Mayo de 1982. La guerra de Malvinas había entrado en su momento más intenso desde los inicios de los combates en los primeros días de ese mes. A las 9:05 del 9 de mayo se recibió el siguiente mensaje: “Aquí Narwal. Somos atacados por aviones ingleses en la latitud 52 45′ Sur y longitud 58 02′ Oeste. Tenemos heridos graves”.
El Narwal era un barco pesquero perteneciente a la Compañía Sudamericana de Pesca. De 1350 toneladas, operaba en aguas argentinas desde febrero de 1975 y tenía una dotación de un capitán y 24 pescadores.
Sin embargo, este no era un barco común de pesca. Mientras simulaba realizar tareas de pesca al este de Puerto Argentino, su misión era la de efectuar inteligencia sobre la flota británica. Para ello, a bordo estaba el teniente de navío Juan Carlos González Llanos.
Para los ingleses, la del Narwal no era una presencia nueva. “Es ese maldito barco pesquero otra vez, señor. Acaban de identificarlo. El Narwal, el mismo que debimos alejar hace diez días, la noche anterior a que llegáramos a la zona”, le informaron al almirante Sandy Woodward, al frente del grupo de tareas británico.
Principal titular del diario La Nación del 10 de mayo, donde informa del hundimiento del Narwal.
Apenas conocida la noticia del naufragio del barco, desde las Malvinas se activó el operativo de rescate. Pese a que era una misión suicida por el asedio de la flota inglesa sobre la costa de las islas del Atlántico Sur.
Sin embargo tres héroes intentaron lo imposible a bordo de un helicóptero Puma 505 del Ejército argentino.
Los protagonistas
El teniente Juan Carlos Buschiazzo era uno de los pilotos más experimentados con el que contaba el Batallón de Aviación de Combate 601 del Ejército Argentino. Cuando estalló la guerra, tenía en su haber cuatro campañas antárticas, siempre a bordo de un helicóptero. Sus inicios habían sido como piloto civil y luego se asimiló al Ejército, haciendo el curso en la Escuela de Combate General Lemos, y además había asistido a clases de perfeccionamiento en Francia.El 2 de abril lo sorprendió haciendo trabajos administrativos en una oficina del Comando de Arsenales. “A mí no me van a mandar a Malvinas porque estoy en Arsenales. Me presento como voluntario”, le adelantó a su esposa.
El teniente primero Roberto Mario Fiorito tenía 30 años, fanático de San Lorenzo. Apenas egresado del Colegio Militar, fue destinado a Jujuy y luego a Tucumán. Allí pidió el pase a Córdoba para hacer el curso de paracaidista y de ahí solicitó ingresar a Aviación de Ejército para ser piloto de helicóptero.
Roby, como se lo llama en la familia, había participado dos veces en la campaña antártica, también como su amigo Buschiazzo, piloteando un helicóptero. En noviembre de ese año tenía fecha para casarse.
El tercer protagonista de esta historia era el sargento mecánico Horacio Raúl Dimotta. Había nacido en Goya, pero desde chico la familia se había radicado en Gualeguaychú siguiendo a su padre, suboficial enfermero. De pequeño había aprendido a querer la milicia. Le decían Lito y ya de pantalones cortos lo recuerdan haciendo la venia.
“Los días más felices de nuestra infancia eran cuando mi papá nos llevaba a almorzar al regimiento”, recuerda su hermana Nora. A los 15 años, comenzó a estudiar Mecánico de Aviación. Le había tocado estar en Tucumán y fue movilizado cuando Argentina estuvo por ir a la guerra con Chile durante el conflicto limítrofe del Canal de Beagle. Su hermana aclara: “Él amaba todo esto. Acompañamos su decisión. Iban a recuperar lo que era nuestro”.
