La periodista Mabel Sánchez reflexionó, en su columna de los días lunes, acerca de la palabra, de personajes emblemáticos de nuestra cultura como Juan Filloy que han sido grandes hacedores de la cultura local y mundial. Escuchá la columna de Mabel Sánchez.
El viernes por la noche vi en Netflix una película cuyo título me atrapó “La última carta de amor', una película británica de 2021 que se estrenó el viernes 23, y que rápidamente se ubicó entre lo más visto de la plataforma de streaming en muchos países.
"Una periodista encuentra una valiosa colección de cartas de amor de 1965 y resuelve descifrar el misterio de un affaire secreto...al tiempo que inicia su propio romance" y ayuda a cerrar la historia de un amor inconcluso. Me encantó. La película es en dos tiempos, en dos épocas, una signada por las cartas de papel y la otra por la inmediatez del celular.
Pensé en la comunicación humana, y en las grandes obras de la literatura en la historia que encontraron sustento en las cartas papel. Hemingway, Flaubert, Oscar Wilde y Ernest Hemingway, Víctor Hugo, Balzac, Shakespeare, Freud, entre otros, escribieron apasionadas cartas a sus enamoradas que actuaban como musas de sus obras.
Imaginé los encuentros y desencuentros según pasan los años, y me quedé prendida con la historia papel. ¿Como hubiese sido la trama y el desenlace, si la información hubiese sido inmediata como ahora.?
Lo que vamos a escuchar en la voz de Hernán Casciari, tiene que ver con la impronta de la comunicación actual y la falta de pasión en la escritura de la vida.
Hernán Casciari es un escritor e historiador argentino, que fundo Editorial Orsai y dirige la revista Orsai (crónica periodística) y la revista Bonsai (infantil).
En 2010 renunció públicamente a las editoriales Mondadori, Plaza & Janés, Grijalbo y Sudamericana, y a los periódicos El País (España) y La Nación (Argentina), para embarcarse en proyectos de propia gestión.
Don Juan Filloy
Hoy es 2 de Agosto. Ayer fue un aniversario del nacimiento de DON JUAN FILLOY, alguien que amaba el papel y escribía todos los días de su vida conforme se había prometido así mismo.
Me vi un 26 de julio de 1999, sentada en una pequeña cocina, frente a un hombre que cumplía 105 años en Nueva Córdoba. El hombre de andar lento, desplegaba en la mesa, algunas de las muchas cartas que escribió a Paulina. La mujer de quien se enamoró sin intercambio de fotos por correspondencia, y con la que finalmente al encontrarse, en tres días se casó. Hablo de Don Juan Filloy.
Don Juan nació en 1 de agosto de 1894 y murió el 15 de Julio de 2000. Vivió tres siglos. Nunca practicó deporte alguno, pero fue fundador del club Talleres de Córdoba, del Museo de Bellas Artes de Río Cuarto y del Golf Club y árbitro de boxeo.
Fue un activo participante de la Reforma Universitaria de 1918 y columnista durante sesenta años del diario El Pueblo de Río Cuarto (de hecho vivía al lado). Era Abogado, Juez de Cámara, traductor y un increíble escritor de varios géneros literarios:
Poesía, ensayo, novela, cuento…. Fue el mayor campeón mundial del palíndromo, o sea de frases capicúa, que si buceamos en la historia lo cultivaban, el gran Dante y Shakespeare. Filloy escribió seis mil, algunos de hasta cinco renglones. Ejemplo: "No di mi decoro, cedí mi don"
Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba en 1920 y se vino a vivir a Río Cuarto, donde transcurrió la mayor parte de su vidanentre la Justicia y las letras.
Leía Le Monde, The Economist y cuanto diario extranjero podía acceder Hablaba a la perfección el francés y el inglés y se defendía muy bien con él en alemán.
Filloy usaba en su escritura vocablos del idioma español, del griego, el latín, el francés, el inglés, el hebreo y hasta también el araucano. Era hijo de un campesino de Galicia y de una mamá francesa que era curandera y lavandera. Ninguno de sus padres sabía leer ni escribir. Por eso tal vez, me repetía que él se había esmerado siempre en saber de todo y hubiese querido poder enseñarles a los dos, algo de lo mucho que había aprendido.
Escribió decenas de libros, todos con títulos de siete letras. Lo admiraron autores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Leopoldo Marechal, David Viñas, Juan José Saer, entre otros.
Julio Cortázar reconoció públicamente su influencia en Rayuela, por Caterva y lo homenajeo por la novela Op Oloop, que Don Juan
publicó en 1934 y que fue acusada de pornográfica.
El diario La Nación, del que fue columnista durante años, lo propuso como candidato al Premio Nobel de Literatura, si bien la moción no prosperó.
De hecho Borges me dijo en su habitación del Gran Hotel…”porque me admiran a mí, si el mejor es de acá y se llama Filloy”…
Y pensé en los clásicos. En esas historias para ser leídas y en esas historias personales para ser guardadas en el corazón. Don Juan amaba la comunicación epistolar. De hecho sin ella no hubiese podido conocer a su gran amor. Paulina. Y también en sus cartas con sus editores los hermanos Ferrari durante años,
El día que me citó a su departamento en Nueva Córdoba, no imaginé que me recibiera en persona.
Me llevó a la pequeña cocina y preparó un té en una exquisita tetera de porcelana con dibujos de flores. Corría el mes de julio del año 1999 y Juan Filloy, el hombre que había elegido vivir en Rio Cuarto, sentarse en el mismo banco de la plaza y escribir las historias de la doble moral , estaba frente a mí con los ojos llenos de lágrimas contándome la historia de amor con su mujer.
No la olvidaba, no quería olvidarla. Como lo expresó en otros reportajes, me dijo que nunca la tuteó y que llegó a ella por el entonces Presidente de la Cámara de Diputados de Entre Ríos, de quien era amigo.
Se llamaba Paulina Warshawsky. “Intercambiamos unas cuantas cartas, sin fotografías, durante dos años. ¡Qué lindo el diálogo amoroso sin mencionar la palabra amor!”, decía una y otra vez Don Juan.El primer encuentro entre ellos se produjo en la en la confitería Las Violetas en Buenos Aires.
Siempre recordando a su esposa, Paulina Warshawsky: repitió la frase que se hizo famosa en todos lados… "Nadie nos daba más de quince días juntos, nos conocimos la tarde de un viernes, nos pusimos de novios el sábado, nos comprometimos el domingo y nos casamos el lunes"...
El hombre de los tres siglos
Me decía que quería pasar el 2000. Que con eso ya estaba realizado.
El hombre de los tres siglos, se enjugo varias veces los ojos hundidos por el tiempo. Filloy creía más en la posteridad que en la vida y en el reencuentro con Pauline.
Me contó que guardaba los manuscritos en una caja de hierro, hasta el momento de su publicación, ya que durante mucho tiempo siendo Juez y Camarista se veía impedido a publicar.
Regresé con una extensa nota cuya historia merece un capítulo aparte y un libro autografiado por él.