Las flores perfuman, decoran y alegran el ambiente en el que se colocan. Por esto, Silvia Aimaro se regala cada día un tulipán, uno de los miles que tiene en su producción en el barrio El Torreón de Villa Rumipal, Córdoba. Corta una flor para su florero y arma su propio ramo.

En 2021 plantó los primeros 10.000 bulbos, al año siguiente 30.000 y este 2023, plantó 50.000 bulbos de distintos colores. Actualmente cultiva 40 colores con dobles y triples tonalidades e incluso la vedette de su producción es el color borravino. Cada uno tiene un nombre y los plantó bajo árboles originarios del lugar, en un ambiente de sombra lo que genera un ecosistema increíble.

En Gente Necesaria Silvia comentó que llegó al barrio El Torreón desde Trevelin, Chubut, por magia, para sanar su corazón enfermo aunque todo el mundo la trataba de loca. Si bien fue todo un desafío traer sus bulbos desde tantos kilómetros y dejar a su esposo e hijo en aquella provincia, sostuvo que valió la pena.

Hace 26 años, Silvia realizó su primera plantación en Trevelin, la misma fue creciendo, superó tempestades climáticas y hoy su familia quedó a cargo de la producción en el sur del país. Dijo que sus miedos estaban vinculados a la temperatura, y que en Córdoba el tulipán florece en septiembre mientras que en el sur en octubre.
 
Título a su proyecto “Tulipanes Torreón”, en honor a la nueva vida que allí adquirió, las ilusiones que el lugar le despertó y la calidez de la población. El mismo se ubica en la ruta 5, a 7km de Santa Rosa de Calamuchita.

A las 6:30 hs arranca el día de Silvia con unos mates en la ventana de su casa mientras dialoga con las flores de su producción. Revisa el estado de salud de los bulbos, alimenta a los pajaritos del lugar para que no dañen las flores y riega su plantación cuando la tardecita llega y los turistas y compradores se van.

“Los tulipanes demandan mucho trabajo y dedicación. Aprendí a tratar la flor, saber sus mañas y hacer a que ellas estén bien”, sostuvo.

Entre sus colores favoritos, que generan una exploción en su corazón, mencionó dos: el naranja fluorescent y el rosado. Por último, señaló que en Argentina hay poca cultura de autoregalarse una flor.