Ojo de cerradura
Edición del 22 / 11 / 2024
                   
10/03/2024 09:52 hs

Barbie cumple 65 años: la historia de su creadora y el rechazo que generó la apariencia adulta y sexual de la muñeca

- 10/03/2024 09:52 hs
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¿Quién va a querer que sus hijas tengan una muñeca con los pechos marcados?. Los hombres creyeron que las mujeres no iban a comprar un juguete con el cuerpo de mujer, porque hasta el momento, las nenas jugaban a la mamá con las típicas muñecas aniñadas o bebés gordinflones. Cómo se lanzó al mercado y la inesperada respuesta

1945. La Segunda Guerra Mundial había terminado y el mundo parecía –al menos desde los ojos de los vencedores- luminoso y lleno de posibilidades. Así lo entendieron Elliot y Ruth Handler, un matrimonio joven que, convencido por el aire de época, intentó ganarse la vida fabricando marcos desde su casa. Él era diseñador industrial y ella había escapado de la persecución en Europa y se había ganado la vida sola desde muy joven. Ruth era la menor de diez hermanos pero una temprana enfermedad de su madre hizo que fuera criada por su hermana mayor y el marido. Tuvo varios empleos y cuando se casó con Elliot trabajaba como dactilógrafa para un estudio de Hollywood. La pareja se había casado hacía poco y con el empuje de Ruth decidieron darle un giro a su oficio. Hacía años que fabricaban marcos pero ahora los harían de plástico y de plexigras, los que les permitiría producir en serie y en materiales que eran novedosos. Montaron un pequeño taller/fábrica en el garaje de su casa. Después de un periodo de zozobra, les comenzó a ir mejor. Empezaron, también, a fabricar algunas sillas y muebles de exteriores. Hasta que a Ruth se le ocurrió probar un mercado inexplorado. Muebles y piezas varias para las casas de muñecas que habitaban las habitaciones de la gran mayoría de las nenas norteamericanas.

Ya para ese entonces, tenían un socio Harold “Matt” Matson y la empresa era la combinación de los nombres de los hombres. La fusión de Matt y Elliot derivó en Mattel. Ruth fue nombrada presidenta de la sociedad. Al principio se trató de una formalidad, tal vez de esquivar alguna cuestión impositiva, pero fue una iniciativa de ella la que iba a convertir a Mattel en un gigante de la industria del juguete que cotizaría en bolsa.

En el medio, Matson, la otra mitad de Mattel, tuvo varios problemas de salud y algunas desavenencias con el matrimonio. Los Handler le compraron su parte y se quedaron con la totalidad de la empresa. Del socio sólo quedaría su impronta, su marca, en la mitad del nombre, en el Matt.

Ruth y Elliot tenían dos hijos: un varón y una nena. A nadie, a esta altura, le sorprenderá enterarse que sus nombres eran Barbara y Kenneth.

Barbara, o Barbie como la llamaban en su casa, solía jugar a la mamá con las típicas muñecas aniñadas que en distintos materiales animaron la infancia de muchas generaciones. También con muñecos que simulaban bebés gordinflones. Pero la hija de Elliot y Ruth también jugaba con unas figuras de papel que ella misma hacía. Eran unas chicas, posiblemente adolescentes, que ella dibujaba y hacía interactuar en situaciones diferentes. Para ello les cambiaba el atuendo constantemente y hasta les creaba accesorios en papel. Ruth propuso que Mattel hiciera muñecas de ese tipo. El razonamiento no parecía alocado: si su hija –y algunas de sus amigas cuando iban de visita- jugaban con eso, seguramente lo harían muchas otras niñas. Si las chicas jugaban a ser madres, también podían jugar a ocupar otros roles de la vida adulta de una mujer; Ruth insistía que la maternidad no era la única dimensión que la vida adulta le podía deparar a una mujer. A la directiva de Mattel le pareció un planteo disparatado. La idea fue rechazada de plano. Su marido le dijo que nadie compraría una muñeca que representara más edad que la dueña con la que era imposible jugar a la mamá. Y agregó otro argumento: “¿Quién va a querer que sus hijas tengan una muñeca con los pechos marcados?”.

Ruth olvidó la idea hasta que en 1956, la familia fue de vacaciones a Suiza. Era un viaje pensado para esquiar pero terminó cambiando el destino de los Handler y de la industria del juguete de la segunda mitad del Siglo XX. Ruth y su hija Barbie vieron en un vidriera una muñeca, de casi 30 centímetros de altura, rubia y estilizada, que vestía ropa de esquí. Eran en realidad seis. O la misma, llamada Lilli, con seis atuendos diferentes de esquí. Cambiaban los modelos de las camperas, el color de los pantalones, los anteojos. Compraron una. Y con Lilli, Barbie Handler, a pesar de que ya tenía 15 años y que parecía que su tiempo para jugar a las muñecas había pasado, pudo replicar los juegos y situaciones que creaba para las muñecas que antes pergeñaba en papel.

