El que hoy te comparto, es uno que recae más en lo último, y que probablemente te sacará una enorme risa.
Una maestra ha compartido la hilarante conversación entre ella y sus alumnos sordos, al darse cuenta éstos que las flatulencias que tan tranquilamente dejaban salir, podían ser escuchadas por sus compañeros que no padecen sordera.
Anna Trupiano es profesora de jardín de infancia en una escuela en la que en todos los grupos, se encuentran algunos alumnos que son sordos o que tienen algún problema auditivo. Recientemente publicó en su página de Facebook "HaHas for HooHas" una detallada y graciosa conversación acerca de una anécdota que tuvo con sus alumnos.
Todo inició, cuando uno de sus pequeños alumnos que padece sordera total y que tiene seis años de edad, "liberó" una flatulencia a media clase, y entonces se dio cuenta que los compañeros que le rodeaban y que no padecen sordera, voltearon inmediatamente a verle, lo que le causó confusión.
Entonces, la profesora procedió a explicarle algo que probablemente la mayoría asumimos que todo el mundo sabe: los pedos suenan. Y los demás pueden escucharlos. Transcribo la conversación aquí debajo, porque es increíblemente tierna y graciosa al mismo tiempo.
Hoy en primer grado, uno de mis alumnos sordos expulsó una flatulencia bastante sonora en clase y los otros estudiantes voltearon a verle. Lo siguiente es un fragmento de la conversación de 15 minutos que tuvimos en lenguaje de señas mis alumnos sordos y yo.
Niño 1: ¿Por qué todos me miran?
Yo: Porque escucharon que te echaste un pedo.
Niño 1: ¡¿A qué se refiere?!
Yo: La gente sin sordera puede escuchar los pedos.
Niño 2: (Completamente horrorizado) Esperen, ¡¿ellos pueden escuchar todos los pedos?!
Yo: Bueno, no. No todos los pedos, pero algunos sí.
Niño 3: ¿Cómo puedes saber cuáles pedos escuchan y cuáles no?
Yo: Mmm... ¿te ha pasado que a veces puedes sentir que tu trasero se mueve cuando te echas un pedo? Muchos de esos pueden escucharse. Pero si tu trasero no se mueve probablemente no lo escucharon.
Niño 1: ¡DÍGALES QUE DEJEN DE ESCUCHAR MIS PEDOS! ¡ESO NO ESTÁ BIEN!
Yo: Los niños que escuchan no pueden dejar de escuchar los pedos, simplemente sucede.
Niño 2: Entonces dejaré de echarme pedos.
Yo: Todos lo hacen, es sano. No puedes detenerlo.
Niño 3: Esperen, ¿todos? ¿Incluso mi mamá?
Yo: Sí.
Niño 2: ¿Mi papá?
Yo: Sí.
Niño 1: ....¿usted?
Yo: Sí.
(Los niños comienzan a reír histéricamente)
Niño 1: ¿Entonces ustedes pueden escuchar y oler todos los pedos?
Yo: Algunos pedos, sí. No todos.
Niño 2: ¿Las personas que escuchan pueden ver los pedos?
Niño 3: Sí. Sale humo verde de sus traseros, lo he visto en la televisión.
Yo: Eso no sucede en la vida real.
Niño 1: ¡¿Qué?! Agh, no entiendo a los pedos.
...Fui a la universidad por 8 años para tener estas conversaciones.
La publicación de Anna rápidamente se hizo viral, pues además de ser muy gracioso imaginar la escena y las reacciones de los niños, es algo que la mayoría de las personas no teníamos presente o sabíamos que podía ocurrir, pues asumimos naturalmente que es de conocimiento general que los pedos a veces suenan.
Pero no sólo es una anécdota graciosa para hacernos reír, pues Anna ha aprovechado su viralidad para dar un mensaje: los niños con problemas auditivos no tienen el acceso o la oportunidad para aprender este tipo de cosas sobre situaciones básicas de la vida (o del funcionamiento del cuerpo humano) debido a que en casa o con sus compañeros, no tienen el mismo acceso lingüístico.
"Algunos de mis alumnos no tiene una familia que conozca suficiente el lenguaje de señas como para explicarles acerca de muchas cosas, lo que puede puede ser increíblemente aislante para ellos", comenta según información de Red Tricycle.
Ella espera que esa historia, además de hacernos reír un rato con ese pequeño grupo de niños con sordera que descubren que los pedos suenan, ayude a que las personas se interesen e involucren más con las personas sordas de su comunidad e incluso aprendan lenguaje de señas.