Marcela Ferreyra es científica, subió a 111 montañas y logró hacer el estudio más completo de las plantas de altura de la Patagonia. Vivió en Río Cuarto desde los 2 hasta los 24 años. 

Se recibió de Profesora en Ciencias Biológicas en la UNRC, realizó sus primeros pasos en la docencia allí y en 1984 se le dió una oportunidad laboral en Loncopué, un pequeño pueblo en la cordillera neuquina, motivo por el cual se mudó a la Patagonia. En 1989 se instaló en Bariloche y pidió el pase a la Universidad Comahue, donde se recibió de Lic. en Cs Biológicas. 

Hoy es docente jubilada, trabaja como Bióloga independiente, realiza relevamientos de vegetación en la Patagonia y es guía botánica durante la época de las flores. “Lo lindo de vivir aquí es que tenes la naturaleza al alcance de la mano, sus ríos, lagos y montañas”, señaló. 

En dialogó con Gente Necesaria se reencontró con “su Radio”, compañera de largas horas de estudio y momentos compartidos en familia.

Mientras realizaba su Lic. en Cs Biológicas, en la Universidad Comahue, se dio cuenta que había muy poca información de las plantas de altura y por ende tampoco una guía florística de la alta montaña. Así fue que descubrió su pasión por este ámbito de estudio.

En cada montaña tomó notas en su libreta, sacó fotos y desde su primera incursión ya pasaron 30 años en descubrir tanto color y belleza junta. Así fue que comenzó a publicar listas de especies de la zona y la llamaron de Parques Nacionales para hacer relevamientos en la montaña. 

De acuerdo a la misión, en algunas ocasiones, sube y baja la montaña el mismo día lo cual le lleva cerca de 12 hs y en otros casos pernocta durante la noche en la misma para aprovechar más el tiempo y dormir debajo de un colchón de estrellas. A todo esto, lo realiza acompañada de “Chocolina”, una perrita que adoptó en una protectora y a la cual le encanta ir a la montaña.
 
Alta montaña

Respecto al ambiente de alta montaña indicó que está considerado como uno de los más desfavorables para la vida en el planeta porque tiene temperaturas extremadamente bajas, mucho cambio térmico entre el día y la noche, fuertes vientos, extremas radiaciones y es un ambiente deshidratante con grandes volúmenes de nevadas.

En este proceso de adaptación, las hierbas, suelen ser pequeñas, buscan la protección de las rocas, tienen sus hojas dispuestas de manera bastante apretada, están cubiertas de pelos para tener protección y por debajo del suelo tienen más de la mitad de su estructura con órganos que le permiten almacenar reservas para fotosintetizar.

Respecto a los arbustos dijo que son como pequeños almohadones que se aprietan contra el suelo.

“Estas plantas viviendo arriba no pueden depender del viento para la polinización y por esto invierten energía en hacer un conjunto de flores muy atractivas”, indicó. Entre los polinizadores mencionó abejorros, mariposas, mosquitas pequeñas, arañuelas e incluso hormigas.

Hay una planta que lleva su nombre

“Me dio mucha alegría esa noticia porque viene gente de todo el mundo a conocer esta planta”, dijo. Se trata de un género llamado Viola, el cual es similar a un “Pensamiento” pero más arrosetado. Esta es una especialidad de los andes sudamericanos. 

Después de la pandemia, pudo cumplir el sueño de ir a una montaña específica que está cerca de Zapala, hacer cumbre y cuando llegue ahí vio una planta similar a una “Viola”. 

“Al no encontrar entre los libros ninguna referencia, envíe una foto al Instituto Darwinion a una especialista con la que colaboró para realizar estudios de ADN. Pedimos colaboración a un especialista chileno quien confirmó nuestra teoría de que era una nueva especie. Luego de corroborarla en Buenos Aires, me informaron que a esta le colocaron mi nombre”, indicó.