Envalentonado por la clasificación en la Copa Libertadores y en un momento ascendente, el Millonario puso
en cancha esas buenas sensaciones y rápidamente se hizo actor principal del partido, manejando la pelota y poniendo en aprietos a un Talleres -que esperaba agazapado- con un bombazo cruzado de Miguel Borja que salvó Guido Herrera.

Pero, de un segundo a otro, producto de un grave error en la salida, todo se hizo cuesta arriba para River. a los 11 minutos de la primera etapa, Paulo Díaz se resbaló cuando quiso controlar la pelota a metros del área y Girotti no lo desaprovechó: recuperó, eludió a Franco Armani y puso en práctica la famosa ley del ex para decretar el 1-0.


A partir de allí, el desarrollo cambió por completo. Lejos de ceder terreno y retroceder ante la ventaja, el Talleres de Alexander Medina se plantó de igual a igual, le cortó los circuitos internos de juego a los dirigidos por Gallardo e incluso siguió lastimando con llegadas de peligro.


El complemente fue un punto de quiebre para River. Pese a que el Muñeco sorprendió y no metió cambios de movida, se notó su mano en la charla del descanso. ¿Por qué? Por la voracidad e intensidad con la que salió su equipo, ya con otro ritmo y fluidez en el juego que puso en jaque a la T.




Manuel Lanzini al minuto de la segunda etapa, con un derechazo que se fue por encima del travesaño, y luego Facundo Colidio y Nacho Fernández, quien reventó el palo ya llegando al ocaso del partido, tuvieron las más claras en una noche en la que no quiso ser para los de Núñez. Muchas ocasiones malogradas y fin del invicto para Gallardo.