Hilda Isabel Gorrindo Tito, la Coca, vino al mundo el 9 de julio de 1936, día patrio que vio nacer a esta morocha argentina, símbolo del erotismo y la sensualidad de una época.
 
Con su voluptuosidad a flor de piel, esta mujer que despertó los más bajos instintos, siempre fue una mujer recatada, con un único amor como lo fue Armando Bo y con una devoción casi religiosa por su madre, quien siempre se sintió molesta por la exposición del cuerpo de su hija.
 
Isabel cuenta que desde chica fue muy tímida, “a pesar de mis películas, porque el pícaro era Armando Bo”. Esta artista reconocida por sus películas de alto contenido erótico cuenta que en el colegio casi no podía hablar en público, pues le daba vergüenza, “a la clase de canto la odiaba, era algo terrible”. El mayor interés en la vida de Isabel era trabajar, “lo único que quería, a medida que iba creciendo, era aprender para ser secretaria y de ese modo ayudar a mi madre que siempre cumplió su rol y el de padre también. Por eso fui a la academia Fillman y aprendí a escribir a máquina taquigrafía, estudié inglés en la cultural británica y eso me permitió ganar un buen sueldo y ayudar a mi madre”.
 
Como secretaria entró a trabajar en una agencia de publicidad y allí surgió la oportunidad de ser  modelo publicitaria de unos transatlánticos, “hacía fotos en los camarotes, las piscinas, el bar y así seguí, de día era secretaria y a la tardecita hacía las publicidades, pero todo era tan agobiante que opté por el modelaje”.
 
Como modelo publicitaria, Isabel fue la cara de barcos,  máquinas de escribir, lavarropas, aceites, marcas de arroz, jabones,  entre otras. Para 1955  participó del concurso de Miss Argentina donde salió ganadora y concursó para Miss Mundo. Isabel recuerda que en aquellos tiempos las figuras de las mujeres eran curvilíneas, “no se usaba la cirugía estética, todo era natural, mis medidas eran 90-60-90.
 
Mucho se la relacionó a Isabel con su contrapunto, de la época, como Libertad Leblanc, sin embargo la morocha argentina es contundente, “ni amigas, ni enemigas, yo siempre iba adelante y ella y los productores iban detrás de lo que Armando Bo dejaba. En México hizo un par de películas, porque yo no quise trabajar allá porque pretendían que me quedara por 8 años y no querían a Armando, sino a su gente. La única película que hice en México fue La Diosa Impura dirigida por Bo”.
 
¿Como fue que hiciste el primer desnudo argentino?
 
No me animé, fue Armando Bo quien me llevó a hacerlo. Me llevó a ver una película de Bergman, él me dijo que quería hacer un cine más internacional, vender al exterior, en ese momento Latinoamérica estaba copado por películas mexicanas. En la película de Bergman había un desnudo y le dije que no me desnudaría y ahí él me dijo que con los desnudos podía usar una malla color carne... Te imaginarás que en la selva paraguaya no había nada.
 
¿Su madre la acompañaba a todas las películas?
 

Al concurso de Miss Universo y a “El Trueno entre las Hojas” me acompañó, pero después no lo quiso hacer más, porque no quería saber nada con los desnudos, era una lucha tremenda, estaba muy molesta con los desnudos.
 
¿Armando Bo fue su único amor?
 
Sí, yo hice 28 películas con Armando, una con Torres Nilson sobre un libro de Dalmiro Saenz “Sesenta Veces Siete”, donde trabajé con Francisco Rabal y Fardel Filho. Después de la muerte de Armando estuve 15 años sin hacer nada porque me quería morir y cuando vuelvo a actuar lo hago con Polaco, quien me dirige en “La Dama Regresa” y actualmente, 15 años después, hago con Jusid, “Mis Días con Gloria” y con Curubeto hice una película sobre la censura en la época de la dictadura, con cortos de la censura filmamos en Paraguay, Brasil, Venezuela, París, Nueva York, Panamá y México.
 
Isabel Sarli, la morocha argentina que más suspiros ha desencadenado a nivel nacional y mundial es una mujer feliz, que ama su país y nunca ha querido irse de esta tierra, donde permanecen sus amores, “siempre quise a mi tierra, acá ha estado mi madre, mis plantas, mis perros… Para mí no hay nada mejor que la Argentina”.

Por eso entre cientos de premios recibidos de todas las latitudes, Isabel vive con el amor de sus hijos, con sus animales, el amor incondicional a Armando y con la certeza de que los recuerdos jamás la abandonarán.

Por Mabel Sánchez y productor Lisandro Tosello (Nota publicada en el año 2009)