El Narwal fue atacado con bombas por dos Sea Harrier. Una de ellas impactó en popa y el buque se hundió. La misión era rescatar a los náufragos
El ataque al Narwal
El barco pesquero cerca de Malvinas cuando fue atacado por dos Sea Harrier. Los aviones estaban armados con bombas de 500 kilos y, además, dispararon con sus cañones de 30 mm. Dos bombas cayeron a los costados del barco, una tercera impactó sobre la cubierta de popa. Por el estallido murió el marinero bahiense Omar Alberto Rupp. En el barco tenía un triciclo para regalarle a su hijo que había nacido cuando él ya estaba embarcado.
El barco se hundió y los marineros saltaron a las balsas. Allí, entre las olas heladas del atlántico, los naúfragos oyeron el motor de un helicóptero. En ese primero momento se trataba de un Sea King inglés, que estudiaba el cuadro de situación tras el ataque.
Los protagonistas de esta historia: Buschiazzo, Fiorito y Dimotta en una pintura de Héctor Rubén Arenales Solís
Mientras tanto en Malvinas, los tres pilotos se preparaban para partir en una misión de rescate que era vista con muy pocas probabilidades de éxito por todos.
La misión se la adjudicaron a Buschiazzo, pero su helicóptero había sufrido un desperfecto de último momento. Entonces, fue convocado Fiorito.
Buschiazzo se postuló como copiloto para acompañar a su amigo.
Se preparaban para una misión suicida. No solo porque el piloto de helicóptero de Ejército no estaba instruido en rescates en el mar, sino que la máquina no contaba con el equipamiento adecuado para semejante tarea e iba a estar a merced de la aviación y artillería naval enemiga. Y con un estado del tiempo pésimo. Olas de 4 metros, baja visibilidad y vientos cruzados que dificultarían el acercamiento hasta los naúfragos.
La nave que se usaría, el Puma Alfa Eco 505, es la única que había cruzado volando desde el continente. La cargaron con sogas, botes y chalecos salvavidas y víveres. Además, llevaban dos handies con frecuencia naval para poder comunicarse con los náufragos, una vez que fueran localizados.
Sabían el peligro que corrían. Dimotta se quitó su gorra y se la dio a un compañero, de apellido González. “Esta te la dejo a vos, porque la vas a necesitar más que yo”. Años más tarde, un anciano González le entregó a la hermana del sargento mecánico la insignia que llevaba esa gorra.
Dimotta corrió a alistar al helicóptero, mientras que el resto del grupo se tomó una fotografía. En el extremo derecho, aparece parado Buschiazzo y agachado, Fiorito. Fue su última foto.
A las 5 de la mañana de ese mismo 9 de mayo, se había avistado al destructor Coventry y la fragata Broadsword mientras tomaban posición al sur de Puerto Argentino para formar parte de una trampa misilística y evitar que aterrizaran o despegaran aviones desde la pista de Puerto Argentino.
Entonces se ordenaron misiones de ataque contra estas naves. En esa circunstancia, dos aviones A4C Skyhawk, piloteados por los tenientes Jorge Eduardo Casco y Jorge Ricardo Farías, salieron a cumplir la misión pero el mal tiempo les jugó una mala pasada y se estrellaron en unas islas cercanas al intentar atacar a los buques.
A las 11 de la mañana dos Lear Jet, pertenecientes al Escuadrón Fénix, que carecían de armamento, intentaron una maniobra de distracción. Fue cuando desde el Coventry se disparó, por primera vez en la historia, el misil Sea Dart. En realidad fueron dos proyectiles, lanzados a una distancia de 165 millas (unos 265 km), el límite máximo de su alcance. Uno pasó entre medio de los dos Lear Jet, los que descendieron abruptamente y emprendieron regreso a la base.
En medio de una espesa niebla, el helicóptero con Buschiazzo, Fiorito y Dimotta despegó minutos antes de las 4 de la tarde. Inmediatamente comunicó su plan de vuelo para no ser blanco de la artillería argentina. La última comunicación que se recuerda es a Fiorito decir “estamos en zona de trabajo”, aunque pudo haber dicho “proa al trabajo”. No quedaron grabaciones.
