El colegio San Juan el Precursor funcionó durante 20 años en la localidad de Yerba Buena, a 9 km de la capital de la provincia de Tucumán. Pero, en 2012, sus dueños anunciaron que cerraban sus puertas y el terreno de 4000 metros cuadrados quedó a la deriva, junto a sus pisos de granito, las construcciones de hierro y las aulas pensadas para albergar a cientos de alumnos.
Cuando Alejandro Iramain conoció sus instalaciones, enseguida comenzó a imaginar en su cabeza cómo se podía reconvertir todo ese espacio. El potencial estaba, solo faltaba explotarlo, ajustar algunos detalles e implementar la cultura del reciclado.
Iramain tenía una inmobiliaria en la ciudad de Buenos Aires, aunque toda su vida había vivido en Tucumán. Por sus orígenes, los dueños del ex-colegio lo visitaron y le pidieron que pasara a conocer el predio para ver qué se podía hacer ahí. “Enseguida me imaginé la estructura, era muy aprovechable. Además, Yerba Buena está teniendo un crecimiento demográfico muy alto, era ideal. Les presenté el proyecto y se emocionaron, a ellos también les entusiasmó que el edificio no se demoliera sino que se transformara”, contó el desarrollador en diálogo con LA NACION.
En 2015, comenzaron los primeros preparativos. Los arquitectos, diseñadores e ingenieros iban y venían con ideas y propuestas. Recién a finales de 2016 la obra se puso en marcha y en los últimos meses de 2019 la construcción se dio por terminada y la bautizaron Los Patios. Lo que alguna vez había sido un colegio con varias aulas se transformó en 26 departamentos residenciales, siete comercios y seis oficinas, con 36 cocheras, pileta, SUM y un patio botánico.
El verde como protagonista
Lo que años atrás fue el patio central del colegio, con chicos corriendo y jugando sobre sus pisos de cemento, se reconvirtió en un jardín rodeado de verde. Originalmente, las aulas se desarrollaban en torno a ese patio y contaba con un gran hall de distribución. Siguiendo esa misma lógica, hoy es un espacio común de los vecinos y todos los departamentos tienen salida al jardín botánico.
“El piso cementicio lo convertí en un patio botánico, que además de cumplir con un rol de paisajismo tiene la función de bajar la temperatura del lugar, así no hay una necesidad de estar constantemente con los aires acondicionados. Además, como me gustan mucho las plantas, pensé en hacer algo educativo y próximamente cada especie tendrá sus carteles para que la gente pueda saber qué son y de dónde vienen. Fue pensado con un sentido temático, hay zonas con plantas aromáticas, otras con árboles cítricos”, indicó Iramain.
Limón sutil, limón de cuatro estaciones, naranjas y albahaca, son algunos de los frutos y condimentos que los vecinos del condominio Los Patios podrán utilizar -con regulación- una vez que las plantas se terminen de arraigar. También se plantaron 17 especies distintas de palmeras. “Estoy seguro que con el tiempo eso se va a valorar”, acotó.
No solo el patio central fue pensado para que tenga verde y un espacio exterior, sino que además cada departamento cuenta con su propio patio, terraza o jardín, para que sus habitantes “tengan la sensación de vivir en una casa” y no se sientan encerrados (detalle que, incluso, fue pensado antes de la pandemia).
“Yerba Buena era una ciudad de casas con jardines, pero la tendencia urbanística se fue modificando y los departamentos que se construían tenían características más de la ciudad. Me parecía que, teniendo un entorno tan verde, había que aprovecharlo. Hoy siento que todo lo que se propuso cobró sentido con la cuarentena. Es gratificante ver cómo los vecinos disfrutan del lugar”, remarcó su creador, quien señaló que dentro del predio también se instalaron comercios de bienes y servicios de primera necesidad, como una farmacia, un minimercado, peluquería y centro médico, algo que fue fundamental durante los meses de encierro.
De aulas a departamentos
Del ex colegio San Juan el Precursor se pudieron recuperar algunas partes, las cuales en su mayoría fueron utilizadas en las áreas comunes, como los pisos de granito del hall de entrada. Por un lado, el condominio tiene departamentos de estilo industrial, con el hierro que se recicló de la vieja estructura. Por el otro, se construyó un sector más moderno y contemporáneo.
Algunas aulas se convirtieron en un departamento de 49 metros cuadrados, en otros casos se unieron varios salones para ganar metraje y se transformaron en unidades de 100 metros cuadrados, con uno, dos y hasta tres dormitorios. Cada inmueble se fue vendiendo a medida que se necesitaba dinero para fondear la obra, por lo que cada propiedad fue pensada junto a sus dueños. Entre los 26 departamentos, hay un total de 14 tipologías diferentes.
“Se refuncionalizó el colegio, tuvo un sentido ecológico. Aunque los departamentos son nuevos, las aulas se recuperaron, así como los hierros, las ventanas, pisos y la estructura en sí dentro de los espacios comunes. Se reutilizó casi románticamente”, concluyó Iramain, el creador de este sueño hecho realidad.