La relación empezó por redes sociales. Ella vive en Luján y él, en Colorado. A través de una videollamada pasaron por el registro civil de Utah. Esta semana, él aterrizó en Buenos Aires.
Son las seis de la mañana y Daiana llega al Aeropuerto Internacional de Ezeiza con su tía y su abuela. No pudo dormir en toda la noche. Su marido, Jackson, al que nunca abrazó ni tocó, acaba de aterrizar en suelo argentino. La alegría se mezcla con el estrés de las última semanas en medio de la incertidumbre de no saber si el viaje se iba a poder concretar por las restricciones por la segunda ola de coronavirus. “Fue mucho, sacrificio, mucho dinero y esfuerzo para que él pueda venir. No puedo creer que en un rato finalmente vamos a estar juntos”, cuenta Daiana.
Hace casi un mes, compartimos la historia de esta pareja binacional con la expectativa de poder estar junto a ellos durante el primer encuentro. En su momento, solo sabíamos que Jackson había nacido en Colorado y que, hasta que se declaró la pandemia, trabajaba como chofer de ómnibus. “Con el parate debido al coronavirus, tuvo que cambiar de rubro y mandó su currículum a diferentes empresas de transporte. Es camionero y cuando hablamos por primera vez, estaba llevando suministros de una punta a otra del país. Yo estaba desvelada y publiqué, sin pensar, un posteo para hablar con alguien que no me conociera”, recuerda la joven.
Así, casi sin proponérselo, lo que comenzó siendo una charla, se convirtió en una relación cotidiana que ya excedía los límites de la amistad: “Cuando vi la foto me encantó, lo vi igual a Hugh Laurie. A las tres semanas, sentimos que teníamos una conexión y surgió el amor”.
Sus actividades hicieron posible estar online durante el día. Ella es escritora y trabaja en su casa. Él manejaba de 12 a 14 horas y se acompañaban por teléfono. “Para todos fue un año malo, pero para nosotros fue el que nos unió. Lo que sentíamos trascendía la pantalla, pero no nos habíamos visto en persona y la opinión de la gente que pensábamos que nos iba a juzgar, por momentos pesaba. Después, comprendimos que por cualquier motivo iban a opinar y decidimos que debíamos resolver el tema de la distancia sin tener en cuenta al resto”.
El casamiento virtual
En octubre, tuvieron la información de que el Registro Civil iba a empezar a dar turnos en la Argentina. “Me levantaba a las tres y a las cinco de la mañana para conseguir uno y finalmente, en octubre, logré uno para enero. Cuando Jackson ya había sacado el pasaje para venir, todo fue desilusión. Nos enteramos de que no iba a poder entrar al país porque era considerado simplemente turista. No teníamos ningún papel que acreditara que éramos pareja”.
“Con el decreto del 21 de diciembre, solo las personas que tuvieran acta de matrimonio que corroborara el vínculo con un argentino podían ingresar. Él tenía pasaje para el 13 de enero y la fecha del civil era el 29 de enero. Teníamos los souvenirs, el vestido de novia y a las dos familias que apoyaban nuestra decisión y estaban muy contentos”.
Jackson sacó un turno en el registro civil de Utah e hicieron todos los trámites correspondientes. El 26 de enero se casaron por Zoom con la presencia virtual de familiares y amigos. A la semana, comenzaron a hacer los trámites para que él pudiera venir a la Argentina. “Nuestro proyecto era que él se quedara por tres meses y después siguiéramos con todos los trámites para que me permitieran entrar a mí a Estados Unidos”, sostiene la joven argentina.
El encuentro tan esperado
Jackson salió del aeropuerto a las 8:30. Tenía puesto un chaleco en el que durante los últimos meses meses escribió mensajes de amor para quien hoy es su mujer. “Deseo abrazarlo con todo mi corazón. Me pasé la noche sin dormir, me teñí el pelo, me maquillé y organicé todo para darle la bienvenida. Es muy loco pensar que vamos a poder tocarnos después de meses de vernos la cara mediante una pantalla de teléfono”.
Las imágenes del encuentro hablan por sí solas, un cruce de miradas en medio del tránsito de personas que llegan desde diferentes lugares del mundo, la sonrisa tímida de Jackson y el abrazo que no se hizo esperar. “Como queríamos tener dimensión del cuerpo del otro, a veces usábamos como referencia algún electrodoméstico para comparar altura o un cuaderno para ver de qué tamaño eran nuestras manos”.
Otro escalón en la relación
Todo lo que habían sentido hasta el primer abrazo formó parte de una vida anterior juntos en la que la virtualidad era el único nexo posible entre ellos. “Hay un montón de cosas que la pantalla del celular limita. Ahora podemos besarnos, tocarnos, sentir la respiración del otro. Yo quiero verlo dormir. Es un escalón más arriba de la relación. Se cierra un capítulo y se abre otro: de la videollamada a estar juntos en persona”, cuentan ambos.
Mientras esperaban que llegara el momento del encuentro, Jackson leyó algunos libros sobre costumbres y lugares de la Argentina. “Le gustó mucho un audiolibro que transcurría en Mar del Plata, por eso es que decidí que si es posible, vamos a ir allá para nuestra luna de miel”.
“I love you, mi amor, I can’ t believe it”
Después del primer abrazo con Jackson, Daiana no pudo seguir hablando de la emoción. “Siento que me voy a desmayar. No puedo creer que estoy tocándolo después de tanto tiempo. Hay gente que se junta a tomar un café, o sale a comer o al cine durante meses, nosotros nos hicimos compañía durante todo el día y la noche durante nueve meses”, sostienen antes de ir rumbo a la casa de Daiana en Luján.
Frente a la pregunta de qué sintieron o qué les pasó al verse, Jackson no dudó: “Ella es una mujer maravillosa, viajé desde muy lejos para que estemos juntos. Era todo lo que esperaba y mucho más. Nosotros somos de la vieja escuela, alimentamos la relación todos los días, nos decimos cuanto nos amamos. Es muy fuerte lo que está pasando, fue lo mejor que me pudo haber pasado conocerla”.