La Organización Mundial de la Salud estima que más de mil millones de personas en todo el planeta viven con algún tipo de discapacidad. Esto es, el 15 % de la población mundial. Y si bien hace algunos años prácticamente no existían desarrollos tecnológicos que se enfocaran en mejorar la vida cotidiana, en los últimos tiempos son cada vez más las empresas que desarrollan programas o aplicaciones con ese fin. Desde gigantes como Google, Microsoft o Apple hasta start-ups. Se observa, así, un ecosistema de soluciones que van del uso de herramientas muy simples, como la cámara del teléfono y la conexión en tiempo real, a desarrollos de la inteligencia artificial, como el machine learning o el reconocimiento de voces e imágenes, pasando por la impresión 3D.
Varias de estas herramientas resultan ser soportes para la vida independiente de las personas con discapacidad, ya que las ayuda a resolver acciones simples para las que muchas necesitan a otra persona.
Reconocimiento de imágenes
Que cualquier persona del mundo con acceso a un teléfono inteligente tenga una cámara de fotos en su bolsillo implica que las personas ciegas tienen al alcance de la mano una herramienta que, de alguna manera, ve por ellas. El reconocimiento de imágenes, que nació con la inteligencia artificial y que evolucionó de manera exponencial en los últimos años, generó novedosas aplicaciones y herramientas.
Microsoft, por ejemplo, lanzó una aplicación gratuita para el iPhone llamada Seeing AI, que identifica objetos y los describe. Y no solo objetos: también personas. Cuando hace esto, estima la edad, el género y el estado emocional. Además, si esa persona está vinculada a la app a través de una fotografía, puede llegar a identificarla con nombre y apellido. También reconoce algunas divisas, como el dólar, la libra, el euro o el dólar canadiense. El usuario escucha las descripciones y también textos como, por ejemplo, un cartel. Google lanzó una herramienta similar llamada Lookout.
Otras aplicaciones, como la popular Be My Eyes, sobre la que se publicó una nota de Soluciones en octubre pasado, que conecta a personas con ceguera o visión reducida con voluntarios de todo el mundo que pueden asistirlas en acciones simples de la vida cotidiana, como leer la etiqueta de un producto en el supermercado o elegir el color de una prenda, entre una infinidad de posibilidades.
La popular aplicación Be My Eyes conecta en tiempo real a personas ciegas con voluntarios que las ayudan a, por ejemplo, identificar un nombre y número de calle o una etiqueta en el supermercado o la denominación de un billete, entre otras cosas. (Imagen: gentileza Be My Eyes)
La casa inteligente
Si bien muchos las consideran un fetiche tecnológico, las características de las casas inteligentes pueden ser de gran ayuda para personas con discapacidades. Poder activar a distancia cualquier tipo de dispositivo hizo que las personas ―que antes dependían de otro para que las asistieran en el hogar― ganaran autonomía. La gran barrera es, de momento, el costo.
Lo bueno es que esta tecnología está en pleno desarrollo y crecimiento, lo que significa que con el paso del tiempo no solo tendremos mejores implementaciones y más prestaciones, sino que además costará menos. El precio de dispositivos como los Nest, que empezaron por regular la temperatura y el ahorro energético de una casa, o el famoso Echo con la popular voz de la asistente Alexa es de momento bastante alto.
Que empresas como Google, que es dueña de Nest, o Amazon, que desarrolla Echo, estén metidas en este negocio está haciendo que la industria avance muy rápidamente.
De voz a texto
Prácticamente ninguna tecnología ayudó tanto como el reconocimiento de voz, que les permite a los usuarios hablarle a un dispositivo y que este, de manera automática, lo pase a texto en una computadora. Así se puede escribir desde un mensaje de texto hasta un correo electrónico o un informe laboral.
Es lo que hacen aplicaciones como ListenAll.
El reconocimiento de voz “traduce” a texto escrito lo que se le dicta al dispositivo. (Imagen: gentileza ListenAll)
Impresión 3D
Como la inteligencia artificial y el machine learning, el mundo de la impresión 3D también avanzó de manera brutal en la última década. “Hace años, si alguien ciego estaba estudiando una clase de zoología tenía que tomarse mucho tiempo para entender cómo era el aspecto de un glóbulo rojo. Ahora, simplemente lo imprimimos en 3D y hacemos que lo toque para saber cómo es”, dijo Phil Kragnes, quien perdió su visión como consecuencia de la diabetes cuando estaba en la secundaria y hoy trabaja en la Universidad de Minneapolis enseñándoles a educadores las mejores prácticas de accesibilidad. Kragnes sabe de superar barreras: escaló tres de las montañas más altas de Nuevo México, en los Estados Unidos.
La experiencia que contó Kragnes se puede extrapolar a lo que sea. Uno de los beneficios de las impresoras 3D, dispositivos que en los últimos años bajaron de precio notablemente, es que pueden dar forma a prácticamente cualquier objeto para que las personas que no pueden ver lo toquen y sepan qué forma tiene. Un avance único.
Correr sin ver
Google trabaja hace tiempo en un proyecto llamado Guideline para asistir a personas ciegas que quieran correr (actualmente, suelen hacerlo con otro corredor a su lado, como guía. Se trata de una tecnología que utiliza el teléfono y funciona de manera muy simple: el corredor debe atarse el smartphone a la cintura; la cámara “observa” el suelo, marca en la pantalla la línea que debe seguir la persona para no desviarse ni tropezar con obstáculos y le envía instrucciones de voz a través de los auriculares.
Guideline es un proyecto de Google para asistir a personas ciegas que corren. (Imagen: gentileza Guideline)
Estos desarrollos muestran que se está haciendo mucho para que haya cada vez más aplicaciones accesibles, pero también obligan a pensar qué se define como accesibilidad. Como escribió Mahe Bayireddi, CEO de Phenom, una empresa de recursos humanos que tiene la misión de ayudar a las personas a encontrar trabajo, “las experiencias digitales no pueden limitarse a un subconjunto de la población”. “El acceso es igualdad y las empresas deben esforzarse para realizar cambios cuantitativos reales”, señala en términos de que todos los usuarios puedan usar fácilmente sus desarrollos. Porque, concluye, “la accesibilidad no se trata de discapacidades, se trata de personas”.
Infobae y Red/Acción Por Axel Marazzi