Hay una brecha de 30 puntos en el cálculo de la producción total de granos para el 2022.
Corría 2010 y el Gobierno elaboró un Programa Estratégico Agroalimentario (PEA) en el que se calculó que la cosecha de granos llegaría a 157,5 millones de toneladas en 2020, casi 60% mayor que la actual.
Mucho más moderado resultó ser un reciente estudio surgido del sector privado, que estableció que, para la campaña 2022/23, el país podría producir 128,4 millones de toneladas, una tercera parte más que en la actualidad.
Los economistas del Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI), que es financiado por las Bolsas y cámaras del sector, acaban de publicar el Escenario de Referencia Agroindustrial al 2022.
Se trata de la adaptación local de un sistema de cálculos desarrollado por la Universidad de Pensilvania y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).
En diez años, la producción agrícola podría crecer cerca del 30%, a una tasa del 2,7% anual.
Según publicó Clarín, esto implicaría que el sector agrícola argentino bajará su ritmo, ya que desde 1990 había crecido a una tasa promedio del 4,7% anual.
La abrumadora diferencia de resultados de este trabajo respecto del PEA radica en que mientras el informe oficial prevé un gran salto de la superficie sembrada (de casi 40%), el INAI encuentra límites para el crecimiento geográfico de las siembras. Así, afirma que el área agrícola podría crecer a 34,4 millones de hectáreas, un 9,4%.
Este grupo de especialistas coloca el acento en los rendimientos.
Para dentro de diez campañas, el INAI estimó que se podrían lograr 64,3 millones de toneladas de soja, 3,7 millones de girasol, 14,7 millones de trigo y 29,9 millones de maíz. Es decir, no se percibe una gran alteración de la actual oferta agrícola argentina.
Un rasgo interesante del trabajo es que se considera que la mayor parte del incremento de la cosecha se destinará a su industrialización y consumo dentro del país, ya que las exportaciones de granos sin procesar solo crecerían 6,6 millones de toneladas, un 16%. Las producciones locales de carnes y lácteos también encontrarían terreno fértil en el mercado internacional. Sin embargo, el INAI espera en estos rubros un crecimiento más moderado de la producción. Para la carne bovina se esperan progresos del 1,8% anual, y para la leche de un aceptable 2,8%. Mucho más prometedor es el panorama para la avicultura, pues se pronostica que el sector crecerá 4,5% cada año.
El análisis incluyó a la más flamante agroindustria que tiene el país: la de los biocombustibles.
Aquí se señaló que la producción de biodiésel de soja pasaría de las actuales 2,2 millones de toneladas a 3,1 millones en 2022. El etanol originado en la caña de azúcar y el maíz, en tanto, pegaría un salto del 45% en los próximos 10 años, hasta 443 mil toneladas.