El viaje del papa Francisco a Irlanda, el 25 y 26 de agosto, le permitirá encontrarse en dos días con familias de todo el mundo y visitar un país que espera desde hace casi 40 años la llegada de un pontífice. Pero el trasfondo es el de una de las crisis más difíciles para la Iglesia, vinculada al escándalo por la pedofilia.

El papa se encontrará también en su viaje a Irlanda, como ya ocurrió en el pasado en los países particularmente afectados por esta plaga, con algunas de las víctimas. También rezará frente a la lámpara que recuerda en la Catedral de Dublín los sufrimientos causados por los abusos de parte del clero.

Es de esperar asimismo, tras la Carta al Pueblo de Dios, una iniciativa en ciertos aspectos sin precedentes, que vuelvan las palabras de condena frente al escándalo. Por su parte, las víctimas ya se movilizaron y se espera una manifestación para el domingo por la tarde. Lanzó la iniciativa Amnesty International y una de las primeras en dar su adhesión fue Marie Collins, víctima y también exintegrante de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, que renunció en polémica con la lentitud de las decisiones.

Y también después de la dolorosa carta del papa, comentó con palabras duras: "La historia lo juzgará por sus acciones, no por sus intenciones". Los momentos centrales de esta visita, que representa para Francisco su viaje internacional número 24, serán las reuniones con las familias, y para la misa del domingo se espera a 500.000 personas.

Ya desde el martes en Dublín está en curso el congreso pastoral, con un acento particular sobre los núcleos en mayores dificultades. Recorriendo los paneles del evento se avizora toda la novedad de una cita eclesial inédita, con los laicos y en particular las mujeres en primer plano. Se está hablando de las familias con dificultades económicas, de las que viven el drama de un miembro en la cárcel, de las nuevas tecnologías que corren el riesgo de alejar en lugar de acercar, de la educación de los hijos pero también de las relaciones sexuales, hasta la acogida de las parejas LGBT, tema que causó muchas polémicas antes del evento.

Entre las curiosidades, hoy se llevó a cabo incluso un "cooking show" de un cura estadounidense que hace de la mesa un instrumento de evangelización. Además de sus reuniones con las autoridades institucionales y eclesiásticas, habrá también un momento dedicado a los pobres del país: en la tarde del sábado Francisco visitará el centro de Capuchinos que cada día abre su mesa para los sin techo de Dublín.

Para Francisco este viaje también será la ocasión para reavivar una Iglesia que, tras los escándalos de los abusos contra niños del pasado, busca un renacimiento en medio de una continua baja de popularidad. El año pasado, con números inequívocos, fue definitivamente legalizado el aborto. Pero la sociedad irlandesa ya había dado la espalda a los llamados de los obispos en 2015, cuando decidió -también en ese caso con una amplia mayoría- legalizar el matrimonio homosexual.