Cuando el volcán japonés Sakurajima, de 1.117 metros de altitud, entra en erupción, lanza bombas de lava, rayos y nubes de ceniza. La lava solidificada de una explosión de 1914 conecta lo que en otro tiempo fue una isla con la península de Osumi, en Kyushu, donde se encuentra una gran caldera volcánica que entró por primera vez en erupción hace unos 22.000 años, la caldera Aira. Desde entonces, ha contado con más de media docena de erupciones de gran intensidad en los últimos 10.000 años, durante el Holoceno, la última de ellas registrada a las 20.05 horas del 24 de julio de 2022.
Tras constatar que el volcán estaba expulsando material a distancias de más de un kilómetro y ante la posibilidad del recrudecimiento de la erupción, el evento ha motivado que la Agencia Meteorológica de Japón haya declarado este domingo el nivel de máxima alerta y la evacuación obligatoria de todas las poblaciones próximas al volcán.
De la enorme caldera de Aira se alimentan diversos volcanes, entre los que se encuentra el volcán japonés Sakurajima, el protagonista de esta fotografía y uno de los más activos del país. Por otro lado, las erupciones de la caldera de Aira se caracterizan por tener grandes flujos piroclásticos, pero el mayor peligro que representa es que en su zona de influencia, o en los 100 kilómetros a la redonda desde el centro de la caldera, residen hasta 2,6 millones de personas.