus gobernadores. Esta vez, con la novedad de que Don Felipe y Doña Letizia han sido retratados por una fotógrafa, y no por un pintor. La elegida ha sido la reputada estadounidense, autora de instantáneas de otros reyes, como de Isabel II de Inglaterra, y premiada en España por la Fundación Princesa de Asturias en 2013.
Según han explicado en el Banco de España, para el retrato de los Reyes se buscaba a una mujer extranjera, con el objetivo de internacionalizar la colección de retratos. Eso, sumado a la relación que desde 2013 mantiene Annie Leibovitz con la Familia Real, provocó que su nombre fuera el elegido para llevar a cabo unas imágenes que ya forman parte de la colección del Banco y del legado de España.
Pero para llegar a la inauguración de este 26 de noviembre hay que remontarse a dos años atrás. Fue en octubre de 2022 cuando el Banco inició el proceso para inmortalizar al Jefe del Estado y su esposa. Querían, además, sustituir la pintura por la fotografía por primera vez. Contactaron entonces con el estudio de Leibovitz, conocedores además de que desde que ganó el Princesa de Asturias, la fotógrafa había expresado su deseo de retratar a Don Felipe y Doña Letizia.
La también premiada por la Royal Photographic Society sólo puso dos condiciones: absoluta libertad para trabajar y que los protagonistas de las imágenes fueran vestidos de gala. Y así se pusieron manos a la obra. Uno de los principales retos fue encontrar fecha, y se fijó el 7 de febrero como el día en el que todas las partes tenían disponible. La otra responsabilidad, por parte de Zarzuela, era encontrar la ropa adecuada.
Tal y como ha explicado Yolanda Romero, conservadora de la colección del Banco de España y responsable de la presentación ante los medios, el Rey llevó a la sesión de fotos su uniforme de capitán general del Ejército de Tierra con sus condecoraciones y la banda de Carlos III, además de un chaqué y un frac. Por su parte, la estilista de la Reina Doña Letizia, Eva Fernández, empleó su tiempo en buscar un vestido ad hoc para la ocasión.
Leibovitz pidió que Doña Letizia escogiera un traje que no hubiera utilizado en otras ocasiones. En lugar de estrenar algo de Alta Costura hecho para ella, Fernández se dedicó durante semanas a bucear en los archivos de los coleccionistas privados con una cosa clara: querían un vestido de Cristóbal Balenciaga, el representante más universal de la alta costura española. Lo encontraron en la fundación Antoni de Montpalau. Un vestido palabra de honor negro, que complementaron con una capa fucsia diseñada por el mismo maestro.
Un miembro del equipo de Leibovitz viajó a España para localizar espacios posibles para las fotografías. Miró varios salones del Palacio Real, también en el exterior del emblemático palacio. Buscó también en el Banco de España, finalmente, y tras ver todas las opciones, Leibovitz fijó la saleta Gasparini como el lugar adecuado para las fotos.
Esta cámara, que destaca por su estilo rococó, era donde el rey Carlos III se vestía y recibía a las visitas más privadas. Alberga la sala además uno de los relojes más especiales de la colección de Patrimonio Nacional. Se trata de El pastor, un reloj estilo Luis XI que cuenta con una sola máquina de 1752. Un reloj de importante valor histórico que nunca abandona el Palacio Real por la delicadeza de sus piezas.
Joyas y un frugal almuerzo
Esta sofisticada máquina forma parte de la composición que Leibovitz escogió para situar al Rey. Como explicó ayer Romero, la sesión fotográfica se inició con Doña Letizia en la pose que se ha elegido finalmente. La Reina, con el vestido la capa, el pelo suelto y tres joyas. En el cuello, el collar de chatones y en sus orejas los pendientes a juego. Estas piezas forman parte del lote de pasar que Victoria Eugenia reservó a las reinas de España. En el índice de su mano izquierda, el anillo de coreterno que le regalaron sus hijas y que nunca se quita.
A continuación, Leibovitz pidió a Doña Letizia que se pusiera una diadema y la banda de Carlos III. Mientras el equipo de la Reina la peinaba para esa nueva opción, la fotógrafa comenzó con Felipe VI. Tomó fotos del Rey con frac, con chaqué y con el uniforme de capitán general del ejército de Tierra. El mismo de su boda y con la banda de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, además de las máximas condecoraciones de los tres ejércitos: Gran Cruz al Mérito Militar, al Mérito Naval y la Gran Cruz al Mérito Aeronáutico.
En la sesión, que se prolongó durante cinco horas, estuvieron presentes los Reyes, un pequeño equipo de Zarzuela y cinco miembros de la oficina de Leibovitz en Nueva York. Además de una pequeña representación del Banco de España. Hubo un pequeño parón para un almuerzo y, tras la sesión, la fotógrafa y su equipo regresaron a Nueva York, donde se ha llevado a cabo la minuciosa edición y se ha escogido hasta el marco que encuadra las dos imágenes, concebidas como un díptico.
Anni Leivobitz pidió 137.000 euros por las fotografías de los Reyes, además de otros 97.000 por el retrato de Hernández de Cos. El coste de ambas sesiones de fotos ha sido sufragado por el Banco de España.
Nunca antes la fotógrafa se había enfrentado a un tamaño tan grande, son de 2,2 metros de alto por 170 de ancho las dos instantáneas, verticales. "Son unos retratos muy pictóricos en cuya composición encontramos alusiones a Velázquez retratista de corte", explicó ayer Yolanda Romero. El pintor español era capaz de crear la ilusión en el espectador de entrar en la escena, "un hecho que también aparece en las imágenes de Leibovitz, que es lo que primero impacta de las fotografías reales". Para Romero, "Leibovitz ha sabido recoger la tradición del retrato institucional español".