Los cyclekarts son réplicas de los autos de carrera que existían antes de la Segunda Guerra Mundial. Verdaderas piezas de autor, construidas artesanalmente siguiendo una línea inspirada en las grandes escuderías como Bugatti, Alfa Romeo o el Bloody Mary de John y Richard Bolster, todos de la preguerra.

En Argentina hay muchos fanáticos que coleccionan los modelos de 1920 hasta 1940. Dichas réplicas son a escala, con ruedas y motor de motos de 110, 125 y 150 cilindradas. Entre estos también se encuentra el estacionario, modelo muy utilizado internacionalmente.

Se construyen en acero inoxidable, fibra de vidrio o madera y utilizan motores estacionarios o “varilleros” de motos. En condiciones óptimas pueden alcanzar los 65 a 75 kilómetros por hora.

Uno de los coleccionistas argentinos es Carlos Ernesto Puebla, quien vive hace 4 años en Villa Yacanto de Calamuchita, oriundo de Mendoza.

“Lo que más me gusta de estos encuentros es el ambiente familiar que se genera en los distintos grupos, el compañerismo y la pasión por los fierros pura sangre vintage”, dijo el propietario de uno de los vehículos que participa del grupo Cyclekart Regional Sudamericano (CKRS).
 
Cómo comenzó con la colección de estas réplicas y cuáles son sus joyas más preciadas.

Fue en 2015 que en la página de cyclekarts Argentina encontró un nido para su pasión de fierrero y allí decidió armar un grupo de Facebook. A partir de allí con su gran amigo, Carlos Sánchez, autor de su DeSoto Special 1928, cuyo taller se encuentra en San Juan, realizó sus modelos y Carlos Puebla lo ayudó con los planos 3D hasta lograr la matriz y luego las copias. 

El cordobés por adopción aseguró que prefiere ocuparse de la parte organizativa para competir con estas réplicas de manera amateur en los circuitos cerrados del país, sin recibir nada a cambio, por gusto a este deporte y los modelos antiguos.

Comentó que su amigo hoy se dedica a la construcción de otros modelos como el Bloody Mary (total metálico, de acero inoxidable con motores estacionarios o varilleros); el Alfa Romeo P3 (con carrocería de fibra con tratamiento aeronáutico y metal y los mismos motores); el Fiat 509, con carrocería de fibra y metal con motores varilleros y el Alfettina, con la misma carrocería y chasis tubular en ejecución.

Y concluyó: “Una vez que me jubilé, caminando por estos paisajes de Villa Yacanto de Calamuchita, cerca del cerro Champaquí, vi unos lugares fantásticos para correrlos. El primer año hicimos un circuito netamente de tierra, con una parte arenosa y otra de ripio, como para aprovechar los vehículos y aventurarnos con el manejo. Y así fuimos ganando experiencia y se fueron organizando distintos circuitos de entre 3 y 5 kilómetros, de dificultad baja / intermedia, con pisos mixtos. Si bien tratamos de que haya premios para todos, siempre destacamos al primero, el segundo y el tercero de los grupos mejores vestidos, que en general son familias; a la máquina mejor presentada y al primero, segundo y tercero de la clasificación”.

La tendencia es mundial, y la Argentina ya está subida a la ola. Actualmente, se estima que hay en el país casi un centenar de cyclekarts, ya terminados o en estado avanzado de construcción, y se considera que es el segundo país en el mundo con mayor cantidad de estos vehículos, después de Estados Unidos.

Para conocer estos modelos ingresá a: Cyclekart Regional Sudamericano