En apenas unos meses, el cometa Ison pasará por la atmósfera externa del Sol, a una distancia de 1,2 millón de kilómetros. A menos que se desintegre al rozar la mayor fuente de radiación electromagnética de este sistema planetario, el calentamiento podría transformarlo en un objeto radiante que se distinguirá a simple vista. Por la curva de brillo que despliega, algunos expertos consideran que alcanzará la luminosidad de la luna llena. Por eso ya empezó a sonar el título de “cometa del siglo”.
El Ison es una roca rodeada de hielo de unos 5 km de diámetro que contiene agua, amoníaco, metano y dióxido de carbono. Las observaciones apuntan a que presenta una producción de polvo superior a la media.
“Diversas especulaciones afirman que probablemente se convierta en un objeto brillante, que podrá percibirse a simple vista con una cola que podría verse durante los primeros días de diciembre, si sobrevive al paso cercano al Sol y no se desintegra antes. Viajando a más de 100.000 km/h, irá aumentando su velocidad hasta llegar a la mínima distancia con el Sol el 28 de noviembre.
Se descarta cualquier impacto sobre la Tierra, o algún otro suceso de índole esotérica”, cuenta Gabriel Bengochea, físico del Instituto de Astronomía y Física del Espacio (Conicet-UBA).
Y agrega: “Los cometas son objetos que pertenecen al Sistema Solar, constituidos fundamentalmente por hielo y polvo. Orbitan alrededor del Sol, con trayectorias muy diferentes. Algunos, como el conocido cometa Halley lo hacen recorriendo órbitas periódicas, permitiendo que los veamos cada cierta cantidad de tiempo. Poseen una atmósfera que los envuelve, llamada coma, y al acercarse al Sol, comienzan a evaporarse desarrollando las famosas colas de los cometas”, resume el experto.
Según los cálculos, esta será la primera recorrida de Ison por el Sistema Solar interior, procedente de la Nube de Oort. Lo que implica que sus compuestos volátiles van a exponerse por primera vez a la radiación solar y la estructura de su núcleo va a ser puesta a prueba ante las densas fuerzas de marea del Sol. Por lo tanto, su comportamiento será aun más azaroso.
“Los cometas son impredecibles y este no es la excepción. Hasta poco tiempo antes de su paso no se puede aventurar si será un fracaso o va a superar las expectativas. Cuanto mayor sea el ritmo de sublimación (pasar de hielo a gas), más activo será el cometa y liberará mayor cantidad de material al espacio. A medida que se aproxime al Sol, irá soltando más material, lo que implica que se hará más brillante”, explica Mariano Ribas, coordinador de divulgación científica del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires.
De acuerdo al cronograma trazado por los astrónomos, para octubre será visible a simple vista y pasaría cerca del planeta Marte. Para noviembre se hará más brillante y el 28 alcanzará su perihelio o punto más cercano al Sol. Después se perderá tras la masa fosforescente de helio e hidrógeno y habrá que esperar a diciembre a que reaparezca entero para observar, si resiste el contacto con el Sol, uno de los más bellos acontecimientos celestes desde hace muchos años.
Al igual que con otros objetos del cielo, varios instrumentos y satélites científicos se dedicarán por varias semanas a estudiar la composición química de la coma del cometa, sacarle fotografías y perfeccionar técnicas de pronósticos orbitales para estos peculiares habitantes del Sistema Solar.
Al pasar por Marte (lo hará el martes), esto es aproximadamente seis veces más cerca que lo que jamás estará de la Tierra, el Curiosity podrá lograr una buena “foto”. Aunque la opción dorada es el Orbitador de Reconocimiento de Marte (MRO) de la NASA. El satélite MRO está equipado con un telescopio de medio metro llamado HiRISE, que es capaz de detectar su atmósfera y su cola.