WikiLeaks ha anunciado que Julian Assange dejó este lunes la prisión de alta seguridad británica donde estaba recluido y ya ha abandonado el Reino Unido con el objetivo de volver a Australia.
La odisea legal, política y hasta geoestratégica de WikiLeaks podría estar llegando a su fin... por ahora. El fundador y antiguo máximo responsable de esa web, Julian Assange, ha alcanzado un acuerdo provisional con las autoridades de Estados Unidos para declararse culpable de haber violado el apartado de la Ley de Espionaje de ese país que prohíbe conspirar para obtener de manera ilegal información relativa a la defensa nacional a cambio de una pena de cinco años de cárcel. Dado que ya ha permanecido cinco años y tres meses en la cárcel de máxima seguridad británica de Belmarsh, EEUU presumiblemente lo pondrán en un avión y lo devolverán a su Australia natal.
El acuerdo se alcanzó este lunes. A las cinco de la tarde, hora de Gran Bretaña, Assange embarcó, desde el aeropuerto de Standstedt, en las afueras de Londres, rumbo a la Mancomunidad de las Islas Marianas del Norte, un territorio - en la práctica, una colonia - de Estados Unidos en el Pacífico. El fundador de WikiLeaks va en un avión privado, acompañado por el embajador australiano en el Reino Unido, en un vuelo que, literalmente, le lleva a las antípodas de Londres.
Una vez que llegue y la Justicia estadounidense ratifique el acuerdo, Assange podrá regresar a Australia, un país que está relativamente cerca - para los parámetros del Océano Pacífico, ya que en realidad son más de 5.000 kilómetros de distancia - de las Marianas del Norte, que fueron colonia española hasta 1898 y que jugaron un papel clave en los bombardeos a Japón en la Segunda Guerra Mundial y ahora lo hacen en la política de contención de China desarrollada por EEUU en el Pacífico. Según la prensa estadounidense, Assange escogió las Marianas por esa proximidad a Australia y porque no forman parte del territorio continental estadounidense, por lo que en ellas el sistema legal de ese país puede presentar más flexibilidad. Es, exactamente, el caso de Guantánamo o de los buques de guerra empleados como prisión de terroristas, pero a la inversa.
Si el preacuerdo entre la Fiscalía y Assange es definitivo será el punto final de una historia de casi catorce años que combina elementos de novela de espías, biografía de revolucionario y astracanada. Costa-Gavras (por lo de los espías), Gilo Pontecorvo (por los del héroe revolucionario) o Berlanga (por la astracanada) podrían haber sido los directores que mejor hubieran podido haber llevado al cine la odisea de Assange. Desgraciadamente, quien lo acabó haciendo fue Oliver Stone, con una de sus somníferas historias cargadas de moralina hechas en los ratos que le quedaban entre sus documentales celebratorios de Fidel Castro, Vladimir Putin o Hugo Chávez.
A medida que WikiLeaks fue publicando más y más testimonios documentales del Estado de EEUU - primero vídeos, y después mensajes cifrados entre diferentes agencias de espionaje de política exterior - la presión policial sobre Assange empezó a activarse. En sus inicios, fueron acusaciones de violación en Suecia, pero lo que de verdad preocupaba a Assange era la Ley de Espionaje de Estados Unidos, que podría sentenciarle, al menos en teoría, a cadena de perpetua e incluso a muerte.
La irritación de Washington procedía del hecho de que WikiLeaks, aunque oficialmente una organización sin ideología, apenas publicó documentos sobre las violaciones de los Derechos Humanos en China (solo en una ocasión, en 2008, sobre el genocidio de la minoría uigur en ese país), y nunca sobre Rusia. Las informaciones que la web colgó fueron, en su inmensa mayoría, acerca de Estados Unidos.
La crisis concluyó con Assange viviendo durante más de siete años en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña, con estatuto de refugiado político. Fue una especie de arresto domiciliario, dado que la representación diplomática ecuatoriana en Londres apenas cuenta con unas pocas habitaciones en un solo piso, lo que, según algunas informaciones, podría haber causado problemas psicológicos a Assange, que recibió la visita y solidaridad de figuras públicas en principio tan alejadas de la libertad de expresión como la ex modelo de Playboy Pamela Anderson. El fundador de WikiLeaks también tuvo tiempo para tuitear en al menos 1.143 ocasiones en inglés, catalán y español en favor de la independencia de Cataluña en 2017, durante la crisis institucional provocada por la decisión del Gobierno de Puigdemont de proclamar la secesión. Ese tipo de actitudes desmontaron en buena medida su imagen de periodista objetivo, y más bien lo convirtieron en un activista antisistema.