Laberintos Carmona se encuentra a 4,5 kilómetros del centro de la ciudad de Malargüe, Mendoza y Gente Necesaria dialogó con su creador, Jorge Carmona. Cuenta con dos unidades, uno con forma cuadrada y otro circular en una zona muy seca, con mucho viento y escasa cantidad de agua en los ríos. Con su esposa Raquel y sus cuatro hijos llevan adelante el emprendimiento que registra el ingreso de 60 autos diarios, aproximadamente.

Jorge se crió en la finca con su padre y abuelo plantando viñas, frutales y verduras pero a los 20 años junto con su hermano, se subió a un tren petrolero en búsqueda de sueños que lo llevaron a Malargüe.

Allí encontraron trabajo en el petróleo por 15 años. En este marco se casó y conoció el Laberintos “Los Cocos” en Carlos Paz cuando estaba de luna de miel. “Me quedó grabado, me encantó y nunca me imaginé que iba a crear uno”, dijo.

Un día, se quedó sin trabajo en el petróleo y como Jorge no quería volver al trabajo sacrificado de la finca, compró unas tierras que eran un pantano, les hizo ripio y empezó a idear el emprendimiento cuando entendió con su familia que el futuro era el turismo y no el petróleo.

“Lo único que sabía del turismo eran árboles y el trabajo de la tierra. Lo relacione, me acordé de ese laberinto hermoso y ahí nació el proyecto”, indicó.

Para esto les sirvieron los conocimientos adquiridos con su abuelo y padre en la finca, pero también lo que aprendió de dibujo gracias a una revista a la que se inscribió para recibir por correo cuando a los 15 años dejó de ir a la escuela para trabajar.

Mientras crecían los grateau, por una crisis hídrica, le cortaron el agua del lote por lo que decidió hacer una máquina de perforación para realizar los pozos de agua y así recuperar el primer laberinto que realizó y que había dejado de regar.
 
El diseño para que sea lo suficientemente difícil, no salir rápido, pero no tan complicado

No hay nada más cautivante, sobre todo para un niño, que el desafío de meterse en un laberinto y encontrar la salida. Por esto Jorge realizó un diseño que le permitiera a la familia disfrutar de esta aventura.

Realizó el diseño con cartulina blanca, papeles de calcar y así nació el plano del primero, el cuadrado que tiene 70 metros por 70. Para esto dividió 31 pasillos de este a oeste y lo mismo de norte a sur e hizo cortes por donde iba el camino.

Pasaron 10 años para que los grateau estuvieran a una altura adecuada, 2 años para que el Estado apoyará el emprendimiento y un hecho fortuito como los 15 de su hija que les permitió ver desde arriba la inmensidad y belleza de lo que habían creado. 

A los 4 años de inaugurar el laberinto cuadrado, Jorge dibujó el redondo con una hermosa fuente de deseos en el centro. Tiene 1110 metros para llegar caminando a la misma y 65 metros de diámetro.

Además cuenta con un mirador en medio de ambos laberintos que dan una hermosa vista panorámica del lugar. En el lugar, Jorge y su familia también ofrecen un Museo de Motos Antiguas, baños y resguardo bajo techo en caso de tormentas. También un camping con todos los servicios.
 
“No hay que bajar los brazos, apuntar y terminar los proyectos”, concluyó.