De acuerdo a lo explicado por Penrose al periódico británico “The Daily Express”, cuando alguien muere, los microtúbulos liberan su información cuántica al universo, pero si ésta vuelve al cuerpo, significa que la persona vuelve a la vida. A este tipo de vivencias se les conoce como experiencias cercanas a la muerte.
“Si el paciente no sobrevive al trance y fallece es posible que la información cuántica pueda existir fuera del cuerpo, como alma, “tal vez de manera indefinida”, afirmó el físico.
Sobre esta afirmación, los investigadores del Instituto Max Planck de Física y Astrofísica de Múnich (Alemania), están de acuerdo. De hecho, aseguran que si bien el universo físico en el que nos encontramos se basa en nuestra percepción, una vez que nuestra parte física muere, hay un más allá que es infinito.
El ex director ejecutivo de esta institución, Hans-Peter Durr, afirmó antes de morir hace cuatro años que “lo que consideramos como ‘aquí y ahora’, este mundo, solo es la parte material de lo que nos resulta comprensible”, mientras que “el más allá es una realidad infinita mucho mayor”.
Durr destacó además que “nuestras vidas ya están rodeadas” de ese otro mundo en el que, “cuando el cuerpo muere, el campo espiritual cuántico permanece”, un fenómeno que lo podemos denominar “inmortalidad”.