El diputado puja por el ingreso de figuras radicales competitivas en la lista legislativa para apuntalar a Juez. Se apaga el temor por más fugas.
Quienes capitanean los partidos que conforman Juntos por el Cambio (JxC) en Córdoba dicen no sentirse impresionados por las demostraciones de fuerza que va convocando Martín Llaryora, candidato a la gobernación por Hacemos por Córdoba. El radical Rodrigo de Loredo es el primero en aceptar el duelo.
En el búnker aliancista creen que no se cumplirán las expectativas que el oficialismo tenía hace sólo semanas, cuando parecía en auge el plan de captación de nuevas adhesiones extrapartidarias para fortalecer su propio entramado. Incluso, pateó la presentación al filo de la fecha perentoria para la inscripción de alianzas, el 26 de abril.
En su recuento sólo anotan un par de figuras transfuguistas, en su mayoría del radicalismo díscolo. Como contrapartida, afirman contar con el aval de casi la totalidad de intendentes del universo cambiemista. Definen tal cohesión como ideal, considerando las tensiones en torno a la denegada re-reelección y las tentaciones que siembra el cordobesismo. A diferencia de lo ocurrido en 2019, analizan, esta vez cuentan con plena disposición de sus fuerzas. Suman también una incipiente ola triunfal en los primeros turnos del año electoral.
Con tal respaldo, las conducciones partidarias apuraron acciones clave para evitar nuevas dispersiones y concentrarse en el objetivo principal: ocupar la gobernación a partir de diciembre.
Presión
En poco menos de una semana, los negociadores aliancistas lograron desactivar conflictos en dos importantes circuitos, con potencial de contagio en regiones clave para la cosecha final: Jesús María y Río Tercero. Como contara Letra P, en dichas ciudades las disputas internas habían impedido la conformación de la mentada Mesa. En los pagos de Marcos Ferrer, proliferaban rivales dentro del espectro aliancista. En la capital de la Doma, la porfía entre Luis Picat y Gabriel Frizza impedía un acuerdo. Finalmente, la presión de las cúpulas partidarias derivó en la constitución formal de JxC por primera vez para ambas poblaciones.
Dicha presión incluyó una decisión cargada de simbolismo. Quienes decidan no sentarse a la Mesa de JxC no podrán usar los sellos partidarios. El ejemplo aleccionador fue para Daniel Rotti, presidente del PRO riotercerense, a quien el apoderado departamental notificó que sólo podrá mantener referencia cambiemista si concurre a las PASO, que se celebrarán el 4 de junio, dentro de la alianza. Caso contrario, deberá gestionar su propio espacio.
A su vez, de la discusión en Jesús María resurgió la encuesta como método para dilucidar disputas y evitar la fricción de una compulsa interna. “Hay una regla. Vamos a poner el mejor candidato en cada localidad. Si hay diferencias, recurrimos a los sondeos. En pocas ciudades habrá internas. Eso viene dando resultados, más allá de las pujas sobre el cierre”, profundiza Frizza.
Dichas pujas operan como ventanas para quienes expresen disconformidad con las resoluciones tomadas. La fuente amarilla admite su desazón por la partida de intendentes del Comupro que hoy forman parte del armado cordobesista, tales los casos de Maciel Balduzzi, intendente de Costa Sacate, Marcelo Bustos, de Salsipuedes, además de quienes ya se alinearon con Myrian Prunotto.
Sin embargo, en el armado deloredista remarcan que se trata de casos aislados. Según sus cálculos, entre autoridades municipales radicales propiamente dichas, la adhesión supera el 95 por ciento. Ese respaldo ha quedado evidenciado en las últimas sesiones del Foro de Intendentes Radicales. “En la última reunión con Luis Juez y Rodrigo de Loredo éramos 100 intendentes, todos sumados al proyecto”, evoca José Bría, alcalde de Morteros.
“Al final, Schiaretti y Llaryora sumaron poco y nada. Querían a Carlos Briner, que está con nosotros y entusiasmado, como sus pares. Sólo se fueron un par de intendentes, con pocos votos. Eso también generará un problema para ellos, porque les saca lugares a peronistas que vienen desde hace tiempo”, analiza un armador del Frente Cívico.
La táctica
Buena parte de las adhesiones queda sellada por el trabajo que el propio diputado encabeza con referentes departamentales. Allí las tensiones a resolver devienen tanto de aquella imposibilidad de re-reelección como del anhelo de proyección parlamentaria. La aspiración de muchos y muchas es encabezar la boleta para las bancas a la Legislatura que se reparten por departamentos, lo que los convertiría en taitas de sus terruños.
Según explican en el entorno del extitular de ARSAT, junto a ese trabajo se articulan acuerdos en ciudades donde la UCR corre en desventaja, como Cruz del Eje, San Francisco, Villa Carlos Paz, Villa Dolores y Arroyito. En la ciudad del caramelo, gobernada por el radical llaryorista Gustavo Benedetti, De Loredo plantó -con foto en redes mediantes- al exintendente Mauricio Cravero, que exhibe encuestas impecables, según los campañistas de Juntos.
Como nota al pie de cada acuerdo, muchos líderes regionales no niegan que su apoyo a la fórmula cambiemista estriba en la filiación radical del diputado. Si éste decidiera bajarse de la candidatura a vicegobernador algunas tuercas podrían aflojarse. Eso aguarda el llaryorismo.
Considerando la volatilidad de las palabras, el propio De Loredo ha insistido con la necesidad de institucionalizar mecanismos de resolución de disputas intestinas. Específicamente, pretende que el método de selección de las candidaturas sea una encuesta contratada por las partes o por la Junta Electoral de la alianza. Es decir, evitar las elecciones internas con que en tantos casos identifican al centenario partido.
Tal requisito sería su última exigencia para suscribir formalmente la alianza de JxC, con su correspondiente reglamento. Tal instancia, postergada por meses, debería sustanciarse en los próximos días, con el lunes 17 de abril como fecha tope. Escépticos, algunos negociadores prefieren no dar nada por sentado. Por lo bajo, temen que la disputa De Loredo - Negri vuelva a trabar el trámite.