Desde el radar 967 de la Broadsword fue detectado un blanco lento, en movimiento sudeste. Por data link le pasó al Coventry los datos de posición, se asignó el blanco al radar de control de tiro 909 y se lanzó un solo misil Sea Dart. Luego de navegar 13 millas (21 km), impactó en ese blanco que se movía lentamente. Era el primer Sea Dart que hacía blanco. Le habían dado al helicóptero argentino de rescate.
Al día siguiente, se mandaron tres vuelos de búsqueda, un Augusta de Ejército, después un Pucará y por último un Aeromacchi. Todos bordearon la costa, pero sin divisar nada.
El misterio del helicóptero perdido
Durante todos estos años, se creyó que el helicóptero había caído al mar. Pero otra podría ser la historia. En el 2018 salieron a la luz valiosos datos que revelarían el lugar donde el helicóptero Puma fue derribado. Y no es en el mar, como se suponía, sino en tierra. Y los documentos señalan que aún estaría allí.
La ubicación de la fragata Coventry, y el radio de acción de búsqueda del helicóptero
El mérito de este hallazgo le corresponde al coronel Luis Bennardi, actualmente subdirector de bienestar del Ejército, y al subteniente de Reserva Mariano Sciaroni, dos estudiosos de la Aviación de Ejército. Ellos pacientemente fueron reconstruyendo los hechos y recopilando valiosos documentos que obtuvieron en Gran Bretaña y que, posiblemente, sirvan para comprobar que otra fue la historia.
Bennardi y Sciaroni le relataron a Infobae que el 22 de junio de 1982, el mayor Ewen Southby-Tailyour recibió la orden de recorrer en helicóptero y detectar la presencia de restos donde se habían producido derribos. Este militar es el que encontró en la isla Borbón el Lear Jet que piloteaba el vicecomodoro Rodolfo de la Colina. Más restos del mismo aparato se hallarían años después, por casualidad, luego de que una gran sequía en la zona los dejara al descubierto.
“La misión humanitaria que nos convoca tiene como objetivo la búsqueda de los tres tripulantes del helicóptero Puma AE-505, y del piloto del avión Dagger C-433, ambos derribados durante la guerra del Atlántico Sur en diferentes circunstancias. Se trata de una acción humanitaria reparadora para que, en caso de que se hallen los restos de los caídos, estos puedan ser sepultados con honor, como marca la tradición universal para aquellos que entregaron en la batalla su vida”, anuncia el comienzo de la carta abierta audiovisual -de 8 minutos 21 segundos de duración- dirigida a las autoridades británicas y a todos los ciudadanos de las Islas del Atlántico Sur.
La firman Sciaroni; el periodista, Oscar Feito; el documentalista y buzo técnico y científico, Uriel Sokolowicz Porta; y el Coronel de Comunicaciones Bennardi.
A la derecha el coronel Luis Bennardi; junto al subteniente de reserva Mariano Sciaroni están abocados a resolver un misterio que comenzó el 9 de mayo de 1982
Cuando estalló la guerra, recuperó el manuscrito y se lo llevó al comandante de brigada. Se lo cedió con la condición de ser parte de la expedición militar al Atlántico Sur. Él asegura que se eligió el estrecho de San Carlos para desembarcar gracias a los datos que en su momento había relevado. “Fue la persona que más colaboró para la recuperación de las islas”, lo elogiarían en Gran Bretaña. Este teniente coronel retirado lleva escritos más de una docena de libros sobre una variada temática que incluyen historia militar, yachting y novelas.
La isla Bouganville, también conocida como Lively Island, recuerda a Louise Antoine de Bouganville, un francés que en 1763 fundó la colonia de Port St. Louis, hoy Puerto Soledad. En esa isla, Southby-Tailyour halló restos de un Puma y de un Skyhawk. Así lo pudo reconfirmar gracias al oficial de vuelo de la HMS Avenger. Según ellos, estaba perfectamente visible su tren de aterrizaje. “Estaba muy quemado, no vi restos humanos, por suerte”, remarcó. Así se lo hizo saber al subteniente Sciaroni.