Madre e hija no sabían en ese momento que Lilli surgía de una tira cómica muy popular en Alemania. Lilli era una Pin-Up Girl, voluptuosa, y su versión en muñeca estaba originalmente pensada para el público adulto masculino aunque el mercado pareció no enterarse y fue comprada en su mayoría por nenas.

En el momento de adquirir la muñeca ocurrió una escena que dio origen a uno de los pilares del imperio Mattel. Ruth pidió que le vendieran una y preguntó cuánto salían los otros atuendos. La vendedora no comprendió la pregunta. Tal vez creyó que esa turista le estaba haciendo una mala broma. Cada muñeca venía vestida de una manera diferente y así se vendían. Si quería la campera amarilla debía comprar, naturalmente, la muñeca que la traía. ¿Quién iba a querer comprar un abrigo o un pantalón para vestir una figura de plástica de 30 centímetros?

Ya en Estados Unidos, Ruth volvió a la carga con su idea. Y Elliot, al apreciar cómo jugaba su hija, en ese momento sí aprobó la idea. Ruth aclaró que además de las muñecas debían vender por separado los diferentes vestuarios y accesorios para que las nenas pudieran vestirlas.

Después de un par de años de trabajo, de varios prototipos y de afinar la idea, la muñeca de Mattel fue presentada en la Feria del Juguete de Nueva York el 9 de marzo de 1959, hace 65 años. La Barbie original llevaba un traje de baño enterizo a rayas blancas y negras (que aparece en la película) y era de piel blanca y podía tener el pelo negro o rubio. Los especialistas y los colegas rechazaron, casi sin pensar, la nueva creación: “A la mayoría de nuestros clientes no les gustó para nada. Los hombres creyeron que las mujeres no iban a comprar una mujer con el cuerpo de mujer, con pechos, cintura breve, tobillos delgados; una muñeca de apariencia adulta y hasta sexual”, contó Ruth en un documental de la BBC en 1997.

Apenas salió al mercado, Barbie se convirtió en un boom, como si las nenas de todo el mundo hubieran estado esperando esa muñeca por siempre. Cada Barbie salía 3 dólares. Las ventas superaron las estimaciones más optimistas pese a la oposición y el horror de grupos más conservadores. En su primer año vendió más de 350.000 unidades.

Además de la novedad del concepto, otro de los aciertos de Mattel fue la manera de dar a conocer su creación. La campaña publicitaria se volcó principalmente a la televisión. Sus avisos copaban la tanda de El Club de Mickey Mouse. Por primera vez se le hablaba a quienes iban a jugar con esa muñeca y no a sus padres. “Alguna vez voy a ser exactamente como vos, hermosa Barbie” decía la publicidad.

Este suceso abrumador trajo ventas millonarias, algunos inconvenientes para adecuar la fábrica al altísimo ritmo de la demanda y varios problemas judiciales. Uno de ellos fue muy previsible: los dos alemanes creadores de la historia original de Lilly en el diario Bild reclamaron porque se reconocieran sus derechos intelectuales. Al enterarse de las ventas estratosféricas de la muñeca se apuraron por registrar la patente de invención de la muñeca Lilly. Luego presentaron la demanda. Los Handler rechazaron las pretensiones y se dispusieron para resolver el tema en los tribunales. Estaban convencidos que lo suyo no fue una copia, sino que se habían inspirado en la otra creación y que eso no estaba protegido por la ley de propiedad intelectual norteamericana. Después de un par de años de litigio, hubo acuerdo extrajudicial. Mattel pagó una indemnización y compró por poco más de 20.000 dólares la patente de Lilly.

En 1961, Mattel entre muchos otros productos de la escudería Barbie –que nunca parecían saciar la voracidad de sus compradoras- sacó un varón, el novio de Barbie. Otra vez, los Handler miraron hacia su hogar para bautizarlo. Le pusieron Ken como a su hijo. La decisión de sacar el muñeco de un varón fue unánime dentro de Mattel, a todos le pareció el siguiente paso a dar, algo casi obvio.

Pero su diseño generó agrias discusiones. A Ken también se le podría cambiar el vestuario pero cuando quedara sin ropa su entrepierna sería totalmente lisa, no se le marcarían los genitales. Elliot y los otros hombres del directorio no aceptaron discusión al respecto. Ruth, por su parte, deseaba que el muñeco tuviera una ligera protuberancia, un módico bulto. La discusión la perdió aunque muchas décadas después se adaptara el diseño a sus ideas originales. Ken siguió siendo comprado por chicas, no por varones. Para esa sociedad era inimaginable que un varón jugara con “un/a muñeca/o”. Tanto es así que luego, cuando se popularizaron los juguetes de personajes de películas de súper héroes, aventuras y demás no fueron llamados Dolls sino Action Figures.


