Los exmiembros de grupos paramilitares y guerrilleros que se desmovilizaron tienen como común denominador la pobreza que los llevó, de una u otra forma, a integrarse a esas organizaciones ilegales, paradoja de un conflicto como el colombiano, que tiene una raíz ideológica.
Tame es un municipio del departamento (provincia) Arauca, en la frontera con Venezuela, rico en petróleo pero carente de casi todo lo demás. Lo llaman “la cuna de la libertad” porque desde allí salieron los llaneros que acompañaron a Simón Bolivar para liberar a Colombia de España, pero el dato signicativo es que es la única región donde las FARC y el ELN trabajan coordinadamente.
En esta zona caliente en todo sentido, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, encabezó un acto de presentación de cuatro guerrilleros de las FARC desmovilizados, al que fue invitada la prensa nacional e internacional.
El mensaje del ministro a los guerrilleros es duro y en cierta medida contradictorio con los enunciados de paz del presidente Juan Manuel Santos en foros internacionales: “Desmovilicense porque es ahora o más adelante, tarde o temprano todos caen”, dijo en tono casi castrense, luego de citar las principales bajas que le infligió a la guerrilla “nuestros gloriosos Ejército y Policía”.
Los cuatro exguerrilleros con los que se armó el acto son de origen campesino y fueron reclutados cuando eran adolescentes. Cuentan sus historias duras con voz apocada, temerosos por la situación y conscientes de la escasez de su lenguaje, de su falta de formación.
Claudia Roa López usaba el alias “Brigitte” y era parte del anillo de seguridad de Martín Villa, cofundador de las FARC, en el que permaneció 10 años. Dice que a los 14 abortó un embarazo de ocho meses de gestación, y a los 24, otro de seis meses.
“Me obligaron a abortar pero como el bebe salió medio vivo lo ahogaron tapándole la nariz”, cuenta sobre el primero, sin encontrar más palabras para darle lógica a su relato. Con el segundo aborto tomó la decisión de desertar.
“Tantas cosas le dicen a uno para embobarlo... Yo me fui con ellos porque me prometieron un futuro, que iba a vivir bien”, explica cuando logra retormar el hilo del discurso. “Les digo que nunca escuchen lo que les digan”, aconsejó a los jóvenes que poblaban el auditorio de Tame, ante la mirada satisfecha del ministro.
Luz Miriam Seguro Pulido fue “La Gorda Yazmín” durante los 23 años que perteneció al Frente 38 de las FARC. Fue la salida que encontró para escapar de la violencia a que la sometía su padre. “Quiero vivir una nueva vida; lo de los abortos que dice la compañera es cierto; yo me fui para estar mejor, pero desde esa época mi familia está igual, no hice nada por ellos”, afirma.
Y se confiesa ante el auditorio: “Yo pensaba en el Ejército como un monstruo. Me ingresaron a los 12 años y me dijeron eso. No cojan el camino que cogí yo. Es muy difícil desertarse. Hice cosas horribles. Los que colaboraron con la organización deben reflexionar y apoyar a nuestro Ejército Nacional.”.
Carlos Andrés Usuga Puentes, “Marlon”, fue el desmovilizado al que Pinzón puso más veces como ejemplo. Era un mando medio del Frente 57 de las FARC y desertó con 10 guerrilleros más que conformaban el grupo a su cargo. Es parco, casi no habla. Cuenta que al entregarse no lo maltrataron. “Lo único que tengo para las fuerzas armadas es agradecimiento por estár acá, al lado de mi familia; los grupos armados no son ninguna opción para nadie, el futuro es ninguno”, balbucea.
José Antonio Jiménez, “Michael”, fue jefe de seguridad de Villa. Se escuda detrás de una gorra y grandes anteojos oscuros. “Yo ingresé borracho, sin saber lo que hacía en realidad, es muy triste; nunca veía uno más que el cielo porque los traslados eran de noche, eso es peor que un secuestro”, cuenta.
“Decían que luchábamos por una igualdad social, pero eso no existe; si uno se pone en contra, le hacen consejo de guerra”, dice. E igual que los otros desmovilizados, pide a los jóvenes que no tomen esa decisión. “En las FARC hay buena gente, pero no pueden sacar lo bueno en ese lugar”, sostiene.
Tras la presentación de los desmovilizados ante adolescentes de Tame, los funcionarios y los periodistas son trasladados en micros calientes como una caldera hasta un parque donde se habían instalado figuras de tamaño humano de los jefes de las FARC y el ELN en la región. La idea es dejarles un mensaje escrito incitándolos a desmovilizarse.
Pinzón va más allá: dice que la alternativa que tenían si no se desmovilizaban era la muerte, y acusa a los jefes guerrilleros de que “viven con la plata del narcotráfico rampantemente” y “tienen a sus hijos estudiando en el exterior, mientras tienen a la guerrillerada de base, de extracción campesina, totalmente engañada y llena de necesidades”.
Télam consulta a Pinzón sobre la responsabilidad que le cabe al Estado colombiano cuando el factor determinante de la incorporación de jóvenes a las guerrillas es la pobreza. “En Colombia aún hay pobreza, claro que hay un reto en materia social”, admite, pero subraya que “no es un reto más grave que el que hay en otros países”.
“Aquí no hay sólo pobreza, hay grupos financiados con narcotráfico, financiados con secuestro, con minería criminal, que han cogido una bandera para que sus cabecillas vivan en el exterior como burgueses, mientras tanto aquí los más pobres viven expuestos al esfuerzo de la fuerza pública, al maltrato y a la humillación”, asegura.
Según Pinzón, el gobierno de Santos “está haciendo un esfuerzo muy grande” pues “Colombia es tal vez el país que más empleos ha creado en América latina en los últimos dos años” y “tiene una política social que busca que haya educación gratuita y seguridad social para todos los jóvenes, que busca que haya radicación para todos los empleos informales”.
“Cifras de los organismos internacionales indican que en Colombia se está reduciendo la pobreza extrema y que por primera vez en una década se empieza a reducir la desigualdad, el coeficiente gini; entonces, esos que usan la excusa de la pobreza cada día tienen menos excusa, y ellos lo saben, y nos lo certifican estos jóvenes que hoy vimos, que nos cuentan su tragedia como seres humanos”, completa el ministro.
La pobreza, de todos modos, está presente en el relato de todos los desmovilizados, sean de las FARC, del ELN o de las autodefensas, como se llama aquí al paramilitarismo.