“No te enojes con alguien a quien amas y ten cuidado con lo que dices, porque tu mente se enoja, pero a tu corazón todavía le importa”. El mensaje con la imagen del papa Francisco fue subida por el policía Ariel Enrique Pedraza (44) el domingo en su página de Facebook. 

Dos días después, cargó su pistola 9 milímetros, le puso un almohadón en el cañón para amortiguar el ruido y asesinó de varios disparos a sus dos hijos, Tobías y Morena, de 10 y 12 años respectivamente. Los disparos dieron en sus cuerpitos.

Luego se quitó la vida con la misma arma, de un certero disparo en la sien. Los tres estaban solos en un departamento de un edificio del barrio Alberdi, de la ciudad de Córdoba, donde trabajaba su actual pareja, quien no es madre de los chicos y no se encontraba presente.

El policía dejó una carta en la que consignó los motivos de semejante determinación, confiaron fuentes de la causa.

“No lo puedo creer. Es algo que no tiene sentido. Era un muchacho bueno, amaba a sus hijos. Se desvivía... Nunca dijo nada que pudiera hacer prever este final”, decía ayer Miriam, una amiga del policía, parada en la calle, mientras a pocos metros la morguera de Policía Judicial arrancaba, llevándose los tres cuerpos.

Ayer nadie podía comprender tamaña locura en el marco de un nuevo hecho de violencia doméstica en Córdoba.

En principio, no existían denuncias contra el sargento, quien se desempeñaba en el grupo de elite Eter de la Policía. El Eter está compuesto por hombres con un carácter y personalidad psicológica especial, preparados para resistir cualquier situación de tensión o crisis en su trabajo de calle. Al parecer, las situaciones personales de Pedraza lo superaron.

“Estaba en pleno trámite de divorcio de su exmujer y madre de sus hijos (Paola Fernández) y, por lo que sabemos, también estaba atravesando una crisis con su actual pareja, una psicopedagoga (Belén Centineo)”, dijo el jefe de Zona Centro de Policía, Néstor Gambarte.

No es la primera vez que un efectivo de la Policía cordobesa asesina a miembros de su familia para luego quitarse la vida A todo esto, la muerte del policía se agrega a una serie de inquietantes suicidios de camaradas. El drama sucedió ayer, alrededor de las 16.30, en el departamento 18º C de un edificio en calle 27 de Abril 1958.

Pistola con un almohadón

El policía Pedraza, quien era instructor de tiro en el Eter y profesor de gimnasia (“tenía un gran concepto dentro de la fuerza”, dijeron desde Jefatura), trabajó el domingo. Ese día, tuvo una charla con la psicóloga del cuerpo. Vivía solo en una casa de barrio Marqués de Sobremonte. Allí se encontraría luego la carta póstuma.

Se sabe que al salir del trabajo, retiró a sus hijos “Tobi” y a Morena, dos hermosos niños de franca sonrisa. En auto fueron hasta el departamento de calle 27 de Abril, donde hasta hace algunos años él vivía y que, en la actualidad, allí funciona el consultorio psicopedagógico de su actual mujer. ¿Qué sucedió adentro? ¿Qué lo llevó a cometer tamaño acto? “No estaba bien. Estaba pasando por un mal momento personal”, indicó un jefe policial.

En el departamento acribilló a los chicos a balazos y se mató. Los tres cuerpos quedaron en el suelo. Al rato llegó su pareja: “¡Abrí, Ariel! ¡Abrí!...”. Pero de adentro nadie contestaba. Redacción Lavoz.com.ar