Luego de reportar el hallazgo, el día 24 los ingleses enviaron a una patrulla de Gurkas al lugar. El parte elaborado dice “habiendo encontrado numerosas piezas de una aeronave destrozada y equipos como botes salvavidas, pero no restos humanos…”.
Dos fuentes coincidían en el hallazgo de restos de un helicóptero Puma en la isla Bouganville.
¿Puede ser posible que el Puma se encuentre en tierra? La minuciosa investigación de Aviación de Ejército señala que el horario de derribo fue a las 16:07 y que, como mucho, el helicóptero voló un total de 17 minutos.
Asimismo, pudieron confirmar la posición de los buques y, de esta manera, calcular la distancia desde la que se lanzó el misil. Cuando estos datos se asocian a la distancia del blanco, coinciden con el lugar donde estarían los restos del Puma.
¿Puede ser posible que el Puma se encuentre en tierra? La minuciosa investigación de Aviación de Ejército señala que el horario de derribo fue a las 16:07 y que, como mucho, el helicóptero voló un total de 17 minutos
Otro elemento que enriquece la investigación es la bitácora del oficial de guerra aérea del Coventry, documento que salió a la luz este año. En su entrada 39 escribió: “Más tarde ese día, mientras operábamos otra vez en la línea del Sea Dart al sur de Stanley, Broadword nos indicó (vía Link) que una aeronave volaba lentamente hacia el sudeste, en las cercanías de Puerto Harriet. Un solo misil Sea Dart fue disparado que impactó en el blanco. Fue visto explotar en una manera espectacular y fue posteriormente identificado como un helicóptero Puma argentino. El momento del incidente fue en las cercanías de Port Pleasant, probablemente sobre tierra”.
De todas maneras, los datos precisos los guarda el radar del Coventry, que está en el fondo del mar desde el 25 de mayo de 1982, cuando fue hundido por dos bombas de 250 kilos arrojadas por aviones Skyhawk que impactaron debajo de su línea de flotación.
Los familiares de los héroes
Ana Buschiazzo, viuda del piloto, dijo conmovida: “Es muy duro cerrar una historia sin tener la evidencia de lo que ocurrió”. Siente con claridad que si se encuentran restos humanos, estos deben permanecer en las islas. “Mi marido no hubiera querido otra cosa. Me había dicho que si le pasaba algo, quería quedar allá”.
Nora Dimotta remarcó: “Agradezco a la familia de Aviación de Ejército por su contención. No importa el resultado, lo que vale es que hay personas que se están ocupando. Es una caricia al alma”.
Mario Gabriel Fiorito no conoció a su padre. “Fue una sorpresa después de tantos años enterarnos de que su helicóptero no cayó en el océano, como pensábamos”. Mario está casado, tiene dos hijos y se alegra cuando se encuentra con amigos de su papá. “Todos hablan maravillas de él; me siento muy orgulloso”.
La pregunta aún sin respuesta: ¿Dónde cayeron los restos del Puma 505?
Hoy, el helipuerto presidencial lleva el nombre de Fiorito, y en la placa se aclara que perdió la vida junto a Buschiazzo y Dimotta. Hay una plaza en Gualeguaychú que recuerda al sargento mecánico; a fines de 1982 también se colocó una placa en una plaza del barrio de Constitución que homenajeaba a Buschiazzo, que lamentablemente fue vandalizada.
El 9 de mayo la Aviación de Ejército conmemora el Día del Veterano de Malvinas en honor a sus únicos tres caídos: uno, que quiso ir sí o sí a Malvinas; otro, un fanático de San Lorenzo que en noviembre se casaba y el último, el que aún de pantalones cortos jugaba a hacer la venia.
Infobae