Ahora cuando una mujer es rubia, estilizada, de una belleza casi perfecta y fría, algo plástica se la compara con una Barbie. Pero para muchos la original, la que la inspiró y sirvió de modelo fue Barbie Handler, la hija de Ruth y Elliot. Pero no fue así. Ella sólo le prestó el nombre. Nunca se pareció físicamente a ella, ni la muñeca fue modelada a su imagen y semejanza. Barbie Handler no pudo evitar, ya siendo una mujer adulta, que le sacaran una foto con una Barbie en la mano aunque siempre rechazó la asociación y hasta se enojaba cuando le sugerían ser quien inspiró a los diseñadores. De todas maneras, se supone, recobraba el buen humor cuando llegaba la facturación mensual de las ventas alrededor de todo el mundo de las diferentes Barbies y su parafernalia.

Con el tiempo además de vestidos, zapatos, carteras, casas, autos y demás, las Barbies fueron adquiriendo diversidad. Las primeras Barbies negras generaron controversia porque estaban hechas sobre los mismos moldes que las anteriores sólo que su color de piel era oscuro. Recién en los años ochenta se las hizo con rasgos afroamericanos. Hubo después latinas, asiáticas, hindúes y de cada etnia en la que Mattel pudiera conquistar un mercado. En la actualidad las Barbies vienen en cuatro tipos de cuerpos diferentes, siete colores distintos de piel, 22 colores de ojos, 24 variedades de peinados y cabello. Ahora hay menos hegemonía y mayor variedad física: altas y bajas, flacas y curvilíneas.

Se ha criticado a Barbie por perpetuar un ideal de belleza hegemónico e imposible. La flacura extrema con la cintura apretada, mínima, son sus rasgos más característicos. Sin embargo, el gran aporte de Barbie fue que sus múltiples versiones mostraban a una mujer activa, participando de distintas vidas de la vida adulta profesional. Hubo Barbies ejecutivas, doctoras, astronautas, cantantes, diseñadoras de moda, bailarinas, deportistas, estrellas de Hollywood. Quizá cuando la publicidad original se refería a “Alguna vez voy a ser exactamente como vos” hablaba de la realización en el ámbito profesional, de una vida en un plano de igualdad con los hombres, en la que las mujeres no estaban sólo confinadas a sus tareas de cuidado maternal. Para poner en contexto, alguien dio un ejemplo claro: hasta 1974 una mujer norteamericana no podía obtener por sí sola una tarjeta de crédito, un crédito, una hipoteca o alquilar un auto –entre muchas otras- sin la firma de su marido o padre.

La vida de Ruth Handler no se redujo a la creación de Barbie, aunque eso ya hubiera sido suficiente. Las Barbies se convirtieron en el juguete más vendido de los últimos 65 años y en un ícono de la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX. La autora M.G.Lord en su libro Forever Barbie: The Unauthorized Biography of a Living Doll sostiene que Barbie es una figura arquetípica femenina en la que las chicas se proyectan, que su imagen de progreso, autonomía y libertad guió a varias generaciones.

En la década del setenta Ruth fue juzgada por fraude fiscal como presidenta de la compañía. Había números adulterados en los balances para mejorar su posición en el mercado bursátil. Debió renunciar, pagar una multa y realizar trabajo comunitario como parte de la probation. El matrimonio Handler abandonó Mattel.

A Ruth le descubrieron un cáncer de mama en los años ochenta. Le hicieron una mastectomía. No se resignó a que su apariencia se viera modificada por la operación y desarrolló unas prótesis mamarias. Ese fue su regreso al mundo empresarial y se convirtió en otro enorme éxito y transformador de vidas. Ella bromeaba con que en cada una de sus intervenciones los pechos tenían algo que ver. Se preocupó para que los costos del producto fueran bajos e hizo campaña para que las mujeres que habían sido operadas se animaran a usarlo. En las reuniones en las que lo daba a conocer solía abrise la camisa para mostrar cómo quedaba la prótesis y que no había diferencia a simple vista con los pechos naturales. Fue la gran impulsora de las prótesis. Unos años después la empresa fue vendida a Procter & Gamble.

Ruth Handler recibió un homenaje al convertirse en uno de los personajes de la película Barbie dirigida por Greta Gerwig.
Murió a causa de un cáncer de Colón en 2002. Tenía 85 años.

Su muñeca hoy cumple 65 años y sigue gozando de lozanía y buena salud.

 
Con información de Infobae

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