Algunas sensaciones son bien difíciles de explicar. El frío es una de ellas. La desesperación es otra. Luego, tener frío y estar desesperado... no tiene nombre. Los meteorólogos no se equivocaron. Los “modelos matemáticos” son imperturbables y claro, propios de esta época del año.
Pero lo que nadie puede calcular es cómo va a encontrar esta nueva ola polar a los cuerpos y a las mentes de los que tienen poco y nada. Nunca había visto a un perro como una frazada. Si apoyas despacito la lengua en la chapa del
fondo de la casilla en las madrugadas de helada negra se te queda pegada como a un hielo seco. Tapado de perros sucios que tienen más hambre que yo, miro la hendija entre las maderas y el cartón y después de tantas noches juro que el frio tiene hasta un sonido particular. Un sonido de esos que generan respeto, porque no preguntan quién vive o cómo estás y no vuelven la vista atrás. Los perros se pelean por nada y se quedan conmigo. Me gustaría que aprendieran a echarse entre los chicos que no paran de toser y de moquear.
Hay que dormir vestido con la misma ropa de todo el día. De todos los días. Apago el frío a puro trago de Toro Viejo y cuento rencores que me acompañan desde que me acuerdo. Uno por cada agujero del techo. Uno por cada patada en el culo que me daba mi viejo
–Noooo... si va salí bueno –decía. Y yo salí esto que ahora mira el techo. Pienso que si me muero hoy, a nadie le importará nada. Nadie va a preguntar dónde estoy.
Mañana a la obra, los chicos al comedor, y la Rosa a los pisos de la vieja que le paga 800 la hora. Y el frío no para y no puedo dormir. La abrazo a la Rosa que ronca y le pego unos besos y le pido perdón.
Estudiaba en el nocturno y trabajaba en la mercería y quería tener una casa y le pido perdón. Ella duerme, esta reventada y duerme y me pongo contento porque dormida no siente el frío y los chicos tosen y la abrazo a la Rosa y le pido perdón. Mis manos son lijas lastimadas de tanto apagar cal y darle a la masa y revolear ladrillos en la helada. Antes acariciaban suave, ahora tocan o empujan o pegan o raspan. El frío es muy puto, es muy traicionero.
Te parte la cara y no te pide perdón. La miseria es peor.
Me acompañan los dos. Ninguno te deja pensar. Te juro que yo antes pensaba cosas. Pensaba. Hacia planes. Me parece que fui bueno para los motores. Sí, me parece que antes pensaba. Por cómo está la luna no pasó ni media hora que fui a mear. Esta noche no pasa más. Y todavía no empezó el invierno.
Me acomodo los perros y pienso en el verano y los chicos tosen y la Rosa ronca y me cago de frío y le pido perdón.
Texto y Foto: Marcelo Arbillaga
Comunicador
Jefe de locutores de LV16.