Ojo de cerradura
Edición del 22 / 11 / 2024
                   
21/11/2024 17:27 hs

Se esperaba la declaración del acompañante del narco, pero sólo lo hicieron vecinos y un perito balístico

Río Cuarto - 21/11/2024 17:27 hs
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Se cumplió la primera semana del juicio por el crimen de Claudio Torres ocurrido en enero 2019. Las audiencias continuarán el próximo martes.

Hubo expectativas  en la tercera audiencia del juicio por la presencia de  Gabriel Bossi, quien llegó acompañando a Torres  el 16 de enero de 2019 al domicilio de Laprida 1264. La jornada transcurrió  con  testimonios de vecinos para precisar detalles del momento de la balacera que mató al hombre vinculado al mundo del narcotráfico, lavado de activos y proxenetismo. 

Entre los testigos de este jueves estuvieron Cristian Devia,  concuñado de Gustavo Salinas, hermanastro de la víctima y presente en el momento de los disparos por haberse acercado a saludar. Devia sólo dio detalles del rápido traslado en su vehículo al hospital a Salinas en la parte delantera y a Torres en el asiento trasero.

En el San Antonio de Padua los bajaron rápidamente y él se quedó acompañando a Salinas hasta el otro día, cuando lo trasladaron al Policlínico San Lucas.

Frente al tribunal técnico, los jurados populares, los abogados y los acusados en el banquillo,  Devia dijo que escucharon disparos, los chicos que estaban jugando afuera se fueron a la casa de su suegra, quien es vecina del lugar del hecho.

Cuando se le preguntó si conocía a Torres, Devia respondió: “de vista”. No sabía a qué se dedicaba, sólo que vendía coches. No se movió de esa declaración, pese a alguna repregunta.

El perito balístico de la Policía, sargento Primero José María Barbero, habló de las vainas colectadas en el lugar  del homicidio  y  dio respuestas técnicas sobre armas y proyectiles.

Reafirmó lo dicho en una declaración anterior cuando se la leyeron, previo admitir que no recordaba detalles. Barbero dijo que elaboró un informe sobre vainas halladas en el lugar de los disparos que terminaron con la vida de Claudio Torres. 

Las audiencias continuarán el próximo martes. Por las connotaciones del hecho, y ser calificado por el fiscal de Cámara  Julio Rivero como un caso de “crimen organizado”, se presume que en las próximas jornadas van a declarar personas que pueden aportar datos relevantes o llegar al límite legal que tiene todo testigo, decir la verdad, sin incurrir en falso testimonio.

Es el crimen de un narcotraficante.  Justamente, en la segunda audiencia hicieron retirar de la sala a los cuatro acusados porque Claudia Torres, hija del narco abatido, se sentía intimidada. “Me hacen caras”, manifestó.

En los primeros tres días de juicio  con jurados populares en la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto, compuesta por Natacha García, María Victoria Cavagnaro y Claudio Mazuqui, hay algunos elementos para destacar. Claudia Torres, hija del hombre acribillado, deslizó sospechas sobre el entorno de su tocayo progenitor, donde incluyó a policías, a Gabriel Bossi, por no  recibir impacto en la balacera, por aparecer con el bolso ensangrentado en el hospital, que sería de Claudio,  e impedirles recuperar pertenencias que estaban en la Departamental de Policía. 

Abonando la desconfianza del círculo cercano de su padre, Claudia dijo que la niñera Antonella Pedernera le había manifestado que en la misma fecha del homicidio, unas  horas antes, Mariano Rivarola le había pedido que se alejara de la casa y llevara  al Mc Donald al pequeño hijo, su medio hermano. Rivarola pidió declarar y negó tal llamado. La niñera también lo negó y por pedido de un abogado de la defensa fue rechazado el careo.

Cristian Ortiz, Jonathan Palacios, Mariano Rivarola y Néstor Robledo son acusados de homicidio doblemente calificado por precio o promesa remuneratoria y por alevosía, además les adjudican el mismo delito en grado de tentativa por las heridas que sufrió el medio hermano de Torres, Gustavo Salinas, en el momento del ataque.

Ortiz, Palacios y Rivarola formaban parte de la banda encabezada  por Claudio Torres, mientras que el acusado Néstor  Robledo habría sido contactado para cometer el crimen.

Sumado a la oscuridad que rodeaba a Claudio Torres en sus 43 años de vida, los abogados defensores apuntaron filosamente  a un costado que puede debilitar la instrucción de la causa elevada a juicio por el fiscal Fernando Moine.

El jefe de Investigaciones de la Departamental de Policía al momento del asesinato de Torres era el subcomisario Gustavo Oyarzábal, luego vinculado a la misma banda. “Desvió y ocultó pruebas”, insistieron los letrados. 

 En una vuelta de tuerca para debilitar los argumentos acusatorios, Rolbi Valdivieso, defensor de Jonathan Palacios, expresó: “es mafiosa la Policía, Córdoba tiene una Policía maldita”.  También sostuvo que es una causa del juez federal Carlos Ochoa por lavado de activos y adaptada para el crimen de Torres.

Pablo Demaría, defensor público del rosarino Néstor Robledo, esgrimió que se lo acusa por “prejuicios”.  Es por sus antecedentes de narcotráfico y haber tramitado licencia de conducir en una localidad santafesina donde tendría influencias la banda narcocriminal  rosarina Los Monos.

El acusado Cristian Fabián Ortíz pidió declarar es insistió en su inocencia porque cuando mataron a Claudio Torres estaba prófugo por una causa que se tramitaba en San Francisco. Admitió que conocía a Torres, con quien nunca tuvo pelea y discusión.

Su periplo de evasión incluyó Bolivia, Paraguay y Rosario, donde se reunió con su amigo Mariano Rivarola,   también en el banquillo por la muerte de Torres. La cita de amigos en Rosario era para interiorizarse sobre la causa judicial en San Francisco, en la que Rivarola aceptó presentarse.

La muerte de Torres evidencia lo que siempre se presume o comenta, pero para buena parte de la sociedad no es cotidiano. Una ex pareja de Torres describió el mundo de la trata y de la droga en el que vivía.  

Micaela Massimini contó que el mayorista narco la invitó a viajar a Buenos Aires pero ella no aceptaba porque las mujeres que había llevado no regresaban.  

A Massimini se leyó una declaración  en la que contó que vio la entrega de un paquete de droga y que una tía de Torres era quien llegaba de Buenos Aires en colectivo con droga dos días después de los viajes del narco a Buenos Aires.

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