Escapadas: el hotel de lujo que va desapareciendo poco a poco en una legendaria laguna
- 29/06/2024 11:28 hs
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A 337 kilómetros del Obelisco se encuentra un lugar de enorme interés turístico. Lo que supo ser una residencia con todas las comodidades para huéspedes de gran poder adquisitivo hoy es un museo a cielo abierto.
Para los amantes de las escapadas hay un destino que sale de lo común y no suele estar “en el radar” de los turistas de fin de semana. Se trata del increíble atractivo que presenta un hotel de lujo con mucha historia que va desapareciendo poco a poco en las aguas de una legendaria laguna.
Se trata del Hotel Balneario Melincué, que fue inaugurado en una isla de la localidad homónima en 1938 por dos empresarios que quisieron aprovechar el auge de los baños termales en las aguas de la laguna santafesina, que tiene propiedades curativas.
Un dato importante es que Melincué, ubicada en el sur santafesino, se encuentra a 337 kilómetros del Obelisco, razón por la cual se constituye en un destino ideal para aquellos que quieren salir del ruido y el estrés de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en busca de lindos paisajes, momentos de sosiego y un recorrido lleno de historia.
La ruta ideal es por Autopista Panamericana, ruta nacional 8 hasta Hughes y allí se debe tomar la ruta provincial 98 que lleva hasta Melincué. En la localidad hay hoteles de distintas categorías, restoranes y múltiples actividades para complementar la visita al hotel.
Pensado para seducir a turistas de gran poder adquisitivo, el hotel brindaba comodidades exclusivas, como un lujoso comedor con orquesta, playa con casillas de madera, estación de servicio, usina propia, muebles de orígen italiano, bowling y un emblemático piano de cola. Un flamenco embalsamado era uno de las curiosidades que ofrecía el lugar.
La primera inundación que afectó al hotel de lujo en Melincué
Tres años después de su pomposa inauguración llegó la primera contingencia: una seria inundación obligó a cerrar las puertas del hotel por más de un cuarto de siglo. Recién en 1967 se produjo la reapertura y vinieron los años de mayor apogeo, que tampoco duraron mucho.
Ocho años después, en 1975, un nuevo embate de las aguas resultó el golpe letal para el hotel de 34 habitaciones con todo el confort, que atraía incluso a turistas extranjeros. Ese coloso de cemento quedó sepultado bajo las aguas para tristeza de los lugareños y de sus habituales huéspedes.
Recién en los primeros años de este siglo las aguas comenzaron a bajar, permitiendo descubrir la estructura arrumbada del hotel. Se ven escombros, piedras, restos de mampostería, ladrillos desperdigados, pedazos de historia en carne viva...
Ahora, en lugar de huéspedes, las ruinas del hotel reciben a miles de curiosos que llegan para conocer su historia. Los guías explican cómo fue que ese lujoso emprendimiento se convirtió en la imagen desoladora que tienen ante sus ojos.
Esther Taconi, que era conserje del Club Náutico, concesionario del balneario, estuvo a cargo de la cocina del hotel hasta que el agua dijo basta. “Esa noche cayeron 320 milímetros y se inundó todo. Teníamos muchos huéspedes y hubo que desalojar de emergencia. Con mi marido juntamos lo que pudimos y nos fuimos para siempre”, recuerda con imperecedera amargura.
“El hotel tenía un hermoso comedor y en la planta baja había capacidad para 400 personas. En el primer y segundo pisos había 17 habitaciones en cada uno. Siempre estaba completo. Venía gente de todo el país a hospedarse”, asegura la mujer.
Los shows musicales, con orquesta en vivo, llevaron al hotel a figuras de la talla de Rosanna Falasca y Raúl Lavié, por ejemplo. También tuvo a Mirtha Legrand entre sus famosos huéspedes. “Era común que fueran artistas y gente famosa. Tuve la suerte de conocer a muchas personalidades”, afirma Esther, artífice del plato estrella de los domingos al mediodía: ravioles con pollo.
Hace 7 años, las inclemencias meteorológicas volvieron a golpear al hotel. El 17 de junio de 2017, los fuertes vientos hicieron que sucumbiera una de sus grandes paredes, originando un derrumbe que puso en peligro a los turistas y pescadores que se encontraban en las inmediaciones.