El sábado un enviado del Papa oficiará la misa en la que el presbítero cordobés quedará a un escalón de ser declarado santo
Rutas, parajes, pueblos y ciudades del norte argentino son invadidos por estos días por la imagen de un hombre de sombrero y poncho y montado en una mula. Es la figura del sacerdote que nació, vivió y murió en Córdoba, José Gabriel Brochero, y que será proclamado beato este sábado en el pueblo serrano que lleva su nombre.
Para la ceremonia se estima que los peregrinos que viajen hasta Villa Cura Brochero, pegada a Mina Clavero, superarán los cien mil.
En esa misa, que celebrará el sábado, a las 10, el cardenal Angelo Amato, titular del organismo de la Santa Sede dedicado a los procesos de canonización, la Iglesia pondrá al cura gaucho, como se conoce a Brochero, como ejemplo de sacerdote y de ciudadano.
Según el obispo de Cruz del Eje y titular de Causa de los Santos del Episcopado argentino, monseñor Santiago Olivero, Brochero "se adelantó a los tiempos y supo pensar la realidad, porque la promoción humana y la evangelización que proponemos hoy no estaban tan claras en su tiempo".
La intervención social, que Brochero desplegó en forma simultánea con la espiritual, fue de tal importancia que sólo dos años después de su muerte, ocurrida en 1914 a causa de la lepra, las autoridades políticas cambiaron el nombre del pueblo en el que vivía y que hasta entonces se llamaba Villa del Tránsito. Sus gestiones hicieron posible la apertura de caminos, acequias, diques, una estafeta postal y un telégrafo. Entre otras obras fundó escuelas y logró, con la construcción de un acueducto, la llegada del agua al pueblo desde el río Panaholma.
"Más importante que haber hecho caminos es que Brochero hizo sentir a la gente la necesidad de salir al encuentro de los otros", dijo el padre Jorge Frigerio, director del Centro de Estudios Brocherianos. Y agregó: "Si uno se encierra en sí mismo, no necesita caminos; Brochero es un constructor de entramado social".
En Villa Cura Brochero, además de la tumba del nuevo beato, se pueden visitar la Casa de Ejercicios Espirituales que construyó el cura y la vivienda en la que pasó sus dos últimos años de vida. Allí, la afluencia de peregrinos creció en dimensiones aún no estimadas desde diciembre pasado, cuando Benedicto XVI aceptó como un milagro obtenido por intercesión de Brochero la curación de Nicolás Flores cuando tenía once meses de vida.
El sábado, Nicolás, que hoy tiene 13 años, llevará al altar una reliquia del cura que desde ese día será el octavo argentino en la lista de beatos.