Cuando Ramiro decidió adoptar a Athos, jamás imaginó que aquel cachorro juguetón con un pasado en situación de calle se iba a convertir en su más fiel amigo. Tenía tan solo unos tres meses cuando lo vio en una jornada de adopción organizada el año pasado por Puppis, la cadena de tiendas especializada en productos y servicios para animales. Y fue amor a primera vista.
Una vez que Athos tuvo sus vacunas al día, Ramiro decidió llevarlo al cuartel de bomberos de la Avenida Santa Fe 650, en San Isidro, donde es voluntario y, casi sin darse cuenta, comenzaron un entrenamiento juntos. "Como conoce el cuartel desde chiquito, no le molesta la sirena, a pesar de su ruido particular. Y lejos contrario de asustarse o ponerse nervioso, le divierte. Además, el camión de bomberos es uno de sus lugares preferidos dentro del cuartel".
Desde el primer momento, Athos se mostró muy cariñoso y divertido. Aunque le encanta jugar con las mangueras, los bomberos no lo dejan mucho para que nos las rompa. Pero Ramiro pronto supo que tenía condiciones especiales para acompañarlo en su tarea y así fue que decidió entrenarlo para que se convierta en rescatista. "Athos no entra en los incendios, sino que lo estamos entrenando para la búsqueda de personas vivas en estructuras colapsadas o en los casos en los que hay personas perdidas en grandes espacios, como un bosque o un descampado amplio".
El olfato de los perros es una más de sus grandes virtudes. Y los humanos han reconocido su capacidad olfativa para colaborar en diversas tareas que nosotros somos incapaces de llevar a cabo. Algunos ejemplos: el rescate de personas en zonas de desastre; la detección de armas y drogas en zonas de tránsito como aeropuertos; la búsqueda de rastros de personas desaparecidas o asistencia para quienes sufren episodios de epilepsia.
"Debido a su fisionomía y su sentido del olfato tan desarrollado, el perro es un compañero muy habilidoso en las tareas búsqueda y rescate de personas en catástrofes de todo tipo. Los perros no perciben el mundo que los rodea exactamente de la misma manera que nosotros, ya que el desarrollo de cada uno de sus sentidos es distinto al de los nuestros. En ese sentido, la especial anatomía de sus narices les proporciona una enorme sensibilidad que les permite descubrir infinita y variada cantidad de olores. Se calcula que el ser humano tiene 5 millones de receptores olfativos, mientras que el perro tiene entre 200 y 300 millones", explica la médica veterinaria Agustina Bermúdez que atiende a Athos desde su adopción hasta hoy.
Son muchas las anécdotas de los primeros tiempos que Athos pasó en el cuartel, pero los bomberos destacan cuánto le llamaba la atención la mesa de pool, en la que los compañeros suelen distraerse un poco en el día a día. "Un día estaba entrenando con el perro y cuando terminamos, Athos se fue corriendo para el sector de la mesa porque escuchaba los ruidos y las pelotitas que iban y venían", recuerda Ramiro. "En un momento saltó a la mesa y se robó una de las pelotas pensando que era un juego también para él, así que les arruiné un partido a mis compañeros y el perro se fue con una pelotita pensando que era un juguete".
Siempre bien predispuesto, Athos viaja junto a Ramiro en bicicleta desde la casa donde viven hasta el cuartel y allí pasan la jornada. "Vamos al cuartel en bici, a pesar del frío o la distancia. Athos llega con mucha energía y felicidad, porque sabe que se vienen cariños de todos y juegos con Bombi, otra de las perras que nos acompaña en el cuartel y que ya es viejita. Los entrenamientos hoy están limitados por la situación de cuarentena, pero igualmente lo seguimos haciendo". Por ejemplo, los compañeros de Ramiro se esconden en distintos lugares del edificio, tapados con ropas o muebles, subidos a escaleras o incluso dentro de los camiones. Todos esperan con muchas ansias el final de la etapa de aislamiento social para poder brindarle a Athos distintos lugares de trabajo, llevándolo a la situación más real posible.
Jugar, correr en grandes lugares, pedir mimos y buscar cariño son algunas de las actividades preferidas de Athos, que ya tiene casi dos años. "Viene a todos lados conmigo, hasta me sigue al baño o me acompaña a hacer la cama cuando estoy de guardia. En e cuartel, a la hora de dormir él tiene su propio espacio. A la mañana, cuando lo voy a buscar, está listo en la puerta para que le abra y empecemos nuestro día". No solo los bomberos están felices con la compañía de Athos. Los vecinos linderos al cuartel, también lo conocen, saludan y le hacen mimos.
Fuente: La Nación